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EN LINDEROS DE LA POLITICA

Setenta Obispos dialogan en Bogotá. Sus criticas y aplausos resultaron, contra todo pronóstico, sorprendentes.

16 de agosto de 1982

Como en los cuadros del pintor Fernando Botero, obispos y militares parecen encontrarse en un mismo plano, y de acuerdo. Así lo confirman las recientes declaraciones de algunos de los 70 obispos que asistieron a la XXXVIII Asamblea Episcopal, realizada en Bogotá entre el cinco y el catorce de julio. Para la opinión pública el tema del robustecimiento de la Parroquia como entidad eclesiástica, motivo de la Conferencia, pasó a un segundo lugar, ante las declaraciones de los jerarcas contra el levantamiento del estado de sitio. Monseñor Darío Castrillón, obispo de Pereira, expresó en una intervención radial que "la paz cristiana es la tranquilidad en el orden y por eso estoy de acuerdo con los planteamientos del general Fernando Landazábal. Lo único que lamento-dijo-es que esos no sean los planteamientos del gobierno". Por otro lado expresó, que "La paz no significa una noticia, en primera plana, de que ya fueron muertos unos guerrilleros y que se han callado unos fusiles, porque el silencio de los fusiles puede significar el silencio de los hambrientos. La palabra paz en este momento para los colombianos, significa la exigencia, la necesidad, de poder volver a transitar por nuestras calles. Nuestra paz es una paz que hiere y seguirá hiriendo mientras no se construya el orden en el cual sí podamos tener la tranquilidad"
La Conferencia manifestó, después de un profundo análisis, que el país se encuentra en un serio estado de deterioro en sus valores morales de justicia y paz. Si bien las Conferencias Episcopales se definen como una reunión de todos los obispos, en comunión con el Papa, para el estudio conjunto y la adopción de medidas comunes en orden a la coordinación y ejercicio de su actividad pastoral en la nación, monseñor Mario Revollo, presidente de la Conferencia, explicó que "cuando los obispos se reúnen no sólo tratan problemas internos de la Iglesia sino aquellos que afectan al mundo y al país en donde está inserta la Iglesia, en este caso Colombia "Con sus largas y ceremoniosas sotanas, los mandatarios religiosos tuvieron diez días de intensas discusiones que no se perdieron, esta vez, en los problemas teológicos más profundos sino que se centraron en las realidades económicas, políticas y sociales del país.
De otro lado, y a manera personal, dijo también Monseñor Dario Castrillón, convertido en el hombre clave de la Conferencia por sus evaluaciones: "Algunas cosas yo no encuentro lógicas en un final de periodo. Por ejemplo; asi haya sido un anhelo mío y de todos los colombianos, quizá con algunas excepciones -porque algunos de ellos se beneficiaban con el levantamiento del estado de sitio-yo no le he dado mérito muy grande a ese levantamiento del estado de sitio fundamentado en la paz electoral. Ya ha habido paz electoral en todas las elecciones que se han realizado en el país. Y sin embargo, a pesar de la paz electoral, la misma con que fue elegido el señor presidente Turbay, no hubo levantamiento de estado de sitio"
En su acto inaugural la Asamblea ubicó a la iglesia como una célula viva de paz, fraternidad, comprensión entre los hombres y justicia social y estableció que "la parroquia es la unidad básica de la Iglesía particular.
Como tal-dijo monseñor Revollo-merece un tratamiento de primerisima atención que supere el fácil empirismo y establezca una fundamentación de sólidos principios que abra los caminos de la renovación y dinamismo que la parroquia necesita frente a las realidades cambiantes de la sociedad. La Asamblea instó a los párrocos colombianos a comprometerse en forma más activa con los problemas de la comunidad"
De declaraciones dadas individualmente por sus eminencias se desprende que la Iglesia jerárquica tiene puestas grandes esperanzas en las acciones del futuro gobierno para el mejoramiento de la situación económica y de orden público del país. "Una nueva esperanza es la de ese grupo de gente no votante que votó en estas elecciones. Yo creo que el trabajo del próximo gobierno, no de una sola persona como el señor presidente electo, sino de todo el grupo que lo ha de acompañar, tiene como tarea principal la de no defraudar estas esperanzas "opinó monseñor Castrillón. Al término de la reunión los obispos preparan un extenso documento sobre moralidad conducta cristiana y marcha de una sociedad organizada. Recomendaron también, como norma para sensibilizar sobre el estado actual de descom posición, el regreso a la evangelización de los hombres.