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CUANDO LOS COLEGIALES CRECEN

Las protestas estudiantiles francesas contra el proyecto de reforma universitaria, obligan a Chirac a retirarlo y ponen en entredicho su gestión

12 de enero de 1987

Difícilmente podría compararse con Mayo del 68. No tiene sus dimensiones, ni sus implicaciones y mucho menos sus objetivos. Mientras en aquella época los estudiantes franceses peleaban por tratar de cambiar el establecimiento, esta vez buscaban exactamente lo contrario: tratar de preservarlo. Pero aun así, las manifestaciones en contra de la reforma universitaria propuesta por el gobierno de Jacques Chirac, que dejaron un muerto y más de un centenar de heridos, constituyen el revés más grande para el Primer Ministro en los 9 meses de su administración.
Inicialmente se trataba de una simple protesta pacífica, común en los estudiantes franceses, para rechazar un proyecto por el cual se daba a las universidades autonomía para establecer el costo de las matriculas, los requisitos de admisión y otorgar títulos. Dentro del ámbito estudiantil, la reforma, cuyo objetivo según el gobierno era el de mejorar la calidad de la educación superior proporcionándole más recursos y haciéndola más selectiva y competitiva, resultaba a todas luces elitista y excluyente. Actualmente sólo las grandes écoles universidades de gran prestigio a las que ingresa un 10% de los estudiantes, tienen exámenes de admisión. En las demás universidades, todos los estudiantes con título de Baccalauréat son admitidos, aunque se estima que sólo la mitad de quienes entran a primer año obtiene finalmente un título.
La negativa del ministro de Educación, René Monory, después de la visita de una comisión de estudiantes a retirar el proyecto desató, sin embargo, una ola de violencia que comenzó con las consabidas quemas de carros, pedreas y gases lacrimógenos y culminó con la muerte de Malik Oussekine, un estudiante de 22 años de origen algeriano, quien falleció de un ataque cardiaco, al parecer después de haber sido fuertemente golpeado por la Policía antimotines.
Chirac y el presidente Francois Miterrand, que se encontraban en Londres en la reunión de la Comunidad Económica Europea, tuvieron que regresar anticipadamente a París. El ministro adjunto para la Investigación y la Educación Superior, Alain Devaquet, autor del proyecto, renunció y finalmente el Primer Ministro se vio obligado a retirar la propuesta ante las presiones de los estudiantes que, apoyados por la socialista Confederación General de Trabajadores (CGT), la central obrera más importante, continuaron desfilando masivamente por las calles del Barrio Latino centro de la actividad estudiantil. El retiro se hizo "un poco tarde, pero aún a tiempo", según el presidente Mitterrand que, tácitamente al lado de los estudiantes, tal vez más por conveniencia política que por total convicción, no perdió la oportunidad para echar su sablazo.
Aunque a primera vista las consecuencias inmediatas de las protestas no van más allá del frustrado intento de reforma universitaria, el anuncio del gobierno de no citar a sesiones extraordinarias de la Asamblea General en enero y posponer la presentación de otros proyectos que ya habían sido anunciados, como el de mayores restricciones para la adquisición de la ciudadanía francesa, la administración de las prisiones por empresas privadas y el nuevo plan de gastos militares, dejó entrever que afronta dificultades. Si bien los conservadores ganaron las elecciones de marzo que llevaron a Chirac al poder, el rompimiento con el socialismo prometido por el Primer Ministro ha resultad más difícil de llevar a cabo de lo que se imaginaba. La mayoría obtenido en la Asamblea es de sólo tres escaño y por tanto obliga al gobierno a ser muy cauteloso en sus movimientos.
Por ello, y previendo que la presentación de los demás proyectos pudiera generar nuevas manifestaciones de protesta, Chirac decidió por ahora quedarse quieto y esperar más bien a las sesiones ordinarias de abril, cuando los ánimos pueden estar más calmados. Aunque eso no le garantiza que sus propuestas pasen, por lo menos le permite tomar aire hasta entonces, cuando después de un año al frente del gobierno y a un año de las elecciones, no le quedará más remedio que lanzarse definitivamente al ruedo, y demostrar que la frase "La ley no se hará en las calles", con que su gobierno pretendió desconocer las protestas de los estudiantes, es sólo una frase y aún hay un Primer Ministro que domina la situación.
La tarea no será, sin embargo, fácil. El hecho de haber cedido frente a las exigencias de los estudiantes y según la prensa francesa del propio presidente Mitterrand, sin duda alguna le ha restado puntos a Chirac dentro de sus más fieles seguidores en la derecha, quienes lo han interpretado como un imperdonable signo de debilidad que deteriora la imagen del Primer Ministro y de su gobierno, pero ante todo la de la capacidad de la derecha para sostener las riendas del gobierno dentro del esquema de cohabitación, sin dejarse presionar por el Presidente socialista.--