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EL CLAMOR EN EL DESIERTO

Derrotados pero no domados, los palestinos salen de Beirut hacia un nuevo éxodo ¿Que seguirá ahora?

27 de septiembre de 1982

"Biladi, Biladi, Fatah, Al Saura, Allahadi" Mi patria, mi patria, con Al Fatah, la revolución, por voluntad de Alá. En el barrio de Fakhani, baluarte de la OLP en Beirut, los niños cantan como buenos futuros combatientes mientras saludan con lágrimas a sus padres y hermanos mayores, los fedayines, que parten rumbo a una nueva diáspora. El éxodo, que teóricamente pone fin a la guerra iniciada con la invasión Israelí del 6 de junio aporta nuevos coloridos a la tragedia espectáculo del Líbano, que en las pantallas de TV compite este año en popularidad con el mundial de fútbol.
Iniciada el 21 de agosto, la evacuación deberá quedar completada en 15 días. El plan del mediador norteamericano Philip Habib programó la salida de entre seis y ocho mil combatientes de la OLP (no se sabe bien cuántos son y esto dará lugar a nuevos pleitos) junto con 1.500 soldados sirios, luego de una resistencia desesperada de setenta y nueve días en el sector occidental de Beirut. Se paga así el precio de una derrota digna: los "fedayins" parten con la frente alta, haciendo la "V" de la victoria, en un clima de fantasía beduina.
Los saludan nutridos tableteos de ametralladoras disparadas al aire y de cañonazos que por fortuna terminan en el vecino mar Mediterráneo. Las mujeres lloran en común con sus maridos y los hijos que emprenden la hégira, pero les dan corage entonando el famoso "Yiuu, Yiuu, Yiuu" el grito árabe del desierto.
Muchos agitan carteles: "Sharón Nerón" dice uno. "Khadafi, dónde están tus aviones Mirage" ironiza otro. No faltan los civiles que llevan camisetas con la inscripción: "Soy un sobreviviente de la operación Paz para Galilea" el nombre hipócrita que el primer ministro israelí Menágem Beguin eligió para nombrar la invasión.
Pero hay tanta tristeza. En el fondo, todos saben que se trata de una derrota. Batidos pero no domados, los palestinos deberán ahora distribuirse en ocho países árabes, la mayoría lejanos de la tierra prometida, Siria, Irak, los dos Yemen, Sudán, Túnez Jordania; ninguno de estos gobiernos tolerará que en su territorio nazca un santuario palestino como el que la OLP había creado en el Líbano favoreciendo las condiciones para la reacción Israelí y esparciendo el rencor en amplios sectores de la población libanesa, humillada por el "Estado dentro del Estado" que sostenían los fedayines.
¿TRIUNFO O DERROTA?
El orgullo dicta algunas declaraciones: "Hemos logrado una gran victoria política" afirma Yasser Arafat, jefe de "Al Fatah", el grupo principal y líder de la propia OLP. Tiene razón cuando agregaba: "El mundo ha tomado conciencia de las dimensiones y de la justicia de la causa palestina" Cada bomba "televisada" que cayó en Beirut Occidental hizo también impacto en la opinión pública internacional y abrio además profundos cráteres en el consenso interno de Israel, donde son muchos los que están en contra de la política de escarmiento y liquidación emprendida por Beguin con el concurso de Ariel Sharon, ministro de la Defensa y candidato "in pectore" a sustituir a Beguin como líder de las derechas nacionalistas.
El mundo tiene hoy más conciencia de que es necesario resolver el rompecabezas palestino. Es cierto. ¿Pero cómo? Faruk Kadumi, que en el puerto chipriota de Larnaca abrazó a los primeros contingentes que venían de Beirut, aseguró que la OLP no se dejará arrastrar otra vez por el espejismo de las acciones terroristas. Así sea; pero será más difícil que nunca controlar el archipiélago de grupos y sectas que integran las organizaciones sometidas más que nunca a la presión de los gobiernos árabes que los hospeden y sensibles a las aventuras telecomandadas por quienes tienen intereses en incendiar el Medio Oriente.
Entre los edificios convertidos en coladores que rodean las sedes más importantes y los campos de refugiados en Beirut Occidental, Nayef Hawatmeh, líder del Frente Democrático, la facción minoritaria de estrecha observancia moscovita, recuerda que nadie en el mundo árabe, logró como nosotros resistir a los Israelíes. I'ero como dijo Churchill, en medio de la euforia que siguió a la evacuación de Dunkerque, durante la Segunda Guerra Mundial el manto de palabras no debe hacer olvidar, que las guerras no se ganan con retiradas.
"Israel paga caro el triunfo" asegura un diario musulmán de Beirut.
Sin duda la buena imagen de Israel yace también entre los escombros de Sidon y Tiro, las zonas urbanas que el ejército israelí debía hacer papilla. La marcha hacia el corazón y el cerebro de la OLP terminó enredada por la táctica guerrillera, que emplearon los combatientes de la OLP, sabiendo que la lucha frontal era una locura. La telaraña terminó por funcionar en Beirut: doce treguas concertadas por Fhilip Habib en nombre del presidente de Estados Unidos, impidieron que el puño de hierro del "Blitz" judío terminara por hacer culminar en una masacre final, la operación, "Paz en Galilea".
Beguin y Sharon no consumaron totalmente sus objetivos, pero realizaron una buena parte de sus planes, sobre todo Menágem Beguin. Líder histórico de la oposición nacionalista al socialismo sionista de Ben Gurion, Golda Meir y sus asesores. El hombre que hoy gobierna a Israel representa la tradición de los halcones, los de la Banda Stern y del grupo Irgum, que el mismo dirigía. A esa misma mentalidad intransigente hay que adscribir al propio Sharon y a Raful, Eytan, el jefe del estado mayor del ejército judío.
Mientras la mayor parte de los israelíes apoyen esta línea (los socialistas del "Maraj", están en la oposición desde 1.977) no habrá ni en sueños un embrión de Estados Palestinos.
Sharon tiene ideas claras al respecto: si fuera por él Arafat podría sustituir al rey Hussein en Ammán y Jordania pasar a llamarse Palestina.
Sharon y sus halcones estarían incluso dispuestos a darle una mano a la OLP cargándose a Hussein en un abrir y cerrar de ojos, de acuerdo a la mejor tradición del "Mossad", los servicios secretos.
Beguin y Sharon combinaron juntos la invasión sobre la base de una precisa idea estratégica. La clave actual del conflicto son los cinco mil kilómetros cuadrados que forman la Cisjordania, un pañuelo de tierra fértil situado entre las colinas de Jerusalén y el río Jordán donde viven 80.000 palestinos Ese territorio ocupado en la guerra de 1.967 constituye el núcleo del futuro Estado Palestino. Con memoria bíblica los judios llaman Samaria y Judea a la región y los partidarios del "Gran Israel", cuyo líder político es el propio Beguín, sostienen que Cisjordania forma parte del Estado judío Para las derechas nacionalistas los árabes palestinos pueden aspirar, al máximo, a una autonomía municipal, pero dejando en claro que la soberanía de los territorios pertenece a Israel.
Millares de colonos están siendo asediados y una administración civil presidida por el profesor Menágem Nilson, ha reernplazado ya al gobierno militar. El plan de Beguin se basa en la promoción de una clase dirigente palestina colaboracionista en Cisjordania, que demuestre que la OLP no representa a los árabes que habitan en "Gran Israel".
ENORMES INCOGNITAS
La invasión al Líbano fue, pues, exquisitamente una maniobra política realizada con medios militares. Premisa indispensable para domestiear Cisjordania era la liquidación del santuario de la OLP en el Líbano. A esta altura de los acontecimientos resulta imposible medir hasta qué punto el gobierno Israelí ha logrado esa aspiración de fondo. Las contradicciones y las incógnitas son enormes en esta nueva era que la guerra en el Líbano ha abierto en el drama Medio-Oriental. Veamos algunas de las principales situaciones planteadas.
Exodo Palestino- En el Líbano quedan cuatrocientos mil refugiados palestinos. Fuera del alcance del ejército israelí permaneeen los campos y los combatientes de la OLP situados al norte de Beirut. Seguramente varios cientos de fedayines, se han mimetizado en Beirut con documentación libanesa. Cuando quede completada la evacuación, tres mil combatientes quedarán bajo la férula siria. Los principales organismos políticos estarán bajo la jurisdicción de Damasco, aunque Yasser Arafat se sustraerá al control del presidente Assad refugiándose en Túnez.
Un gran dilema es. cómo coordinar a una OLP fracturada en no menos de ocho países que mantendrán bajo la lupa y desarmados a los fedayines para evitar que se conviertan en factores de revueltas internas.
Estados Unidos Washington, es el gran vencedor político de esta guerra.
Ha logrado todo: la OLP está a la deriva y necesita más que nunca un reconocimiento de los Estados Unidos que les permita, a través de de la "Pax Americana" negociar la realización del Estado palestino. El gobierno Reagan no pagó el precio de un reconocimiento previo de la OLP, lo que habría significado una grave ruptura con Israel y un enfrentamiento político incalculable con la comunidad judía norteamericana, en tiempo de campaña electoral parlamentaria. La moderación impotente de la Unión Soviética y la parálisis del mundo árabe demostraron que, como había previsto el difunto líder egipcio Anuar El Sadat, las claves de la paz en Medio Oriente pasan por el meridiano del arbitraje norteamericano.
Con Israel hubo además, coincidencias de fondo y discrepancias secundarias importantes que otorgan a Washington más libertad de acción en la etapa que se inicia. Reagan estaría por nombrar un supervisor y coordinador de la política en Medio Oriente, para lo cual podría ser designado el experto Joseph Sisco. Cuenta también el gobierno norteamericano con un fiel aliado: Francia.

Bajo el trauma de los acontecimientos y de la guerra Irán-Irak, el mundo árabe se reunirá el 6 de septiembre en Marruecos. Es evidente que los países moderados, con total apoyo de Estados Unidos, tienen la iniciativa en sus manos en tanto que el"Frente de Rechazo" ha estallado: Irak dialoga con Washington, Libia ha elegido el cómodo papel de la intransigencia lunática, Siria constituye un caso aparte. Al mismo tiempo nuevamente se propone el plan del rey de Arabia Saudita, Fahd, que contempla tanto el reconocimiento de Israel como las aspiraciones palestinas. Egipto ha regresado al juego, congelando las negociaciones de Camp David con Israel para la autonomía palestina.
Mubarak, reclama a Washington que defina su concepción de la autonomía palestina. Arabia Saudita, Egipto y la Comunidad Europea podrían gestar un plan de paz, coordinado más o menos bajo la mesa con los norteamericanos que constituiría un arma formidable para moderar tanto a los nacionalistas israelíes como a los radicales palestinos.
Por su parte, Siria se prepara para una guerra defensiva con Israel, desplegando importantes medios militares en el valle de la Bekaa, estratégica zona libanesa que protege su frontera occidental. Sharon anunció que los cañones israelíes "apuntan a Damasco", pero entre Israel y Siria hay grandes espacios para llegar a un acuerdo. Las posibilidades son dos: el retiro de ambas fuerzas a sus respectivas fronteras o la división de áreas de influencia en el Líbano.
Para el Líbano, el peligro de terminar descuartizados entre sirios e israelíes alarma al universo de facciones árabes, cristianas y musulmanas que pujan todas por la hegemonía desde que ese país fuera inventado por los franceses hace décadas. Los norteamericanos dicen que auspician un gobierno "fuerte y autónomo" fuera del alcance de los apetitos de Damasco y Tel Aviv. Pero lograr un nuevo equilibrio parece una misión imposible.