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REACCION EN CADENA

La explosión de la bomba francesa en Mururoa tiene implicaciones que van mucho mas allá de la ecología.

9 de octubre de 1995

EL PRESIDENTE FRANCES JACQUES CHIRAC no se imaginaba tal vez la dimensión de las protestas mundiales que su país tendría que soportar luego de la explosión atómica subterránea del martes en el atolón de Mururoa, jurisdicción de Tahití, con la que Francia reanudó sus ensayos luego de que fueran suspendidos en 1992. Se trataba, dijo Chirac, de unas cuantas pruebas para perfeccionar los modelos de computador, y basta. Pero lo que siguió fue una verdadera avalancha de reacciones desde todos los puntos cardinales del planeta.
Curiosamente, en Chile se produjo la mayor protesta fuera de territorio francés. En el país suramericano se realizó un acto multitudinario que, durante un minuto, paralizó sus actividades. La protesta, organizada por movimientos ecologistas y pacifistas, tuvo como centro el Museo de Bellas Artes de Santiago, donde se concentraron miles de personas a tiempo que en todo el territorio los conductores hicieron sonar sus bocinas, las iglesias lanzaron al vuelo sus campanas y los cuarteles de bomberos hacían sonar sus sirenas, todo esto transmitido en directo por la televisión.
También en la vanguardia de las protestas estuvo Nueva Zelanda que, como Chile, llamó a su embajador en Francia a consultas. Japón, el único país que ha sufrido en carne propia el holocausto nuclear, calificó la acción francesa como algo "sumamente lamentable". Indonesia hizo conocer una fuerte protesta que será presentada al gobierno francés, a tiempo que el primer ministro australiano, Paul Keating, describió la decisión de Chirac como un "acto estúpido" que demuestra su desprecio por la región del Pacífico Sur, tal como lo consignó en la protesta formal presentada a la embajada francesa. Pero eso no es todo. Perú, Suráfrica, Estados Unidos, Rusia, Kazajstán, Ucrania, Suecia, Noruega, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Canadá, Austria, México, Argentina y Brasil consignaron diversos grados de molestia. El presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, se sumó al coro de protestas, pero dijo que su organización no tenía potestades para evitar ese tipo de experimentos. Por su parte, los países del grupo de Rio y del Grupo Andino, reunidos en Quito, emitieron declaraciones de repudio.
En Tahití, el 'territorio ultramarino francés', los violentos disturbios recordaron a muchos que la explosión no sólo fue un acto de lesa humanidad, sino de colonialismo a ultranza (ver recuadro). Y como telón de fondo, múltiples organizaciones ecologistas lanzaron en el mundo entero un boicoteo contra los productos comerciales franceses.

DOS DRAMAS
La mayor parte de las protestas, sobre todo las populares, reflejan la mayor concientización que tiene hoy la opinión pública internacional sobre el tema ecológico, algo en lo cual la organización Greenpeace, que intentó detener los ensayos, tiene mucho que ver.
Los franceses niegan en forma vehemente haber cometido crimen ecológico alguno. El director del ensayo, Alain Barthoux, dijo que la explosión (la número 124 realizada en el subsuelo en la región) no tuvo "impacto significativo en el medio ambiente", ya que la bomba, de 20 kilotones de potencia, se detonó a un kilómetro de profundidad en la corteza terrestre, debajo del mar de Mururoa, una profundidad que, según Richard Guthrie, del Centro de Verificación de Información Tecnológica, "se reserva para explosiones de mayor potencia". La idea es que el intenso calor de la explosión vitrifica la superficie interna de la cavidad creada por la explosión y esa sustancia densa atrapa los escombros radiactivos resultantes de la explosión.
Eso puede ser cierto en teoría, pero otros científicos sostienen que la fractura de rocas, que se produce en un diámetro de varios cientos de metros, puede producir fisuras capaces de desencadenar un desastre, maxime en una región que ya ha soportado decenas de pruebas. Sobre todo si se tiene en cuenta que, como dice Peter Davies, de la Universidad de Sidney, los materiales radiactivos pueden permanecer en el lugar hasta 750 años.
Sin embargo el tema ecológico, que en París es llamado "histeria antifrancesa", no es el único en frente a las pruebas nucleares de Mururoa. El otro es el de la proliferación de ese tipo de armas en el mundo de hoy. Actualmente hay 45 países que tienen bombas atómicas o la capacidad técnica para producirlas. Al mismo tiempo, crece la tesis de que la capacidad disuasiva del armamento nuclear debería servir de talanquera contra los conflictos regionales de la misma forma en que evitó la guerra mundial durante la Guerra Fría, y que por eso no sólo los cinco países nucleares tradicionales tienen el derecho de poseer el arma máxima.
En esas condiciones, el ejemplo de Francia es fatal, así el gobierno de Chirac jure que después de esta serie de pruebas suscribirá el tratado contra la proliferación de armas nucleares. La arrogancia que ha exhibido el gobierno del Quay D'Orsay podría repetirse en Libia o en Pakistán. La tesis de los equilibrios regionales puede ser cierta, pero es peligrosa, sobre todo cuando los gobiernos supuestamente responsables convierten ese tema de vida o muerte en un pretexto de mal entendido orgullo nacional.

¡FUERA LOS FRANCESES!
SI CON ALGO NO CONTABA el gobierno francés cuando decidió reanudar las pruebas nucleares en el Pacífico Sur fue con la reacción de los tahitianos. La violenta protesta de los isleños, que aprovecharon para renovar su grito de independencia, puede haber sido el más doloroso de todos los insultos que los galos han recibido en las últimas semanas.
Lo cierto es que por las pruebas atómicas, Francia podría arriesgarse a perder uno de sus 10 territorios de ultramar habitados, que son los últimos vestigios de la otrora potencia colonial. Los tahitianos se cansaron de ser convidados de piedra frente a su propio futuro, no entienden por qué las pruebas nucleares se realizan en la Polinesia, y no en París, sin tener la delicadeza de consultárselos.
Los manifestantes destrozaron todo lo que encontraron a su paso y, en especial, las edificaciones. El aeropuerto de la capital Papeete y la casa del alto comisionado francés, Paul Ronciere, prácticamente fueron destruidos a punta de pedradas y bombas molotov. Las declaraciones de los independentistas, encabezados por Oscar Temaru, fueron igualmente explosivas, pues le anunciaron que las protestas contra la posición colonial de Francia continuarán siendo violentas.
A pesar de la agresividad de los manifestantes, el alto comisionado francés minimizó lo sucedido. Por medio de su vocero de prensa explicó que se trataba de una protesta que buscaba reivindicaciones económicas y la creación de una comisión independiente para controlar la radiactividad en el lugar de la explosión. Ronciere, sin embargo, consideró conveniente solicitar a Francia el envío de 340 soldados de la Legión Extranjera.
De seguir adelante con los otros siete ensayos nucleares, es probable que el gobierno galo tenga que afrontar una posibilidad impensable hasta ahora: la independencia tahitiana. Máxime cuando los conflictos políticos de la pequeña isla, mantenidos durante muchos años en el ámbito local, han surgido a la escena mundial por cuenta de la explosión.

PERFIL DE POLINESIA FRANCESA
GEOGRAFIA
Area Cinco archipiélagos, 130 islas y atolones de coral 3. 265 km2 de tierra en el Pacífico Sur.
Islas de 140.341 habitantes, en las islas de
Barlovento: Tahiti, Moorea, Maio, Mehetia and Tetiaroa
Islas de 22.232 habitantes, en las islas de
Sotavento: Raiatea, Tahha, Huahine, Bora-Bora Mauphi y cuatro atolones más pequeños
Archipiélago 12.374 habitantes, en 78 atolones, que de Tuamatu: incluyen a las islas Gambier y el atolón de Mururoa
Islas 6.509 habitantes, en las islas de Rimatara, Tubuai: Rurutu, Tubuai, Raivaevae y Rapa-lti
Islas 7.538 habitantes, en las islas de Marquesas: Nukuhiva, Uapu, Uahunka, Hivaoa, Tahuata Fatuhiva y cuatro islas más pequeñas.
Capital Papeete, Tahiti, 24.200 habitantes
Población total: 213 000
Religión: Católica Romana

ECONOMIA
Basada en el turismo y exportaciones de copra, café, vainilla, frutas citricas y perlas de cultivo. Ingreso anual per cápita $1,450

HISTORIA COLONIAL
Protectorados franceses desde 1843, las islas fueron anexadas a Francia en 1880-82 para formar los "Asentamientos Franceses en Oceanía" Optaron por el status de territorio ultramarino francés en 1958 .

GOBIERNO
Territorios administrados por un Consejo de Ministros encabezado por un presidente representados ante la Asamblea Francesa por dos diputados, por un senador y por un consejero ante el Consejo Económico y Social. Un Alto Comisionado representa al gobierno francés.