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AL "TOPO" LE PAGABAN CON WHISKY

Francia se ve envuelta en un serio caso de espionaje contra el gobierno de Gandhi

25 de febrero de 1985

Una veintena de altos funcionarios hindúes, dos hombres de negocios de la misma nacionalidad, un agregado militar frances, tres diplomáticos norteamericanos y dos alemanes occidentales, son algunos de los ingredientes de un caso de espionaje en la India que, según la prensa de Nueva Delhi, es el mayor escándalo jamás descubierto en ese pais. Según Shankar Rao Cahvan, ministro del Interior indio, una buena cantidad de documentos secretos, relativos a la seguridad del pais, fueron pasados recientemente a "un agente de una potencia extranjera". Hablando el pasado 21 de enero ante las cámaras alta y baja del Parlamento, el ministro también indicó que tal agente extranjero había sido "sacado" de la India al comprobársele su responsabilidad en los hechos, aunque se negó a identificar al expulsado y a la potencia involucrada. Sin embargo, las agencias de noticias hindúes pronto señalaron al coronel Alain Bolley, agregado militar adjunto de la embajada de Francia en la India--quien había salido apresuradamente del país en un vuelo de Air France, el día anterior--como el diplomático oblicuamente acusado por el ministro del Interior.
Según la prensa hindú, la red de espías llevaba funcionando dos años desde el corazón mismo del gobierno: habían logrado ubicar sus "topos" en la oficina del secretario principal del Primer Ministro, del departamento de suministros para la Defensa Nacional, del ministerio de Finanzas y del secretariado del Presidente. Su labor había sido al parecer fructífera: más de 200 documentos "muy sensibles" fueron hallados en algunos de los domicilios de los detenidos. Tales papeles eran fotocopias de los documentos aparentemente entregados a la potencia extranjera, todos los cuales se relacionan con proyectos para adquirir equipo de defensa hasta 1990, y sobre las modificaciones hechas a los sistemas del equipo de combate de las fuerzas de Defensa.
También figurarían allí los planes para una nueva arma de rayos laser adaptada a vehículos y aviones, e informes actualizados sobre investigaciones nucleares realizadas en laboratorios del gobierno y en el centro de investigaciones atómicas de Bhabha, en Bombay. Se dice que la red estaba igualmente interesada en los detalles del tratado de amistad soviético hindú y sobre la cooperación militar entre ambos países. Como se sabe, la URSS es el principal abastecedor de armas de la India y ésta se halla embarcada hoy en un proyecto de varios millones de dólares para modernizar sus fuerzas armadas. Se teme que incluso el Libro Azul, un documento concerniente a la seguridad del Primer Ministro, haya sido transmitido al exterior. Y, siempre a nivel de rumores no oficiales, hasta resurgen especulaciones de toda suerte a propósito del asesinato de Indira Gandhi, el 31 de octubre pasado. ¿Los asesinos sikhs estaban en contacto con la CIA como se afirmó entonces? Interrogado al respecto, el primer ministro Rahid Gandhi ha evitado cualquier respuesta clara, insistiendo en que el resultado de la investigación será el encargado de decirlo. Otros papeles que pudieron haber sido filtrados se relacionan con acciones y respuestas en áreas sensibles de la frontera con Pakistán, así como un plan--vetado por la desaparecida Indira Gandhi- de ataque a instalaciones nucleares de Pakistán.
La forma en que operaba la red de espionaje no tiene nada de novelesco.
Hasta donde se sabe, los documentos eran reproducidos en la máquina fotocopiadora en las mismas oficinas del gobierno. Cuando la máquina no funcionaba, los papeles eran llevados tranquilamente a ser fotocopiados en la tienda de la esquina. Los encargados de esta parte del trabajo, empleados medios del gobierno, se dirigían después a un hombre de negocios de Nueva Delhi, quien los retribuía con botellas de whisky y algo de dinero.
Este hombre, señor Coomar Narian, arrestado el viernes 18, es sospechoso de encontrarse en el centro de la red.
Y es aquí que las dimensiones del escándalo se disparan y llegan a Francia. De hecho, Narian representa a una firma india de maquinaria textil con múltiples conexiones en el mundo, especialmente en Francia. La teoría que se ha acuñado entonces es que la nacionalizada industria de armamentos francesa pudo haber forjado allí un mecanismo para el espionaje industrial para "coronar" en el mercado bélico indio y desplazar a sus competidores.
Aunque hasta el momento no se ha producido ninguna acusacion directa de parte del gobierno hindú, la prensa del país le ha dedicado páginas enteras a la "conexiónfrancesa", después de las revelaciones del ministro del Interior. El coronel Alain Bolley, quien aparentemente recibía documentos secretos de Coomar Narian, no fue deportado como podría esperarse, pero el gobierno francés fue invitado a que lo retirara de su embajada. Ese mismo día, el domingo 20, Bolley era llamado de urgencia a París y Francia producía un lacónico mensaje en el que se declaraba "ajena al asunto".
La ambiguedad derivada de las acusaciones indirectas de la India y el silencio con el que ha respondido París no contribuyen a disminuir la tensión que se ha generado entre ambos paises, tensión que, además,ha venido a agravarse con rumores que implicarían a otro ciudadano francés, un misterioso personaje ajeno al cuerpo diplomático que habría alcanzado a huir el sábado, y quien sería el verdadero cerebro de la red. El periódico conservador Times of India, según lo cita el diario Le Monde, admitía en uno de sus editoriales: "Nada de lo que pasa en la secretaría del primer ministro (hindú) o en el ministerio de Defensa, parece escapar a las miradas indiscretas del gobierno francés". El periódico, considerado por algunos como la voz del gobierno, se preguntaba hasta qué punto "los franceses se han mostrado demasiado activos en este país al que le venden toda suerte de equipos caros, que van desde teléfonos hasta el Mirage 2000", y hasta donde el éxito comercial francés en la India no estaría relacionado con "el acceso que éstos han tenido a los secretos más importantes del gobierno hindú".
El primer ministro Rajiv Gandhi ordenó la revisión del servicio de inteligencia del país y su ministro de Defensa nombró a un veterano jefe de inteligencia en retiro, R.N. Kao, para dirigir el grupo especial que investigará el caso, cuyo esclarecimiento llegará hasta sus últimas consecuencias "sin importar quien esté involucrado", según airadas palabras del Primer Ministro. Hasta el cierre de esta nota estaban arrestados 10 empleados de base, dos hombres de negocios, y otros 12 funcionarios se hallaban retenidos y en interrogatorios. Por otra parte, tres diplomáticos norteamericanos y dos de la RFA iban a ser deportados por presuntas conexiones con el escándalo.
Mientras tanto el misterio crece.
¿Estaba Bolley en efecto en el centro de la red de espionaje? De ser así ¿para quién trabajaba? ¿Para la CIA? ¿Para el gobierno francés? En medios diplomáticos franceses se deja oir aún otra posibilidad: Bolley habría podido ser en verdad víctima de maniobras de países en competencia con Francia por la atribución de contratos de armamento aún en discusión. De hecho, cuatro países europeos, Francia, Suecia, Austria y Gran Bretaña están a la espera de una decisión hindú concerniente a un contrato de compra de material militar, por valor de 1 millón de dólares. Con este negocio, uno de los más importantes en que se haya embarcado el país, la India intenta dotarse de 400 cañones remolcables de 155 mm. Y hasta antes del "affaire Bolley", Francia parecía efectivamente mejor situada que sus competidores. Si los rumores que hoy acusan al gobierno francés llegan a confirmarse, el asunto Bolley bien podría pasar a la historia, tal como lo anota Le Monde, como "la torpeza más costosa en toda la historia del espionaje internacional". Si Bolley es inocente, alguien se está anotando un "gol de oro". -