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LA FRUTA PROHIBIDA

En una acción que tomó por sorpresa a muchos, incluyendo a los acusados, el gobierno de Estados Unidos acusó a varios miembros de la familia Grajales.

26 de diciembre de 1994

A PRINCIPIOS DE 1990, CUANdo la Agencia de Lucha contra las Drogas, DEA, se concentró en el estudio de las operaciones del cartel de Cali y especializó a un grupo de agentes en la recaudación de información relacionada con la organización, el apellido Grajales era sólo una vaga sospecha.

Pero, poco a poco, según explicaron fuentes federales a SEMANA, algunas coincidencias los llevaron a averiguar más sobre la próspera familia colombiana que conquistó los mercados del mundo con el maracuyá y el mango en pulpa.

El jueves pasado las coincidencias fueron convertidas por la Fiscalía de Miami en cargos criminales por importación y tentativa de distribución de narcóticos, en un escueto encausamiento de dos páginas hecho a sabiendas de que produciría mas efectos simbólicos que judiciales, pues nadie fue arrestado y hay muy pocas probabilidades de que alguien lo sea.

Como le dijo una fuente federal a SEMANA en Miami: "Sabemos que nos van a preguntar para qué seguir encausando miembros del cartel de Cali si no hay posibilidad de traerlos, pero nosotros no podemos burlarnos de la justicia y tal vez algún día las cosas cambien".

Para Raúl Grajales Lemos, quien fue acusado junto con sus primos Luis, María Nancy, Eduardo, César Grajales Posso y José Agustín Grajales, la noticia fue devastadora. Grajales se enteró el martes por la noche a través de reporteros de un diario de Cali que habían recibido copia del encausamiento y buscaban al empresario para obtener sus comentarios.

En un principio pensó que se trataba de otra confusión, de la cual había sido víctima durante la operación 'Hielo verde'. En esa oportunidad, explicó, alguien que fue arrestado en Italia se identificó con su nombre mientras él estaba en Cali.

Pero esta vez, al ver el encausamiento, la situación le pareció mucho más grave aunque no menos desatinada que la anterior. En varias entrevistas Grajales dijo que este era un montaje de la DEA, una gran equivocación que lo único que conseguiría sería echar a pique sus negocios, y ofreció presentarse a donde lo citaran.

La oportunidad fue aprovechada para que el vocero de la DEA en Miami, Jim Shedd, apareciera en cámara invitándolo a que compareciera a la Corte de esta ciudad.

El caso contra los Grajales está construido sobre un largo historial de confiscaciones y arrestos en varias partes del mundo, explicaron fuentes federales a SEMANA.

Una de las operaciones que resultó muy útil para llegar a este encausamiento fue el arresto en Miami, en junio de este año, de Carlos Arango, un colombiano de 45 años que fue identificado como el 'gerente' del cartel de Cali. Arango fue arrestado junto con otras 24 personas y acusado de narcotráfico y lavado de dinero. Según el agente de la DEA, John Fernández, el 'gerente' manejaba el envío de millones de dólares semanales a Colombia desde Miami en compresores, refrigeradores y otros equipos.

Durante la operación, que se tomó nueve meses, la DEA confiscó 60 millones de dólares en propiedades, joyas y efectivo e interceptó llamadas telefónicas entre Arango y José Loaiza Montoya, identificado como el director de operaciones en Cali.

Ambos, alegó el gobierno estadounidense, planeaban el asesinato de dos narcos que no habían cumplido con unos pagos.

"A partir de esta y otras operaciones, la DEA fue armando el rompecabezas hasta llegar a los Grajales", dijo un agente federal. Según la fuente, la organización fue infiltrada en Cali y Estados Unidos, algunos arrestados colaboraron y varios informantes entregaron datos valiosos.

Por todo esto las autoridades afirman, como dijo el asistente del fiscal del sur de la Florida, Wilfredo Fernández, que este es sólo el comienzo de algo más grande.-