Home

Mundo

Artículo

La artista transdisciplinar Carolina Daza, habla de los efectos que el colonialismo europeo tiene sobre los museos de los demás continentes. | Foto: Foto de archivo Carolina Daza

MUNDO

"Los políticos no tienen derecho a decidir qué le robó Europa a sus colonias"

Carolina Daza, directora de Humanese, habla de la propuesta del presidente francés, Emmanuel Macron, de devolverle a sus antiguas colonias las piezas que hoy tienen en sus museos.

17 de abril de 2019

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, despertó un debate que se creía olvidado en Europa: el del arte robado. Al anunciar a finales del año pasado en Burkina Faso que se encargaría de devolver todo el arte que Francia le robó a sus colonias durante el siglo XIX, avivó las demandas y las reclamaciones de devolución se hicieron más intensas.

Aunque la discusión pasa por lo artístico y lo patrimonial, es especialmente fuerte en el ámbito político. Pues las guerras, como la de Siria, Irak y Yemen les permitieron a los contrabandistas del mercado negro vender arte y objetos arqueológicos saqueados y profanados a Europa. Pero desde mucho antes las expediciones de arqueólogos, investigadores y comerciantes europeos a los otros continentes habían instituido el robo como una forma de adquisición.

Las guerras se han convertido a su vez en un bastión de la barbarie y en la huella que muchas de las superpotencias han dejado en los gobiernos de África, Asia y América Latina.

Aunque el mandatario francés abrió la puerta para hablar de nuevo sobre este tema, la realidad es que la solución no es tan fácil como él quisiera. Macron olvidó mencionar que, precisamente, las leyes coloniales amarraron el saqueo de manera que sus colonias no pudieran pelear luego por la devolución de sus objetos. En el caso de Francia y Reino Unido el presidente no puede “devolver” piezas que sean patrimonio cultural de la nación, incluso si se obtuvieron mediante el fraude.

Esa es la razón por la que esos litigios pueden durar décadas sin resolverse. Los mármoles del Partenón, las puertas de Ishtar, el penacho de Moctezuma, el tesoro Quimbaya, el busto de Neferteti, son solo algunos ejemplos de eso. Los países de origen de cada uno de ellos –Grecia, Irak, México, Colombia, Egipto– los han reclamado con insistencia, pero Europa una y otra vez se ha escudado en la justificación de que son “demasiado” pobres, “demasiado” inseguros y, en cualquier caso, “demasiado” incapaces de preservar su propio legado histórico.

Le puede interesar: ¿Europa le robó el arte a sus colonias?

Y es que esas letras pequeñas de la justicia colonial internacional instituyeron a su vez que ningún país está obligado a devolver colecciones artísticas a los lugares de origen, si esos lugares ponen en peligro su preservación. Por supuesto, Europa se acogió a eso para justificar la permanencia de esos objetos en los museos del Viejo Continente.

Debido a que esta discusión tiene tantas aristas y opiniones, SEMANA habló con Carolina Daza, directora de Humanese, un centro artístico transdisciplinar y cultural de Medellín. Desde que realizó su posgrado en Arte Contemporáneo en la Universidad de París, Carolina ha estudiado el rastro de Europa en el arte colonial.

SEMANA: ¿Qué países son los que más arte africano, asiático y latinoamericano han robado?

Carolina Daza: No me atrevo a ponerles un número, o a denunciar los casos de saqueo más específicos, pero de mis investigaciones sé que Europa, la siempre colonizadora, tiene la mayor concentración de arte. Inglaterra, Francia y Bélgica, por su relación con las colonias del siglo XIX, deben ser las que más objetos atesoran.

SEMANA: ¿En qué casos Europa ha devuelto esos objetos?

C.D.: Uno de los sucesos más emblemáticos en la historia de la restitución fue el de 1973, cuando Mobutu Sese Seko, el presidente de la República Democrática del Congo (en ese entonces Zaire), exigió públicamente la restitución de obras de arte africanas ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York. El Museo de África en Tervuren, Bélgica, devolvió 144 piezas. Al poco tiempo la mayoría de ellas volvieron al mercado negro del arte en Europa, las habían robado una vez más. Este caso sirve de argumento a los europeos y estadounidenses que insisten en que Occidente debe proteger y resguardar los tesoros africanos, asiáticos y latinoamericanos en sus museos. Pero aquí las preguntas deben centrarse alrededor de la ética y de quiénes delimitan lo seguro e inseguro para la construcción de un patrimonio. Para mí solo son válidos esos casos cuando la misma nación de origen rechaza la restitución de sus objetos por decisión propia. Por ejemplo Tanzania rechazó la devolución de 20.000 objetos etnográficos resguardados en diferentes museos en Berlín. Pero ese no es el caso de la República Democrática del Congo, Nigeria y Mali que esperan recuperar su patrimonio para sus Museos Nacionales.

SEMANA: ¿Pero qué implicaciones tendría para Europa devolver miles de hallazgos arqueológicos? Algunos críticos dicen que se vaciarían los museos europeos y que los más afectados serían los turistas, ¿lo cree así?

C.D.: Las implicaciones se verán a medida de que se vaya avanzando en las restituciones, pero estos procesos seguro tomarán mucho tiempo y gradualmente traerán más y más presión para que las instituciones museales y los gobiernos europeos miren sus propias realidades desde otras perspectivas y enfrenten las consecuencias poscoloniales con toda la ética que se requiere. Los museos como el Louvre, el Museo Británico y el Museo Quai Branly, entre otros, empezarán una ola que los obligará a todos a abrir procesos graduales de repatriaciones y transformaciones institucionales. Ya se sabe que más del 95 por ciento del patrimonio cultural de África está en Europa. Francia tiene más de 80.000 piezas del África subsahariana en sus colecciones nacionales, concentradas en el Quai Branly. Según la investigación de David Hidalgo en “Memoria Robada– saqueo cultural de América Latina”, se revelaron más de 7.000 repatriaciones de arte precolombino a Latinoamérica provenientes de países europeos y Estados Unidos. Esto golpeará la economía museal seguramente. Lo que sí es claro es que se cambiarán las reglas geopolíticas del arte y la construcción de patrimonio. A medida de que cada nación vaya enriqueciéndose cultural y económicamente, la presión de rescatar su arte será mayor. Se escribirá una nueva historia pero ya escrita por cada uno en primera persona.

Le sugerimos: Francia lanza un concurso internacional para reconstruir la aguja de Notre Dame

SEMANA: ¿Es problemático exhibir objetos que no están destinados a mostrarse en museos? Pienso por ejemplo en las imágenes rituales, los moái de la Isla de Pascua o los montículos funerarios de San Agustín en Colombia, entre otros...

C.D.: Sí es problemático, pero sobre todo es una violación moral de un patrimonio. Un externo, en este caso un colonizador o un “otro”, no debe estar contando la historia o construyendo una identidad y una cultura ajena. Aquí debe responder la ética de una memoria robada y, peor todavía, explotada.

SEMANA: La revista británica ‘The Economist‘ publicó un artículo en el que dice que una de las razones por las que Europa no devuelve lo que robó, es porque África particularmente no tiene las condiciones ni económicas ni de seguridad para preservar su patrimonio cultural. ¿Qué opina de esa afirmación?

C.D.: Es una afirmación colonizadora que ya no tiene cabida en el siglo XXI y todavía menos en el futuro de nuestra humanidad. El arte puede surgir de las ruinas por sí solo. Cada nación es libre y debe tener el derecho de resguardar o decidir qué hacer con su propio patrimonio. Sí existe la corrupción y la politización, la inseguridad que permite el saqueo y la falta de infraestructura en condiciones climáticas donde juega la humedad, pero a la final cada nación es digna de apropiarse y construir su propia historia. 

Otro argumento de opositores es el reciente incendio del Museo Nacional de Brasil en donde abogan que muchas naciones no están preparadas para proteger, exhibir y preservar su patrimonio nacional. Pero insisto en que esa decisión la debe tomar la nación misma y cada una asumir sus propias responsabilidades. La historia de cada nación, de su cultura, hace parte de la historia del arte. Para llegar a una equidad entre el norte y el sur global, cada nación necesita poseer y entender legítimamente su propia historia, para ver con claridad el presente y entender hacia dónde se debe construir el futuro.  En la academia y en el mundo del arte cada vez se está indagando más sobre estos temas. Por ejemplo, la “Restitución” fue el tema central de la última Documenta #14, uno de los eventos de arte contemporáneo más emblemáticos del mundo que se celebra cada cinco años.

SEMANA: ¿Y quiénes deben liderar esas restituciones entonces?

C.D.: Estoy de acuerdo con la señora Marie-Emmanuelle Pommerolle, que escribió en el reporte al presidente Francés Emmanuel Macron, en el que dice que el regreso de los objetos a África debe ser dirigido por profesionales de los museos y no por políticos. Que sea la academia y los expertos del arte de ambas naciones los que lideren procesos libres de intereses políticos y nacionalismos.

SEMANA: Y por ese mismo lado, ¿cómo se juega el mercado negro del arte y el saqueo en épocas de guerra, por ejemplo en Siria, en Irak o en Yemen? ¿Occidente tiene deudas ahí?

C.D.: El mercado negro del arte, como cualquier mercado donde existe oferta y demanda y, sobre todo, poderes infiltrados, siempre existirá hasta que no lo detenga una justicia real. El tema con los países árabes y los ataques terroristas son el ejemplo perfecto de esa realidad. ¿Quiénes son los que provocan esas guerras? ¿Quiénes detonan esas polarizaciones internas y se aprovechan de las realidades locales? La responsabilidad de Occidente es alejarse del famoso poema de Rudyard Kipling (1865–1936), La carga del hombre blanco y permitir que sean las propias naciones las que afronten con dignidad su propia realidad. Occidente ha borrado y saqueado miles de culturas nativas a causa de esa supuesta responsabilidad y superioridad. Hoy hay que soltar y permitir que todas las naciones atraviesen sus propias realidades y desarrollen su propia conciencia que les permitirá escribir y reescribir su propia historia. Las redes sociales y las velocidades de la evolución digital harán que más personas y las futuras generaciones reconozcan la historia colonial, y los objetos que construyen el patrimonio de sus naciones. Esto generará más presión social y globalizará aún más el pasado colonial para así permitirle a cada uno escribir su propia historia, su identidad y cultura.

Para conocer más sobre este tema ir a: https://www.semana.com/cultura/articulo/europa-le-robo-el-arte-a-sus-colonias/609189