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La Fuerza Armada Nacional Bolivariana marca las fachadas de las casas de los colombianos con las letras D (demoler) y R (revisada). | Foto: AFP

CRISIS

Crisis en la frontera con Venezuela: el ‘pecado’ de ser colombianos

Cientos de connacionales que residían en el país vecino fueron deportados, despojados de sus pertenencias y alejados de sus familiares.

María Fernanda Lizcano, periodista de Semana.com
24 de agosto de 2015

“No vi con qué letra marcaron mi casa”. Como un pájaro, esa duda hace nido en su cabeza. La casa de Jesús en el municipio de San Antonio del Táchira (Venezuela) era un ‘rancho’ de latas y tablas. No era grande ni lujosa, pero era lo que había construido con lo que ganó como vendedor ambulante durante 15 años en el país vecino.

Lo más probable, para él, es que su ‘casita’ sea demolida. De ser así, militares de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) debieron haber marcado la fachada con la letra D (demoler) y, tal vez, ya la tumbaron.

O si tuvo suerte, aunque no cree, se la marcaron con la letra R (revisada). De cualquiera de las dos formas perdió, pues según contaron él y otros deportados a Semana.com, los militares venezolanos saquean lo que encuentran a su paso.

“Se están llevando las cosas de valor. Las motos, las neveras, los computadores. Lo que uno compró con tanto esfuerzo se lo roban. No sé si me tumbaron la casita, pero sí sé que ya perdí todo”, contó Jesús.

Esa zozobra que invade a Jesús es la misma que acompaña a las más de mil personas que han sido deportadas de Venezuela desde el pasado viernes. Y también es el miedo futuro de miles de connacionales que aún habitan en el país vecino y a los que pronto les cobrarán el 'pecado' de ser colombianos.

Todo empezó el pasado miércoles, cuando el presidente Nicolás Maduro decretó un cierre de frontera porque tres militares que trabajaban en una operación anticontrabando habían sido atacados por supuestos paramilitares colombianos.

Para hacerle frente a lo sucedido, el mandatario venezolano no sólo extendió el cierre de la frontera desde el viernes, sino que además decretó un estado de excepción que durará 60 días, pues –según él- los colombianos afectan gravemente la seguridad de su nación. “Los responsables están siendo buscados hasta debajo de las piedras", sentenció el mandatario. Su frase la cumplió.

Basado en eso, Maduro autorizó a la FANB para que allanen las casas de los colombianos y de ser necesario, las tumben. Para el régimen socialista de Nicolás Maduro no hay límites.

Gracias al estado de excepción, los militares entraron de manera arbitraria a las casas de los colombianos a San Antonio de Táchira, un municipio que está en la frontera y en el que cerca del 70 % de los habitantes son connacionales.

Luego los sacan de sus casas con la excusa de llevarlos a una estación de policía para verificar supuestamente los antecedentes y si la documentación está en regla. Sin embargo, los papeles en realidad no importan, lo único que interesa es saber si son o no colombianos.

“Nos sacan de las casas y dicen que ya volvemos, pero es mentira. Jamás regresamos”, contó Jesús, quien afortunadamente salió el sábado junto a su esposa, sus seis hijos y una sobrina.

Sin un adiós

“A mí me sacaron de mi casa y me dijeron que ya volvía. Me confié de eso y dejé mis dos hijos para que me esperaran. Los dejé por miedo a que les pasara algo, y resultó peor porque no me dejaron volver. Ahora no sé dónde están. Tras de eso nos contaron que están saqueando nuestras casas”, narró entre sollozos una madre, quien pidió reserva de su nombre, pues tiene miedo que por denunciar nunca le devuelvan a sus pequeños.

Los padres y madres deportados que no tuvieron tiempo de sacar a sus hijos tienen temor de que los manden para albergues. “Muchos niños que nacieron en Venezuela los están dejando allá, pero a sus padres colombianos sí los deportan. Nos han contado que los podrían dar en adopción o mandar para un refugio”, explicó Jesús.

Desde que se decretó el estado de excepción, Cúcuta y Villa del Rosario (Norte de Santander) reciben a los connacionales que han sido despojados de sus pertenencias y hasta de sus familiares. Las escenas son dramáticas y rayan en lo absurdo. Mientras del lado colombiano los deportados lloran su desgracia, del otro lado se pueden ver los familiares y amigos que dejaron atrás, que con gritos les confirman que todo lo han perdido.

Venía de atrás

El caos que vive la frontera colombo-venezolana ha llevado a que el presidente Juan Manuel Santos reciba múltiples críticas por no prever lo que podría ocurrir.

Y es que las críticas no surgen porque sí. En el primer semestre de este año la situación ya se empezaba a ver fuera de cabales. Tanto así que el 11 de marzo se conoció que 933 colombianos habían sido deportados en 70 días. Un promedio de 13 personas diarias.

Las cifras no eran lo más grave. Semana.com habló en ese momento con algunos deportados que afirmaron haber sido víctimas de malos tratos. La Defensoría también confirmó los atropellos. “Algunos han sido maltratados en el momento de la deportación. A algunos no se les ha permitido usar el baño o los han tenido aguantando hambre”, dijo la entidad.

Incluso, desde que empezó el gobierno del presidente Nicolás Maduro la deportación comenzó a tomar fuerza. Según información de la Defensoría, más de 7.000 personas han sido devueltas a Colombia desde el 2013.

La situación ya se veía venir. ¿Por qué no se tomaron medidas para prevenir este caos que vive la frontera? “Yo no sé porque el Gobierno no hizo nada. La situación desde hace rato estaba mal, pero nadie apareció. Ahora, con llanto y sangre, nos están cobrando ser colombianos”, concluyó Jesús.