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Disputa mágica

Intereses políticos y la conveniencia de un contrato ponen en peligro dos nuevas atracciones en el parque Salitre que serían pioneras en América Latina.

28 de noviembre de 2004

En un año los bogotanos podrán darse un gusto que pocos en América Latina podrían: ir al primer y más moderno acuario de América Latina, lejos de las costas, para ver de cerca las especies más representativas de los mares, ríos y lagos de Colombia.

Esta atracción de 2.100 metros cuadrados, junto a una montaña rusa espacial, se construirá en el Salitre Mágico y tendrá 26 exhibiciones y cinco tanques de agua dulce y salada en los que vivirán 3.300 ejemplares de diferentes especies. La novedad, contraria al 'delfinario' que se quiso construir en su momento, es que cuenta con la autorización de las autoridades ambientales de Bogotá. En total se invertirán 10.000 millones de pesos.

Pero estas diversiones, que buscan poner a Colombia a la vanguardia de la región, podrían verse truncadas si no se solucionan lo antes posible las diferencias que hay entre la administración Garzón y la firma Reforestación y Parques, empresa que tomó en arriendo el parque hace 10 años. Además de estas diferencias se ciernen oscuras nubes que podrían afectar el funcionamiento de éste. En días pasados la Contraloría Distrital embargó preventivamente las cuentas del parque y de algunas personas y ex funcionarios para responder por un supuesto detrimento patrimonial. Así mismo existe una acción popular que busca su restitución a la ciudad.

En 1994 la ciudad, bajo la administración de Jaime Castro, firmó con la sociedad Reforestación y Parques un contrato de arrendamiento de las atracciones, parqueaderos y demás bienes con el fin de modernizarlo y darle un mejor manejo. Tal y como sería catalogado después por organismos de control y por expertos, este fue un contrato atípico: se entregó una concesión sin licitación por medio de un contrato de arrendamiento a una sociedad creada 12 días antes de su firma. El problema es el contrato solo se objetó luego del vencimiento de los términos, lo que ha llevado a sus posteriores ejecutores a cargar con el peso de las denuncias.

En 1998, frente a la imposibilidad de los accionistas para transformar a fondo El Salitre, Reforestación y Parques invitó para hacerlo a la empresa de mayoría mexicana CIE Parques de Diversiones, a la par que se hicieron modificaciones al contrato que reducía los porcentajes para el Distrito y otros, a cambio de una inversión de 42.000 millones de pesos.

La llegada de CIE, que tiene 309 complejos en todo el mundo, permitió que Reforestación y Parques construyera nuevas atracciones, mejorara el entorno paisajístico y le diera vida a lo que hoy se conoce como Salitre Mágico, que se ha convertido en el epicentro de las diversiones del norte de la ciudad. En 2003 el Instituto para la Recreación y el Deporte (Idrd) empezó a revisar las inversiones y, al no ponerse de acuerdo se convocó a un Tribunal de Arbitramento que determinó que hacían falta inversiones por 6.300 millones de pesos.

Por eso, para cumplir el laudo arbitral, los operadores del parque propusieron la construcción del acuario y la montaña espacial, que valdrían 10.000 millones de pesos. Pero la administración Garzón decidió ajustar el contrato y buscar una mejor remuneración para la ciudad, tal y como lo han denunciado la Contraloría y algunos concejales.

Las voces de algunos críticos han hecho pensar que más allá del tema económico hay una batalla política de un sector del Polo Democrático contra el ex alcalde Enrique Peñalosa, porque miembros de su familia eran accionistas de Reforestación y Parques y porque el contrato fue ajustado durante su administración.

En este momento la operación del parque les ha generado pérdidas a los operadores, que sólo se pueden recuperar en el largo plazo. "Aunque sabemos que hay situaciones que se deben resolver, confiamos en Colombia, en sus leyes y en lo que hemos hecho, ya que como subsidiaria de una empresa que cotiza en bolsa, somos transparentes", dijo Samuel González, director de nuevos negocios de CIE.

La ciudad y los operadores del parque quieren llegar a un acuerdo que permita garantizar su ejecución hasta el final. Las dos partes recibieron una herencia que deben resolver sin tomar decisiones que después afecten las finanzas de Bogotá por el pago de indemnizaciones.

Mientras se despeja el panorama, el acuario, único en Latinoamérica, de iniciativa y capital nacionales, está en espera de poner el ladrillo que al final les permita a los niños bogotanos conocer tiburones, pirañas y peces de todos los tamaños y colores. Ojalá que por peleas políticas o leguleyadas los bogotanos no se priven de tener proyectos de diversión y pedagógicos que son pioneros en América Latina como en su momento también lo fue Maloka, que también tuvo problemas y hoy es un ejemplo mundial.