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MANDANDO CON COMODIDAD

Su triunfo arrollador le permitirá a Lusinchi utilizar al congreso como un apendice de su gobierno

9 de enero de 1984

Según los primeros análisis realizados sobre los resultados de las elecciones generales celebradas el 4 de diciembre, el próximo congreso tendrá un dominante color blanco (característico de Acción Democrática, AD), matizado con el notorio verde del partido socialcristiano Copei, el gran derrotado por las urnas, una pincelada visible del Movimiento Al Socialismo (MAS), y multicoloreados contornos de otras ocho fuerzas.
Por su parte, el presidente electo Jaime Lusinchi, podrá gobernar a Venezuela en los próximos cinco años con la absoluta comodidad, pero también con la responsabilidad, de contar con un congreso donde la oposición no podrá entorpecer ninguna acción o ley impulsada por su administración. Su partido contará con la mayoría absoluta en las dos cámaras del parlamento local, cuando éste se instale el 23 de enero próximo, coincidiendo con el 26 aniversario del derrocamiento popular de la última dictadura del país, la del general Marcos Pérez Jiménez.
La cámara baja quedará integrada por 206 diputados, 112 de los cuales serán socialdemócratas, mientras que en el senado habrá 44 escaños, 28 de los cuales serán para representantes de AD, mayoría que será emocionalmente reforzada por el hecho de que Lusinchi conquistó la jefatura del Estado con el mayor porcentaje de votos de los 25 años ininterrumpidos de democracia, o sea el 56.81%, superado sólo en 1947 por la gran figura de AD, el escritor Rómulo Gallegos, quien obtuvo casi el 75% de los votos.
En número de votos Lusinchi logró tres millónes, 733 mil 220 votos, mientras que Caldera se quedó con dos millónes 772 mil 269 votos.
Para la izquierda venezolana los cómputos parciales indicaron que el MAS retenía el tercer lugar y la primacía dentro de las fuerzas socialistas, pero su escasa diferencia respecto de José Vicente Rangel, ex candidato presidencial del MAS en los dos anteriores comicios, representaron un fuerte revés para Petkoff, quien le adjudicaba escasa importancia a su rival. La intransigencia de Petkoff, quien pretendió imponer su candidatura al resto de partidos de la izquierda, hizo fracasar los esfuerzos unitarios alentados desde 1980 por Rangel, quien propuso, inclusive, elecciones internas dentro del espectro socialista para determinar cuál de los dos sería el abanderado presidencial.
El fracaso de la candidatura única determinó que la izquierda volviera a presentarse dividida en tres opciones caracterizadas por el liderazgo personal de Rangel, la maquinaria partidista del MAS, y la escasa representatividad de Causa R, del dirigente obrero Andrés Velásquez.
Los restantes ocho candidatos presidenciales obtuvieron menos del 1% de los votos, encabezados por el editor Jorge Olavarría, de la minúscula fuerza de centro-derecha Opina, captó 0,49% de los votos en una estrategia "anti-partido". Le siguen Gonzalo Pérez Hernández, del Movimiento de Integridad Nacional (MIN), marcadamente de derecha, con 0.29% y la candidatura militar del general retirado Luis Rangel Bourgoin, con 0.13%.
Los cómputos indicaron también el Sortalecimiento de AD, beneficiada con el "voto castigo", utilizado por cuarta vez en los últimos 15 años de gobiernos constitucionales para desplazar a la administración de turno, presidida en este caso por el mandatario copeyano Luis Herrera Campins. El deterioro del gobierno democristiano--por el aumento del desempleo en un 20%, la pérdida del poder adquisitivo del bolívar en casi la mitad, la virtual paralización del aparato productivo y el deterioro de los servicios sociales--afectó la imagen de Rafael Caldera, el caudillo que llevó al poder por primera vez a los copeyanos en 1968. Pese a ello, Copei sigue siendo uno de los pilares del bipartidismo al obtener el 34.76% de los votos, convirtiéndose en la primera fuerza de la oposición.
Basado en el desgaste de AD y Copei, que no han resuelto la crisis estructural de Venezuela desde que se alternan en el poder desde 1968, la izquierda estaba esperanzada en convertirse en un polo socialista capaz de fisurar el sólido bipartidismo. Petkoff, a lo largo de su campaña, aseguraba, por ejemplo que el MAS capitalizaría esta vez la voluntad de cambio del electorado y pasaría a ser una real opción de poder. En realidad, el MAS tuvo que ver cómo su votación bajaba del 5.14% al 4.17% en relación con las elecciones de 1978.
La izquierda en su conjunto reunió el 13.15% de los votos para el congreso nacional (el MAS tendrá dos senadores, por occidente). -