Patadas de ahogado

Por más que dilate su derrota, las horas en el poder del pintoresco Robert Mugabe parecen contadas.

5 de abril de 2008

Después de dejar a Zimbabwe de rodillas, sumergido en una profunda crisis económica y social, Robert Mugabe, uno de los dictadores más longevos del mundo, podría estar de salida. Al cierre de esta edición, la comisión electoral, tras una semana de intensas negociaciones, todavía no anunciaba el resultado de unas elecciones que, según todos los observadores, ganó la oposición.

Ante los retrasos, Morgan Tsavangirari, el líder del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC por su sigla en inglés) se declaró ganador con el 50,3 por ciento de los votos, más de la mitad necesaria para evitar una segunda vuelta. Sin embargo, dijo estar dispuesto a enfrentarla, si era necesario. En esta instancia, de no mediar la violencia, Mugabe perdería casi con seguridad.

Parece casi ofensivo que Mugabe, de 84 años, lleve 28 en el poder en un país donde la expectativa de vida ha caído hasta 37 años. Mugabe fue un héroe nacional durante la lucha anticolonial en los 70, de ahí que a muchos les cueste aceptar que como gobernante ha sido incompetente, corrupto y sanguinario hasta llevar a su país a la ruina económica. La inflación ha superado oficialmente el 100.000 por ciento y el desempleo ronda el 80 por ciento.

Algunos observadores consideran que una eventual segunda vuelta sólo pretendería ganar tiempo para convencer a Mugabe de abrir una transición a cambio de la garantía de impunidad. Pero otros temen que el gobierno utilice la violencia para asegurarse una victoria. El cerco se cierra. No parece que Mugabe, bajo intensa presión interna y externa, pueda resistir mucho tiempo. Es difícil imaginar que la situación pueda empeorar.