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¿QUE PASO ESE 24 DE DICIEMBRE?

25 de marzo de 1985

El caso Urbina Lara que tantos dolores de cabeza le está causando a Nicaragua, que ha puesto en vilo la existencia misma del Grupo de Contadora y que la semana pasada estaba a punto de causar el retiro del embajador de Costa Rica en Managua (ya hay una solicitud de San José para que el personal diplomático de ambos países sea reducido a 10 como máximo), sigue siendo un enigma dos meses después de ocurrido. ¿Que fue lo que pasó realmente en la noche del 24 de diciembre en la embajada costarricense? Las versiones dadas por Managua, la embajada de Costa Rica y las agencias de prensa internacional son hasta ahora vagas. Según la cancillería de Nicaragua, una mujer se presentó esa noche en la embajada y pidió a la guardia "conversar" con José Manuel Urbina Lara, un joven de 23 años, estudiante de Derecho, que el 19 de agosto pasado había pedido asilo en dicha sede diplomática para no prestar el servicio militar. El muchacho se hallaba solo, pues el embajador y sus empleados habían salido a celebrar la Nochebuena. Accedió el guardia al pedido de la mujer y "en un momento en que el policía se retiró unos cuantos metros de la sede" Urbina y su visitante abandonaron rápidamente la embajada, subieron al auto de ella y partieron. Tras unos disparos de advertencia de los guardias la pareja intentó regresar y penetrar a la edificación colicionando el vehículo contra la malla de la misión.
Antes de que lo lograran, Urbina Lara fue detenido. Hubo un forcejeo del cual el asilado salió herido en una pierna. La mujer huyó en la confusión. Hasta ahí lo que dice Managua.
Al otro día del incidente, las agencias informativas norteamericanas sugerían que la policía sandinista había irrumpido en la embajada para sacar al asilado, cosa falsa pues el 27 de diciembre el canciller de Costa Rica, Carlos losé Gutiérrez, envió a su homólogo nicaraguense la nota de protesta por el hecho y admitió allí que "no se introdujo nadie en la sede". A Urbina "se lo obligó a salir", fue la explicación de Gutiérrez, quien exhibió unas borrosas fotos de manchas de sangre a la entrada de la sede diplomática.
SEMANA estuvo averiguando en Managua y en San José otros detalles del incidente. Su corresponsal Ted Cordova obtuvo-de una fuente diplo mática europea en Managua una versión diferente en algunos aspectos.
Según ésta, en el barrio Las Colinas, donde se halla la embajada de Costa Rica, hay frecuentes puestos de policía del ministerio del Interior. Uno de los guardias adscritos a esa sede era amigo de José Manuel Urbina, quien --valiéndose de ese vínculo--había efectuado variadas salidas subrepticias de la embajada para ver a su novia, una joven que llegaba hasta allí en un auto con placas oficiales. El 24 de diciembre, Urbina salió de nuevo con la chica. A las 11 de la noche regresó la pareja y Urbina ya no en contró a su amigo. Por el contrario, dos guardias diferentes le impedían entrar a la embajada, aunque estos ignoraban de quien se trataba. El asilado buscó ingresar a la fuerza,pero fue herido de un disparo en la pierna izquierda durante el forcejeo frente a la casa. La muchacha aprovechó la confusión para huir y el joven fue llevado al Hospital Alejandro Bolaños para ser atendido médicamente. Nunca más que se supo de la mujer ni del guardia amigo del asilado. Urbina Lara después fue visto por el embajador tico Jesús Manuel Fernández en el hospital. Apareció una vez mas en una rueda de prensa el 4 de enero.
Allí, al lado de su madre, declaró que renunciaba al asilo político y que se integraría al Servicio Militar Patriótico. Después no se lo volvió a ver.
El comandante Tomás Borge, ministro del Interior, ha hecho saber que Urbina no será liberado pues fue juzgado como desertor del Ejército y condenado a cinco años de cárcel, posición inflexible que sirvió de excusa a Costa Rica, Honduras y El Salvador para no acudir a la clave reunión de Contadora del 14-15 de febrero pasado. El incidente ha llevado también a un mayor deterioro de las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua.
La posición jurídica de San José al respecto,es que Urbina Lara era de todas formas un asilado protegido por el derecho internacional, tesis que fue rechazada por Managua al decir que los desertores no son protegidos por el derecho de asilo, según el derecho internacional. El gobierno de Monge ha replicado que quien califica si alguien está o no protegido por ese derecho es el país asilante (en este caso Costa Rica) y que, por ende, José Manuel Urbina Lara debe ser devuelto a Costa Rica.
Mientras tanto, el incidente sigue vivo. El Presidente Monge pidió la mediación de Contadora y dice que podría apelar a la OEA si esa gestión fracasa. Nicaragua, obviamente, teme que al entregar a Urbina Lara se desencadene una cascada de nuevos pedidos de asilo por parte de otros muchachos que quieren evitar el servicio militar. Mientras tanto, en las iglesias de Managua el tema es tocado una y otra vez, como hizo el padre Uriel Molina en estos días. SEMANA pudo escuchar un sermón de Molina en el que el sacerdote exhortaba a los padres de familia a no instigar a sus hijos para que rehuyan al servicio militar. "Cumplir ese servicio es un deber ciudadano pues la patria está bajo ataque", fue el planteo del sacerdote. -