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Justicia y memoria

12 de diciembre de 2009

A pocos días de las elecciones presidenciales una bomba política estalló en Santiago cuando se supo que el ex presidente Eduardo Frei Montalva, uno de los principales opositores al dictador Augusto Pinochet, no murió por causas naturales, sino que fue asesinado. Un juez ordenó capturar a seis personas por su supuesta responsabilidad en la muerte de Frei Montalva, padre del también ex presidente y ahora candidato del oficialismo Eduardo Frei Ruiz-Tagle. Según nuevas pruebas forenses, el ex mandatario, que adelantaba en 1982 su campaña contra la permanencia del tirano, habría sido envenenado con talio y mostaza sulfúrica en una clínica en Santiago. Como era de esperarse, la noticia agitó la campaña y todos los candidatos se pronunciaron. El puntero, Sebastián Piñera, candidato de derecha y quien sería el más afectado por la revelación, afirmó que el caso era “una herida abierta en el alma de la nación”, pero criticó al gobierno por darle visibilidad al caso pocos días antes de los comicios. Frei, por su parte, suspendió sus actividades, visitó la tumba de su padre y afirmó que su asesinato marcaba un “antes y un después” pues nunca antes se había atentado contra un presidente. El independiente Marco Enríquez-Ominami, quien espera arrebatarle a Frei el paso a la segunda vuelta, criticó a éste por su insensibilidad con la izquierda, pues falló en recordar que Allende también había sido asesinado. La presidenta Bachelet se mostró satisfecha con la justicia que, aunque tarde, llegó, y afirmó que era sano para la sociedad chilena. El primer caso de magnicidio estudiado por la justicia chilena será largo, pues los procesados pueden apelar, mientras los familiares de Frei buscarán que se nombren los autores intelectuales del crimen, incluido Pinochet.