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MONDALE DESPEGA

De ocho precandidatos demócratas sólo dos quedaron en pie después de la primaria en Iowa

26 de marzo de 1984

Iowa es un Estado de poca importancia en términos de población.
Sin embargo, ha probado ser un territorio donde se crean y se destruyen los mitos politicos de norteamérica. El hecho de ser la primera circunscripción electoral donde los precandidatos de los partidos Demócrata y Republicano miden sus fuerzas ante los votantes registrados de cada colectividad, le ha otorgado a Iowa, enclavado en el medio oeste norteamericano, la facultad de "pronosticar" cinco meses antes de la respectiva convención nacional, quién va a ser el nominado de cada partido para la contienda presidencial.
Allí han saltado a la atención nacional nombres como el de Jimmy Carter en 1976, George McGovern en 1972, George Bush en 1980, y se han hundido otros que eran favoritos, como Edmund Muskie en 1972 o Lyndon Johnson en 1968.
Ahora, el turno para disfrutar la victoria entre los ocho precandidatos demócratas le ha llegado a Walter Mondale y a Gary Hart, mientras que en el otro extremo se queda John Glenn, quien ocupó un deshonroso quinto lugar con menos de 5% de la votación local.
Después de meses de conflictos internos, la organización de la campaña del ex astronauta Glenn --otrora principal contendor de Mondale--se encuentra ante la disyuntiva de triunfar en otro Estado o tener que retirarse por falta de apoyo popular.
Si bien es cierto que aún falta bastante para que el complicado sistema de primarias estatales determine un candidato presidencial seguro, es también indudable que con el correr de los dias Walter Mondale, vicepresidente durante la administración Carter, incrementará sus posibilidades de ser elegido. La creación de una efectiva red de partidarios y el apoyo de los sindicatos han probado ser muy efectivos para el ex funcionario quien en sus discursos ha dejado de preocuparse por sus rivales demócratas y ha enfocado sus baterias contra su verdadero contendor: Ronald Reagan .
La ventaja de la que disfruta Mondale es claramente reconocible si se miran las cifras de los delegados a la convención nacional demócrata: de un total de 214 que han sido desginados hasta ahora, 127 son partidarios del ex vicepresidente mientras que Glenn sólo tiene 17. Aunque Mondale todavía está lejos de reunir los 1967 delegados que se requieren para la nominación, es evidente que sus opositores se encuentran mucho más atrás.
Ir perdiendo no es cosa tan terrible siempre y cuando se ocupe el segundo lugar. Es lo que ha experimentado el senador por Colorado, Gary Hart.
Para el joven político de ideas liberales, haber quedado tras Mondale en Iowa es hasta cierto punto un triunfo para su campaña, la cual se ha defendido con escasos recursos y cuyos panfletos de propaganda han sido escritos a mano porque no hay dinero para imprimirlos. Aunque es poco probable que logre asustar a Monda le, Hart ha quedado en excelente posición para que en un futuro cercano se le ofrezca la vicepresidencia y quede a la vanguardia de la nueva generación de demócratas.
La pelea continuará de todas formas, y a pesar de las derrotas todavia no se registran deserciones entre los ocho precandidatos. Sin embargo, no hay duda de que en cuestión de un mes, por lo menos cuatro de ellos habrán abandonado la competencia.
A este respecto y en base a lo ocurrido, los especialistas pronostican que Ernest Hollings, Reubin Askew, Alan Cranston y hasta George McGovern y John Glenn no resistirán el ritmo de los demás. Es que la supervivencia finalmente se reduce a tener fondos para financiarse y nadie le da dinero a los precandidatos perdedores.
Hay que destacar que de ahora en adelante se espera una disminución de los ataques que ha recibido Mondale de sus contendores. La dirección nacional demócrata envió en estos días una circular a los precandidatos exigiéndoles limitar los ataques personales pues con ellos "sólo se le hace más fácil a Ronald Reagan obtener la reelección", y sea quien sea el candidato nominado, el mínimo requisito que necesitan los demócratas para vencer es el de permanecer unidos. -
Ricardo Avila, corresponsal de SEMANA en USA -