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La rabieta de Schroeder

El canciller alemán convocó a elecciones generales un año antes de lo previsto. Una mujer podría convertirse en la primera gobernante de la historia germana.

29 de mayo de 2005

El domingo el canciller (primer ministro) alemán Gerhard Schroeder tomó una decisión sorpresiva. La coalición rojiverde, integrada por el partido socialdemócrata de Schroeder -SPD- y los verdes, acababa de perder los comicios de Renania del Norte-Westfalia, el land más poblado del país y viejo fortín de los socialdemócratas. El canciller convocó de inmediato a elecciones generales un año antes de lo previsto y dejó perpleja a la opinión pública. "¿Está loco?", se preguntaban no sólo muchos integrantes de su partido sino también los líderes del opositor partido Unión Democristiano -CDU-, que había salido victorioso en las elecciones. Es un "suicidio por miedo a morir", escribió el lunes la prensa alemana.

Schroeder tenía varios caminos. "Ante la gravedad de la derrota de Renania- Westfalia, el bloqueo legislativo por el control opositor de la Cámara Alta (Bundesrat) y el profundo desánimo de la población, la situación que se le planteaba era de perder este otoño o pasar otro año de calvario personal inútilmente. Ha adoptado la primera alternativa", explicó a SEMANA Hermann Tertsch, experto del diario El País, de Madrid.

Para otros analistas Schroeder podría haberse quedado quieto a la espera de que cambiara la percepción popular sobre las reformas económicas y laborales de su gobierno, conocida como la agenda 2010. Con esas directrices el gobierno aspiraba a enfrentar el problema de los cinco millones de desempleados en una economía de bajo crecimiento.

Otros explican la estrategia de Schroeder como una manera de quitarle importancia a la derrota del domingo y centrar la mirada en las elecciones generales. O como escribió Richard Bernstein en The New York Times "la ventaja para Schroeder es que cambió de tema, de su fracaso como canciller y el elevado número de desempleados pasó a preguntar si sus oponentes podrán hacerlo mejor".

Algunos también afirman que el canciller pretende que sus oponentes democristianos le muestren a la opinión su propio plan de gobierno, que sería mucho más duro en materia social que el suyo. Lo que también se ha advertido en Alemania es que nadie podrá sacar adelante las reformas necesarias para que el país se recupere si la población alemana y en especial los sindicatos, no se convencen de su necesidad.

Todo parece indicar que los opositores ya tienen claro su candidato: Angela Merkel, líder de la Unión Democristina, podría convertirse en la primera mujer en gobernar a Alemania. Merkel es una mujer de 50 años, casada por segunda vez, sin hijos, física de profesión e hija de un pastor de la República Democrática Alemana. Una mujer que a principios de su carrera fue protegida del canciller Helmut Kohl y que ha llegado a ser comparada con Margaret Thatcher, por su fuerte temperamento.

En cambio el partido de Schroeder no tiene las cosas tan claras. En el SPD hay un ala contraria a las reformas porque van contra el sistema de bienestar. "Hemos perdido nueve elecciones regionales con esta política. No podemos mirar hacia delante con cinco millones de parados", dice Niels Annen miembro de la ejecutiva del SPD.

Otro aspecto que atenta la posibilidad de la reelección es que el líder de los verdes, el ministro de Relaciones Exteriores Joshka Fisher, hasta hace poco el político más popular del país, ha bajado en las encuestas tras verse involucrado en un escándalo de concesión de visas a ciudadanos de los países del Este de Europa.

Lo más curioso es que, debido a las complicadas reglas constitucionales alemanas, que aborrecen la inestabilidad, ahora el canciller Schroeder tendrá que esperar a que el Parlamento Federal apruebe una moción de censura en su contra para convocar a elecciones anticipadas. Después empezará la batalla por el poder. Por ahora, lo único claro es que no se puede dar por muerto político a Schroeder. El canciller alemán es considerado uno de los políticos más hábiles de Europa y al final podría demostrar que no estaba tan loco.