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LARGA DESPEDIDA

Qué hay detrás de las declaraciones del general Wilhelm sobre la permanencia de sus <BR>tropas en Panamá.

26 de julio de 1999

La salida definitiva de las últimas tro-pas de Estados Unidos de Panamá no deja dormir a
muchos en el país del norte. Y por lo visto la semana pasada, entre ellos está el general Charles Wilhelm,
jefe del Comando Sur, con sede en Miami. El hombre responsable por las operaciones militares
norteamericanas en el Caribe y Su- ramérica sugirió el martes que Panamá no está preparada para hacer
frente a sus desafíos de seguridad en relación con el canal. "Las primeras señales de que Panamá no es
capaz de proteger sus fronteras son las repetidas incursiones de guerrilleros de las Farc en la provincia del
Darién . Esto nos preocupa. Las fuerzas públicas de Panamá no tienen ni los hombres, ni el entrenamiento, ni
el equipo para enfrentar ese tipo de amenaza" y, por lo tanto, "nosotros estamos muy conscientes de
nuestra obligación de intervenir, sea en cooperación de los panameños o de manera unilateral, si las
condiciones lo requieren". La respuesta del canciller panameño no se hizo esperar. Jorge Ritter dijo que
esas palabras son inadmisibles porque "la presencia militar de Estados Unidos nunca ha sido para la
protección del canal ni para el cuidado de nuestras fronteras ni muchísimo menos para la seguridad de
Panamá". Y en cuanto a la mención de Wilhelm sobre elcrecimiento del tráfico de drogas, Ritter dijo que el
narcotráfico no apareció con el retiro de las tropas de Estados Unidos sino que creció mientras estaban allí.
Las frases de Ritter parecieron reflejar la opinión prevaleciente entre los observadores panameños del tema,
según la cual el argumento de la amenaza de los irregulares colombianos es apenas un pretexto para
ambientar en los congresistas de Washington la idea de que la permanencia de tropas
norteamericanas en Panamá es imprescindible, por razones estratégicas, aun después de que se cumplan
los tratados Torrijos-Carter para la entrega del canal al final de este año. Mario Rognoni, uno de los
mayores expertos en el tema del canal, dijo a SEMANA que "Wilhelm está exagerando el riesgo que
presentan los colombianos en el Darién. Se está apoyando en algunos incidentes aislados para pintar una
verdadera invasión. Aquí desde antes de la época del general Omar Torrijos se ha sabido que los colombianos
entran y salen, eso no es ninguna novedad". Y, por otro lado, los panameños dicen que argumentar la
defensa del canal no tiene sentido porque, como decía Torrijos, "el canal es tan indefenso como un bebé". La
posición de la cancillería es que el Canal no tiene defensa militar posible, ni ante un ataque con misiles
modernos, ni ante un atentado terrorista y lo único que se puede hacer para la seguridad del canal es que se
mantenga la neutralidad estipulada en los tratados. Para la mayoría de los observadores panameños
consultados por SEMANA es evidente que existen sectores políticos y militares en Estados Unidos que
quieren forzar una revisión del cumplimiento de los tratados de entrega del canal, porque piensan que la
presencia de las tropas norteamericanas en Panamá seguiría siendo clave para proyectar la influencia de
ese país en el continente. "Yo creo incluso que la permanencia serviría a Estados Unidos para seguir
manteniendo la amenaza velada de intervenir en Colombia, así no existan realmente planes para ello", dijo uno
de ellos a SEMANA. Lo único que es seguro es que existe un fuerte lobby en contra de la retirada militar
que tiene al político Pat Buchanan como su inspirador. A su cabeza está el Conservative Caucus, una entidad
de Virginia que ha elaborado una especie de manifiesto sobre los riesgos del retiro militar y sostiene que ello
equivaldría a poner ese territorio a merced de potencias extranjeras. (ver recuadros). Las palabras de
Wilhelm parecen confirmar que los militares norteamericanos siguen esa doctrina. Desde finales de
1996 y comienzos de 1997 el entonces jefe del Comando Sur, general Wesley Clarck, movió intensamente el
tema. Pero el gobierno de Bill Clinton no logró un acuerdo con el de Ernesto Pérez Balladares, pues éste
exigía una contraprestación económica por las bases norteamericanas. Y cuando éste propuso un centro
multilateral contra el narcotráfico Washington lo rechazó porque el comando no estaría centralizado
exclusivamente en Estados Unidos. Pero ahora, ante la próxima posesión de Mireya Moscoso, los
partidarios militares y civiles de la presencia bélica en Panamá podrían estar reviviendo el tema para intentar
una nueva negociación. La esperanza de esos norteamericanos es que Moscoso no es torrijista como Pérez
Balladares y podría tener una posición más flexible. En cualquier caso las palabras de Wilhelm podrían indicar
que el tema seguirá en la agenda en los próximos meses. n El manifiesto Los documentos del
Conservative Caucus sostienen, entre otras cosas, que las tropas de Estados Unidos deben permanecer en
Panamá para: 1. Ayudar a que Estados Unidos proyecte su poder desde la Antártica hasta el Artico. 2.
Seguir disponiendo de una base de entrenamiento de jungla tropical. 3. Asegurar el libre y rápido tránsito de
los barcos estadounidenses por el canal. 4. Mantener a raya las actividades terroristas y de guerrilla
en Centroamérica y el Caribe. 5. Atacar las actividades de tráfico de drogas. 6.Conservar las posibilidades
únicas de consecución de inteligencia de la región por aire, superficie o submarinas. 7. Preservar los
200.000 puestos de trabajo y el tercio de las exportaciones de granos que aún dependen del canal .
La conexión China Para la organización derechista norteamericana The Conservative Caucus la retirada de
Panamá es una derrota militar sin haber disparado un solo tiro. Según ese grupo extremista de presión, el
gobierno de Ernesto Pérez Balladares ha entregado el control de los principales puertos del país, Colón en
el extremo caribe del canal y Balboa en el del Pacífico. Esto no tendría nada de raro si no fuera porque el
beneficiario, Panama Ports Co., tiene dos propietarios. Uno es la firma Hutchinson-Wampoa, una empresa
de Hong Kong de propiedad del multimillonario Li Ka-Shing, alguien tan aliado de Beijing que sonó
fuertemente para gobernador de la ex colonia británica. El otro es China Resources Enterprise, una empresa
oficial del gobierno chino identificada por el senador Fred Thompson como 'agente de espionaje' y asociada
con el grupo indonesio Lippo, de la familia Riady, acusada de acciones oscuras en la financiación de la
campaña de Bill Clinton. The Conservative Caucus afirma que los intereses chinos son cada vez más
evidentes en Panamá y que, a la larga, su influencia podría ser más peligrosa que la de la Unión Soviética sobre
Cuba. Cachemira