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Resguardo indígena Inga Aponte | Foto: Archivo particular

NARIÑO

El pueblo indígena que se 'tragó' la tierra

Todo un resguardo está amenazado por enormes grietas que dañaron 210 viviendas. Las autoridades étnicas piden ayuda.

23 de enero de 2016

El resguardo indígena Inga Aponte, ubicado en la zona rural del municipio de Tablón de Gámez (Nariño), es todo un ejemplo de paz, perseverancia y respeto por el medio ambiente.
 
La historia de esa comunidad étnica que supera los 350 años de existencia está marcada por la violencia de los grupos armados ilegales, los cultivos ilícitos de coca y amapola, la presencia de organizaciones criminales, el desplazamiento y la explotación indiscriminada de la riqueza natural de sus territorios.
 
De hecho, en diciembre pasado, durante la Cumbre sobre Cambio Climático en Francia, ese resguardo fue galardonado con el Premio Ecuatorial 2015 que entregó la ONU a 21 acciones de base comunitaria e indígena por su trabajo en favor del medio ambiente.


Foto: Archivo particular

Y en el caso de los Inga de Nariño, el mérito fue porque lograron erradicar los cultivos de amapola, contener a los violentos y declarar zonas de reserva casi 18.000 hectáreas de páramos, montañas y lagunas.
 
Pero, irónicamente, la madre naturaleza, que tanto protege esa comunidad, hoy se convirtió en su principal amenaza. Desde hace varios meses la tierra del resguardo comenzó a agrietarse.
 
El fenómeno, que es investigado por expertos, llegó hasta el caserío principal del corregimiento Aponte donde viven los indígenas y agrietó.
 
Una inspección humanitaria realizada por el Ejército en coordinación con la Fuerza de Tarea Pegaso, que opera en ese departamento, determinó que la falla ya afectó 147 viviendas. Cálculos oficiales estiman que en ese resguardo viven cerca de 3.000 indígenas.


Foto: Archivo particular
 
Varias imágenes proporcionadas por el Ejército muestran la gravedad de la emergencia. En ellas se aprecian casas con paredes agrietadas, pisos destruidos y hasta las calles adoquinadas levantadas por la falla geológica. En otras fotografías se observan claramente enormes zanjas en línea recta que cortan las zonas verdes del caserío.
 
Hernando Chindoy, coordinador del Tribunal de Pueblos Ancestrales y Autoridades Indígenas del Suroccidente, dijo que “esta situación requiere de atención de la institucionalidad y que sea pronto, pues nuestro pueblo así lo requiere; no podemos permitir que nuestras tradiciones desaparezcan”.


Foto: Archivo particular
 
El líder indígena precisó que las primeras grietas aparecieron en marzo del 2015, pero sólo ahora un comité de expertos universitarios analiza el origen del problema geológico.
 
“En total 210 viviendas ya fueron afectadas. La velocidad con la que avanza la falla es tan evidente, que las paredes se mueven dos centímetros por día”, explicó.
 
Chindoy también fue enfático en aclarar que cualquier proceso de reubicación que se ponga en marcha no puede implicar abandonar el territorio por el que tanto han luchado, “ese tema lo discutiremos en el cabildo”.
 
Por ahora sólo falta el pronunciamiento oficial de las autoridades civiles, quienes basadas en estudios técnicos tendrán que dar una solución al problema; pero mientras esos resultados llegan, la comunidad indígena Inga corre peligro porque el caserío del resguardo se les está cayendo por pedazos.


Foto: Archivo particular