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El avalista

Casi nadie conoce al barón electoral de los últimos comicios. Se llama Carlos Parra Cifuentes, es de Caldas y el más feliz con el sistema de los avales.

17 de noviembre de 2003

Carlos Parra Cifuentes es uno de los hombres más contentos con las elecciones del 17 de octubre. Con el aval de su movimiento, Convergencia Popular Cívica (CPC), cuyas siglas coinciden con sus iniciales, resultaron electos, según los resultados que aparecían hasta la semana pasada en la página web de la Registraduría, dos gobernadores, 11 alcaldes y 130 concejales. El movimiento obtuvo su mayor triunfo con Angelino Garzón en el Valle del Cauca e hizo moñona con la Gobernación de Nariño y la Alcaldía de Pasto. En total el CPC contabilizó 951.454 votos.

Parra, sin embargo, no se parece al barón electoral típico. No se considera político de carrera, ha tenido poca figuración en su departamento de Caldas y dice que no tiene proyectos políticos personales. Ese hombre, de extracción campesina, es más bien el ejemplo de un manejo hábil de la aplicación del aval de los movimientos políticos a los candidatos en todo el país.

Alguna vez estudió ingeniería, pero no terminó. Esto no fue obstáculo para que, a puro pulso, él se ganara un lugar en la construcción de vivienda social. Ahí estaba cuando Rodrigo Marín le propuso ser candidato al Concejo de Manizales. Resultó electo para el período 1988-1990 y le cogió gusto a la política. En las siguientes elecciones fue elegido diputado, pero nunca ejerció.

En 1994 se lanzó a la Cámara porque "quería probar cuántos amigos tenía en Caldas". Tuvo los suficientes para ganar su curul, luego de lo cual fundó el CPC. Su intención era contar con una estructura para saltar al Senado. Pero aunque los votos no le alcanzaron el CPC mantuvo su personería jurídica porque otros de sus candidatos sí fueron elegidos.

En 1997 el movimiento avaló para la Alcaldía de Manizales la candidatura de Jorge Enrique Rojas, quien venció al candidato de los barones políticos con más de 70.000 sufragios, la votación más alta de la historia. Rojas representó la oportunidad de cambio pero el experimento fracasó y el flamante alcalde fue suspendido. Parra, como lo ordena la ley, le presentó una terna de sucesores al gobernador, compuesta por un ama de casa, un empleado bancario y el mismo Parra. Como era de esperarse, éste se quedó con el puesto y gobernó la ciudad durante 10 meses apoyado por los mismos barones que había derrotado su candidato.

Tal vez por eso, hoy por hoy, Parra no tiene fuerza política en la capital caldense. En las pasadas elecciones se lanzó a la Alcaldía como precandidato, pero se retiró ante el poco entusiasmo que despertó. No obstante el CPC sigue vivo por los avales que dio a varios ganadores. El año pasado fueron dos senadores (Oscar Iván Zuluaga y Carlos Arturo Clavijo) y cinco representantes (Sandra Ceballos, Rocío Arias, Adriana Gutiérrez, Martha del Carmen Vergara y Manuel Enríquez), algunos de los cuales ya se unieron al Nuevo Partido, creado por los uribistas.

Esas siete curules le significaron al movimiento de Parra un reembolso del Consejo Nacional Electoral (CNE) por 140 millones de pesos. Con este dinero, dice él, se sostiene su grupo y de ahí también salieron los aportes a Angelino Garzón a la Gobernación del Valle (tres millones de pesos) y de Eduardo Zúñiga en Nariño (cinco millones de pesos). Junto a ellos el CPC avaló a más de 100 candidatos. Parra dice que son pocos, comparados con los avales que dan los partidos. Además insiste en que él se encargó de seleccionar a sus favorecidos: "Si uno tiene una empresa electoral tiene que buscar los mejores clientes".

Y buenos clientes significa buenos tratos. El constructor cree que una de las claves de su éxito es el nombre del movimiento porque nada lo asocia con los partidos, el término convergencia sirve para acercar orillas ideológicas opuestas y la palabra cívico tiene connotaciones de independencia. Raúl Delgado, alcalde electo de Pasto, confirma lo anterior: acepta que no conoce a Parra y poco o nada sabe del CPC pero que recibió su aval porque "su nombre da la sensación de ser un movimiento pluralista y de amplia participación, aspectos que están de acuerdo con los que me apoyaron desde el Polo Democrático hasta algunas corrientes uribistas".

Por otro lado, Parra da buenas facilidades. El CNE dice que los grupos políticos pueden quedarse hasta con 20 por ciento del dinero por reposición de votos. Zúñiga destaca que Parra "fue generoso en su apoyo y amplio en sus condiciones" porque renunció a parte de su porcentaje. Con Angelino Garzón fue más allá, pues le cedió la totalidad. El gobernador electo del Valle calcula que por reposición va a recibir unos 800 millones de pesos, es decir, que el constructor manizaleño dejará de recibir 160 millones. Con ese dinero Garzón se comprometió a iniciar una obra relacionada con la educación.

Parra sostiene que al hacer esa concesión es más lo que gana pues solidifica su prestigio y comienza a abrir camino para 2006. El sabe que jugó bien sus cartas y que esta mano fue suya. Por ahora, mientras el negocio de los avales descansa con la tranquilidad que le da haber conseguido casi un millón de votos, Parra volverá al de la construcción para sacar adelante un parque agroindustrial, con atracciones como las de Disney World, con el que sueña desde que fue alcalde. Y se dedicará también a terminar la carrera de administración de empresas, un título que sumará al de administrador de avales, en el que, a juzgar por los resultados de las elecciones, cada día es más experto.