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¿CHECHE...QUE?

Un país de nombre impronunciable y sólo un millón de habitantes es la espina de turno en el zapato del gigante ruso.

2 de enero de 1995

CHECHENIA ES, COMO SU nombre lo indica, un país desconocido localizado en las faldas del Cáucaso. Se trata de una de las 22 repúblicas autónomas que, junto con otras 67 regiones, integran la Federación Rusa, la heredera mayor de lo que se llamó Unión Soviética. Su población, mayoritariamente musulmana, apenas rebasa el millón de habitantes, y su territorio es poco mayor que el de Cundinamarca.
Ese enclave de dimensiones tan estrechas es, sin embargo, el mayor foco de tensión que enfrenta en estos momentos la Federación Rusa. La situación de Chechenia parece la confirmación de que no hay enemigo pequeño, ni siquiera para el país más grande del mundo.
Los problemas de Chechenia con Moscú no son de ahora. El pequeño enclave ha luchado durante la mayor parte de los últimos 100 años por su independencia, y de hecho su actual líder, Jokhar Dudayev, proclamó la soberanía de su país en 1991, tan pronto como la desintegración de la Unión Soviética le dio la primera oportunidad.
Pero resulta que, como dice Boris Yeltsin, Chechenia es integrante de Rusia, no de la ex URSS, y por lo tanto lo que suceda en su capital, Grozny, es de incumbencia de Moscú. No se trata solamente de un interés puramente histórico o político. Chechenia tiene una importancia estratégica crucial, sus recursos petroleros la convierten en un tesoro y es un centro de la mafia.
De ahí que Moscú haya intentado por todos los medios recuperar el control sobre ese territorio. Cuando se declaró la independencia, Yeltsin envió un destacamento, que fue rechazado en forma humillante sin disparar un solo tiro. Los militares rusos quedaron limitados a tender un cerco alrededor de sus fronteras y a promover que la oposición se rebelara contra el independentismo de Dudayev. Fue así como se constituyó el llamado 'Consejo Interino', encabezado por amigos de Moscú como Umar Avturkhanov y el ex presidente del parlamento ruso, Ruslan Khasbulatov.
Pero el desempeño militar del 'Consejo' ha sido bastante dudoso, y ha tenido que recurrir a la ayuda rusa, algo que el gobierno de Yeltsin niega vehementemente. Por eso, cuando las tropas de Dudayev capturaron 70 supuestos rusos que luchaban al lado de los rebeldes, Moscú afirmó que se trata de mercenarios, lo que podría llevar a su fusilamiento.
La semana pasada Yeltsin puso un ultimátum a las partes para que detuvieran "la lucha fratricida", y todo el mundo, incluidos los habitantes de Grozny, pensaron que el oso ruso desplegaría sus garras, cansado de los retozos independentistas. Al final de la semana, cuando la lucha continuaba bien pasada la hora cero, la misma gente se preguntaba si Moscú definitivamente habría perdido toda posibilidad de controlar la situación. Las implicaciones ante los numerosos separatismos serían enormes, porque el oso habría perdido los dientes.