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Chávez resultó vacilante, y solo caminó unos pasos en la ceremonia, en la que aparece con el vicepresidente Elías Jaua.

VENEZUELA

Juego de tronos

Al integrar por primera vez el Consejo de Estado, un órgano consultivo previsto en la Constitución desde 1999, un Chávez frágil y de voz quebrada parece dar las primeras puntadas hacia su sucesión.

5 de mayo de 2012

"Cristo continuará haciendo el milagro", dijo el presidente venezolano Hugo Chávez poco antes de abordar su avión hacia Cuba, donde le esperaba una nueva sesión de radioterapia contra su agresivo cáncer. Y mientras se aferra a la intervención divina y trata de gobernar a distancia, en Caracas desde hace unas semanas el nerviosismo en la cúpula es palpable y los rumores de que el chavismo prepara la sucesión de su líder son cada vez más difíciles de atajar.

Esa sensación fue reforzada el jueves cuando el presidente integró el Consejo de Estado, un órgano creado en la Constitución de 1999, pero nunca activado. En la ceremonia apareció Chávez visiblemente demacrado, caminó apenas unos pasos y cuando habló, apoyado permanentemente en un gran atril, su voz sonó tenue y en ocasiones quebrada. Nunca antes los venezolanos lo habían visto así, a lo que se añaden reportes según los cuales hoy se moviliza principalmente en una silla de ruedas, cuidadosamente ocultada por sus asesores.

En teoría el Consejo, conformado por el vicepresidente Elías Jaua, el exvicepresidente José Vicente Rangel, el escritor Luis Britto, el almirante Carlos Giacopini y el embajador ante la OEA Roy Chaderton, entre otros, solo tiene una función de "consulta del gobierno y de la administración pública nacional". Pero en un país donde la enfermedad presidencial ha sido manejada de manera tan opaca y donde la polarización es extrema, los rumores están disparados. Por eso muchos creen que esta junta de sabios chavistas sería la forma ideal de controlar el país si el presidente no está, al anular las peleas entre sus partidarios y evitar un vacío de poder.

Hace diez días llegó una primera alerta cuando se filtraron las declaraciones de Wilmar Castro, gobernador de Portuguesa y coordinador del comando electoral chavista. Dijo ante los jefes regionales de campaña que "el presidente tiene cáncer, no es cualquier cosa. Y cualquier conflicto se puede desatar". Añadió que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tenía que prepararse y que hay tres escenarios posibles de cara a las elecciones del 7 de octubre: una campaña con un Chávez debilitado, comicios sin Chávez o la supresión del sufragio.

Aunque varios diputados del PSUV se apresuraron a distanciarse de esas palabras, en el aire quedó la impresión de que ya se contempla un futuro sin el teniente coronel. Ahora, los ojos están sobre Jaua. Constitucionalmente reemplazaría al mandatario si se retirara y su poder fue además reforzado ahora que encabeza el Consejo de Estado. Lideró las celebraciones del primero de mayo y parece llevar la batuta, pero cada vez se especula más que Chávez cambiaría al vicepresidente en las próximas semanas. El ungido sería el canciller Nicolás Maduro, quien tiene un buen manejo de la maquinaria del PSUV. Los 'rumorólogos' tampoco quieren descartar a Rangel, excanciller, exministro de Defensa, exvicepresidente y una figura potencialmente más conciliadora que Jaua o Maduro.

Para añadir más incertidumbre, la semana pasada se publicaron nuevas encuestas. Chávez le ganaría a Henrique Capriles, pero todo se complicaría si el presidente no estuviera en la contienda. Frente a la oposición, Jaua conquistaría 29 por ciento de los votos, mientras Maduro obtendría 23 por ciento. Ninguno de los dos es tan fuerte como para perpetuar el legado, pero ninguno es tan débil como para pensar que no tiene la posibilidad de conquistar el poder. Esto abre las puertas a terribles pugnas internas y por ahora deja claro que sin su comandante el socialismo del siglo XXI tiene un futuro bastante nublado.