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Firmes en Caracas

Entre números inciertos y denuncias finalizó la primera etapa en el camino a los referendos revocatorios, mientras el país parece acercarse a una salida democrática.

8 de diciembre de 2003

La semana pasada hubo dos celebraciones simultáneas en cada extremo de Caracas, y aunque una fue organizada por el chavismo y otra por la oposición, ambas tenían un motivo: la victoria. Los seguidores del presidente Hugo Chávez dicen que recogieron 2,6 millones de firmas, más que suficientes para convocar el revocatorio a 37 diputados de oposición. Mientras tanto la Coordinadora Democrática (CD) habla de 3,6 millones de firmas.

Esta última cifra supera el porcentaje mínimo necesario para la revocatoria presidencial. Si se compara con el total del censo electoral venezolano (poco más de 12 millones de personas) no resulta llamativa, sin embargo la oposición no la menosprecia ya que casi alcanzó la votación con la que Chávez fue electo presidente.

Pero los números no tienen carácter oficial, son proyecciones hechas por las partes interesadas y el Consejo Nacional Electoral (CNE) tiene la última palabra. El proceso de verificación de las firmas será arduo pero, según el reglamento vigente para los referendos, no puede demorar más de 30 días a partir de la entrega de rúbricas. Desde el final de esta semana, cuando se espera que ambos grupos consignen el material que recabaron, organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Centro Carter estarán vigilando el procedimiento.

Pero estos no serán los únicos ojos que seguirán de cerca la transcripción, revisión y comparación de los datos con el censo electoral. Habrá observadores de la oposición y del chavismo. Estos últimos han dado contundentes declaraciones en las que señalan que la Coordinadora Democrática hizo trampa.

"Megafraude" fue la palabra que utilizó el presidente Hugo Chávez para calificar el "reafirmazo" de la oposición. Para un sector de la población la palabra es la más fehaciente muestra de que el mandatario está entre la espada y la pared, mientras que para sus seguidores es una descripción fiel del proceso que vivió el país del 28 de noviembre al primero de diciembre. El vicepresidente José Vicente Rangel habló incluso de un "tercer golpe" que estaría fraguando la CD. La frase se refiere a la intentona del 11 de abril de 2002 como el primero y al paro petrolero de finales del mismo año como el segundo.

Willian Lara, diputado oficialista e integrante del Comando Ayacucho

-grupo organizador de los revocatorios para diputados opositores- dijo a SEMANA que están terminando de recaudar las denuncias de irregularidades y sus pruebas para presentarlas ante el CNE. "Tenemos casos de falsificación de cédulas, alteración de actas y presión de algunos empresarios, quienes amenazaron con despedir a los empleados que no firmaran por la revocatoria presidencial. Esta última táctica se aplicó en un importante diario de circulación nacional", afirmó Lara. Según el diputado, en algunos hospitales de la capital se les puso a los pacientes como condición para ser atendidos que estamparan sus rúbricas contra Chávez.

"Nosotros no vamos a caer en contrapunteos con el gobierno", dijo en cambio Antonio Ledezma, coordinador de Regiones de la CD y corresponsable de la organización del "reafirmazo". En lo que pareciera ser un viraje esperarán pacientes pero atentos el veredicto del CNE, porque están convencidos de que la cifra que anunciaron tiene más de 96 por ciento de confiabilidad. "No hay que caer en nerviosismos, porque lo que busca Chávez es calentar el ambiente y luego plantear una negociación para convocar a elecciones generales anticipadas o una enmienda constitucional", aseguró Ledezma.

Entre los grupos opositores, que a veces ponen al descubierto sus fisuras, parece haber consenso en que la única vía posible es la que establece la Constitución. Aunque en su momento la reglamentación proclamada por el CNE para la colecta de firmas fue tildada por ellos de inconstitucional y obstaculizadora del proceso, ahora se ha convertido en una garantía de legitimidad para las firmas de ambos bandos.

El hecho de que las planillas para firmar fueran elaboradas en papel de seguridad y que debían incluir nombre, cédula, fecha de nacimiento y huella digital, además de la presencia de observadores de ambos bandos y observadores internacionales, reduce al mínimo las probabilidades de fraude. En este punto coinciden una fuente de la OEA en Venezuela, para quien estos factores convirtieron el proceso casi en un referendo. "El clima fue de mucha seriedad, fue casi como un acto solemne para los venezolanos, quienes hicieron filas hasta de cinco horas", dijo la fuente a SEMANA.

Al igual que la OEA, los países integrantes del Grupo de Amigos expresaron satisfacción por las jornadas que vivió Venezuela ya que a pesar de algunos incidentes aislados, la organización estuvo al nivel de un proceso electoral. Incluso ocurrieron episodios impensables en medio de la polarización. Cuenta un observador internacional que los voluntarios chavistas y opositores, después de haber convivido durante dos jornadas en las mesas de recolección, se abrieron las puertas de sus casas para almorzar o simplemente dialogar sobre sus puntos de vista.

El vecino conflictivo parece estar dando señales de pacificación y entendimiento, esta Navidad se perfila menos convulsionada que la anterior y con el camino trazado hacia salidas democráticas concretas. Si ambos bandos logran aislar a sus sectores 'talibanes' minoritarios y reconocen los dictámenes del CNE, Venezuela podrá mostrar al mundo que aprendió de sus errores y que tiene una democracia consolidada. Por ahora ese árbitro tiene la palabra, aunque la actitud del gobierno de Chávez podría proyectar una sombra de duda sobre un proceso cuyas fallas, mientras no se demuestre lo contrario, no son visibles.