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Juan Fernando Cristo. | Foto: Archivo SEMANA

POLÍTICA

Cristo, un ministro en apuros

El ministro del Interior pierde el control de su bancada en el Senado, que hunde la reelección de alcaldes y embolata su agenda de proyectos.

26 de noviembre de 2014

Juan Fernando Cristo vive sus peores horas desde cuando se posesionó como ministro del Interior. Parece estar perdiendo una de sus principales funciones, la de garantizarle la gobernabilidad al presidente Juan Manuel Santos en el Congreso. Algunos de los parlamentarios de la Unidad Nacional parecen no hacerle caso.

Nunca antes, ni como senador de oposición, se le había visto tan enfurecido en el Capitolio. En la tarde del martes, el presidente del Senado, José David Name (La U), lo sorprendió con el orden del día para la plenaria. En primer lugar estaba una decena de proyectos de autoría de los congresistas, y entre los últimos, la prórroga de la ley de orden público.

Esa prórroga tiene mensaje de urgencia. Entre otras, porque es la que permite la suspensión de las órdenes de captura para los voceros de las FARC en la mesa de diálogo de La Habana. El Gobierno pide esta prórroga por cuatro años.

Ante ello, Cristo atravesó el recinto y le pidió explicaciones a Name, a la vez que le solicitó subir al primer punto la discusión de la ley de orden público. El presidente del Senado pidió respeto a sus decisiones, pero le dio la oportunidad a que el Senado decidiera. La votación dejó perplejo al ministro: 40 senadores se opusieron a discutir los proyectos del Gobierno y 20 lo apoyaron.

El presidente del Senado atribuye a este malestar con el Gobierno a lo que llama desidia de este con el parlamento. En concreto, a la inasistencia de los ministros. Hace dos semanas, la plenaria discutió un tema que no era tan taquillero, pero muy importante, el de la consulta previa. Voceros de los indígenas y afrodescendientes intervinieron en el debate y aunque estaba citado casi medio gabinete, ningún ministro hizo presencia.

También hay la versión de que el trato hostil del Congreso hacia el Gobierno obedece a una estrategia de presión burocrática, especialmente del Partido de la U, que reclama mayor protagonismo y que tiene el control de la presidencia del Senado.

Pero si el revés en la plenaria del Senado fue diciente, el que sufrió Cristo 12 horas después, en la mañana del miércoles, fue estrepitoso.

La Comisión Primera del Senado, en una aplastante votación de 12-0, hundió la reforma que pretendía igualar los períodos de alcaldes y gobernadores con el del presidente de la República y la fórmula para ello, que no era más que permitirles la reelección a los actuales mandatarios locales y recompensarlos con la posibilidad de ampliar su actual período por tres años más.

Cristo llegó temprano a la Comisión Primera del Senado con el conocimiento de que siete senadores, tres de ellos de su coalición, habían presentado ponencia negativa al proyecto que descalificaron con duros términos. Y también comprobó que no tenía los votos para salvar esa promesa de campaña del presidente Juan Manuel Santos.

En coordinación con Roy Barreras, presidente de La U, radicaron una ponencia positiva al proyecto a última hora. Con ese argumento pidieron el aplazamiento de la votación. Cristo además pidió que fueran escuchados alcaldes y gobernadores antes de decidir. Percibió que el ambiente era favorable y decidió retirarse, bastante molesto.

Posteriormente, a través del presidente del Senado, aceptó eliminar la reelección de alcaldes a cambio de que se igualaran los períodos. Fue el último intento por salvar el proyecto. Cuando el ministro volvió a la Comisión, encontró que el proyecto ya había sido hundido.

Cristo se quejó de que los senadores habían pupitreado el proyecto. Dijo que el gGobierno no contó con garantías y se resignó a que el gobierno no volverá a presentar este proyecto. Es decir, la promesa que les hizo Santos en campaña a los alcaldes y gobernadores quedó en nada.

Pero más allá de la circunstancia de esta reforma, la evidencia es que el ministro Cristo atraviesa sus horas más difíciles en el Congreso.