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Obama es reconocido como un poderoso orador y se le atribuyen algunos de los mejores discursos contra la guerra de Irak, a la que se opuso desde el comienzo

Estados Unidos

El negro tiene tumbao

El carismático Barack Obama anunció que podría competir por la candidatura demócrata y convertirse en el primer Presidente afroamericano en la Casa Blanca.

28 de octubre de 2006

Con el estímulo de los sondeos que les otorgan la ventaja de cara a las elecciones legislativas del 7 de noviembre, los demócratas estadounidenses ya sueñan con la presidencia en 2008. Y para muchos, ese sueño se alimenta con la esperanza de ver como candidato a Barack Obama. Aunque el joven político había dicho que no pensaba lanzarse por la Presidencia antes de 2012, la semana pasada, en medio de la gira promocional de su segundo libro, The audicity of hope (La audacia de la esperanza), abrió la ventana. "He pensado sobre la posibilidad, pero no con la seriedad y la profundidad que hacen falta", aseguró en una entrevista.

El carismático senador de 45 años irrumpió con una inusual fuerza en la política nacional catapultado por su discurso en la convención demócrata de 2004 en Boston. En ese desastroso año electoral para su partido, la apabullante victoria de Obama en Illinois, con el 70 por ciento de los votos, lo posicionó como la estrella ascendente.

Son muchas las voces que piden su candidatura. Los escasos dos años en el Senado le han bastado para crear una excelente imagen. Su popularidad y su carisma son tan arrolladores, que permiten creer que Obama tiene todo para ser el primer Presidente de raza negra en Estados Unidos. Es un poderoso orador, inteligente y apasionado y, por si hiciera falta, es bien parecido. A diferencia de Hillary Clinton, la favorita para llevarse la candidatura demócrata, Obama criticó la guerra de Irak desde el comienzo, una gran fortaleza electoral frente a los republicanos. Pero la mejor explicación para su atractivo político radica en su propia historia.

Obama personifica la multiculturalidad de Estados Unidos. Como aseguró en aquel famoso discurso, "en ningún otro país en la tierra mi historia es siquiera posible". Hijo de un emigrante keniano y una mujer blanca de Kansas, Obama nació en Hawai. Sus padres se separaron a los dos años y el segundo matrimonio de su madre lo llevó a vivir cuatro años en Indonesia. El "niño flacuchento con nombre gracioso", como él suele describirse, regresó a Hawai, donde fue criado por sus abuelos maternos para después estudiar ciencia política en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Se dedicó al trabajo comunitario durante varios años en Chicago y después estudió derecho en Harvard, donde se convirtió en el primer presidente afroamericano del Harvard Law Review, la prestigiosa revista de derecho. Gracias a esa notoriedad, publicó en 1995 Dreams of my father (Sueños de mi padre), sus memorias.

Después de graduarse con honores, se dedicó a defender los derechos civiles de las minorías en Chicago y a enseñar derecho. Su carrera política comenzó hace una década como diputado local en Illinois, el primer paso para la victoria de 2004 que lo convirtió en el tercer afroamericano en llegar al Senado.

Para los analistas, el rasgo más sorprendente de Obama es su capacidad para cruzar las fronteras no sólo de raza, sino también las de ideología y de clase para seducir a todo tipo de votantes, incluso a los más conservadores. Él asegura que sabe cómo abordarlos porque son como sus abuelos. Su trayectoria demuestra que es un liberal progresista, pero ha forjado su reputación por tender puentes con los republicanos, de ahí que le apodaran el 'candidato púrpura' por la mezcla de los colores de los dos partidos tradicionales.

Obama afirma que después de las legislativas se detendrá a pensar en su candidatura. Los más escépticos señalan que le hace falta una mayor trayectoria política y recuerdan que otro afroamericano, el ex secretario de Estado Colin Powell, despertaba en 1995 una euforia similar que nunca lo llevó hasta la Casa Blanca. Otros apuntan que la mejor manera de capitalizar su atractivo sería como Vicepresidente del candidato demócrata. Pero sus seguidores, que se multiplican cada día, siguen convencidos de que Obama es la carta ganadora.