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PERSECUCION EN CALIENTE

El ataque turco contra bases kurdas en Irak es un ejemplo de la doctrina de la 'persecución en caliente'

24 de abril de 1995

EL SABADO 18 DE MARZO, el grupo guerrillero Partido de los Trabajadores del Kurdistán emboscó un convoy militar turco que transportaba a 800 soldados en 40 vehículos. El episodio, en el que murieron 18 soldados turcos, fue el detonante oficial de la mayor operación militar de la historia de la República de Turquía. Unos 35.000 soldados, apoyados por aviones y tanques, atravesaron la frontera que separa con Irak para atacar a unos 2000 rebeldes.
A pesar de que Turquía llevaba semanas acumulando tropas en esa frontera, la operación fue justificada por la primera ministra Tansu Ciller como una "persecución en caliente" destinada a acabar de una vez por todas con la insurrección del PKK (por sus siglas en turco), que lucha desde 1984 por el establecimiento de un estado kurdo, lo cual significaría la separación de una gran extensión de Turquía (ver mapa). Pero la operación se dirigió fundamentalmente a sitiar cinco aldeas pobladas por kurdos, por lo cual varias decenas de civiles murieron y cientos fueron arrestados. El opositor Congreso Nacional Iraquí, que incluye a varios grupos kurdos, protestó por la muerte y retención de "civiles que no tienen nada que ver con el PKK".
Para muchos, la ofensiva turca se convirtió en otra prueba de que Ciller ha dejado en manos de los generales la solución del 'problema kurdo', que ha arrojado hasta ahora más de 15.000 muertos en los 11 años de hostilidades y que amenaza la estabilidad de la región entera, porque la región conocida como Kurdistán, y que sus habitantes aspiran a convertir en estado independiente, abarca territorios pertenecientes no sólo a Turquía sino a Siria, Irán, Irak e inclusive, en pequeña proporción, a la ex soviética Armenia. Nadie está interesado en la desestabilización de una parte tan volátil del planeta, y eso explica que el presidente estadounidense Bill Clinton, después de conversar por teléfono con Ciller, hizo caso omiso del pobre récord de derechos humanos de su gobierno y de las denuncias de atropellos contra la población civil, para declarar que "entendía las razones de Turquía para tratar el problema del PKK en forma decisiva". Irak, por su parte, no está en condiciones de repeler la presencia de tropas turcas en su territorio, porque el sector afectado está bajo la protección que los aliados otorgaron después de la guerra del Golfo a los kurdos iraquíes, que a su vez luchan contra el régimen de Saddam Hussein. Eso quiere decir que los kurdos son buenos si luchan contra Hussein, pero son malos si combuten contra el gobierno de Turquía. Se trata de un doble estándar moral que seguirá atentando contra la legítima aspiración kurda de ganar una nacionalidad autónoma.