Home

Mundo

Artículo

25 AÑOS DE UNA TRAICION

En medio de la polémica y en busca de la verdad histórica, Chile conmemora el primer cuarto de siglo del golpe de Augusto Pinochet.

5 de octubre de 1998

Como desde hace muchos años, la llegada de septiembre es agridulce para los chilenos. Por una parte, comienza en el hemisferio sur la primavera, pero por otra llega también, con el día 11, un nuevo aniversario del golpe de Estado que llevó al general Augusto Pinochet al poder. Esta vez la expectativa es doble porque se cumplen 25 años de la traición del jefe militar contra el presidente Salvador Allende, al que había jurado fidelidad sólo un mes antes, y porque será la última oportunidad de esa fecha como feriado para los chilenos. Y es que Pinochet luchó a brazo partido para evitar que 'su' día de fiesta fuera eliminado del todo. Lo que molesta a los sectores democráticos es que el ex general lograra que a partir de 1999, aunque no como feriado, el 11 de septiembre sea el día de la Unidad Nacional y que, en el proceso, Pinochet haya quedado no sólo como defensor de la democracia sino como gestor de esa unidad. No aceptan afirmaciones como las que hizo a SEMANA el mayor general Luis Cortez Villa, director de la Fundación Augusto Pinochet: "Debemos reconocer la gestión que hizo nuestro general para aceptar que una fecha tan sentida para nuestras fuerzas armadas, como lo es el 11 de septiembre, dejara de ser feriado Eso demuestra la calidad de estadista que tiene el general, quien ha postergado los intereses de una parte de la sociedad para poder lograr la unidad nacional".La abogada Pamela Pereira, dirigente del Partido Socialista, reflejó a SEMANA el punto de vista contrario: "La imagen de Pinochet como demócrata es inaceptable (...), Pinochet es y pasará a la historia como un dictador. Para nosotros los socialistas, que fuimos perseguidos y que tenemos muchos compañeros muertos y muchos desaparecidos, es importante que el 11 no sea festivo nacional. Creemos que falta mucho para que este país vuelva a ser un país unificado, eso sólo lo logra el tiempo".En cualquier caso, lo que sí le dolerá al ex dictador es que este año su última fiesta, que lo reunirá con el acostumbrado boato con sus ex ministros y seguidores, no contará con quienes fueron sus compañeros de traición, el resto de las fuerzas armadas, que ya han advertido que no harán ningún tipo de manifestación pública el día 11 de septiembre. En cambio, en el lado popular, el acto de mayor trascendencia tuvo lugar al cierre de esta edición en el campo de prisioneros más importante de la dictadura, el Estadio Nacional. Allí el 4 de septiembre, el día que Salvador Allende fue elegido presidente, 70.000 personas cantaron, lloraron y bailaron con Joan Manuel Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel, Piero, Inti Illimani y otros. Los artistas, que viajaron a Santiago desde distintas partes del mundo, actuaron gratis en el acto convocado por la Fundación Salvador Allende y con sus melodías rindieron homenaje al hombre que encarnó las ilusiones de una generación. También ha sido objeto de homenajes Víctor Jara, cantautor y dramaturgo ejecutado en los días siguientes al golpe de Estado. Pero el hecho más novedoso de estos 25 años es el boom editorial sobre este tema. Más de 20 libros han salido a la venta. Entre ellos hay sesudos análisis históricos, relatos y vivencias íntimas del momento, autobiografías, novelas y reportajes periodísticos que han investigado los interiores de los momentos culminantes del gobierno de Salvador Allende. Entre los más vendidos se encuentra Interferencia secreta, de Patricia Verdugo, que contiene la transcripción contextualizada de las comunicaciones entre los altos mandos militares el día 11 de septiembre y viene acompañado de un disco compacto, en el cual se pueden escuchar los siniestros planes que Pinochet tenía para el caso de que Salvador Allende se rindiera y aceptara abordar el avión que le habían ofrecido. Los estudiantes universitarios, que para la fecha del golpe aún no habían nacido, ya han comenzado a expresar su repudio a Pinochet a través de los acostumbrados enfrentamientos con la policía. Estos enfrentamientos tendrán su máxima expresión el mismo 11 de septiembre cuando la marcha por el centro de Santiago hacia el cementerio, donde se encuentra el monumento de los desaparecidos, intente pasar por el palacio presidencial La Moneda. Tampoco estarán exentos de violencia los actos en el Cementerio General y las barricadas de las poblaciones marginales. El gobierno augura que este será el último año de disturbios en septiembre y que poco a poco se irá reconstruyendo la unidad nacional, pero eso sólo se podrá ver en septiembre de 1999. Pocos son los que creen eso, pues lo sucedido la mañana gris del 11 de septiembre de 1973 dividió inexorablemente a la historia chilena en un antes y un después.