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Cadena humana en Buenaventura
Cadena humana en Buenaventura | Foto: @mayoloangelica

VALLE DEL CAUCA

La gigantesca cadena humana con la que habitantes de Buenaventura rechazan la violencia

Miles de habitantes del puerto se unieron para alzar su voz en contra de la violencia que tiene a la ciudad sumida en la zozobra y el dolor.

11 de febrero de 2021

En total fueron 22 kilómetros de una cadena humana llena de voces que condenaban la violencia. Ocurrió este miércoles en la mañana en Buenaventura, principal puerto sobre el Pacífico, donde miles de habitantes salieron a rechazar las acciones violentas que tienen a la ciudad sumida en la zozobra y el dolor desde hace más de cuarenta días.

La cadena humana fue uno de los actos más poderosos de la protesta que se ha extendido en el puerto desde hace una semana, cuando el país conoció que en los primeros 34 días de 2021 hubo 34 combates urbanos en diferentes barrios de la ciudad, confrontaciones con armas largas y que se prolongaban por espacio de hasta seis horas.

Todo eso originó una serie de desplazamientos internos, muertes, amenazas y un panorama favorable para una de las ciudades más importantes de Colombia.

Los ciudadanos siguen reclamando atención del Gobierno nacional. Saben que poco mirarán hacia esta zona del país, donde solo interesa el puerto. Por ello, piensan cerrar el municipio como señal de ese pedido ya repetido desde hace años.

La cadena humana –y las protestas para rechazar la violencia– estuvieron a cargo de un colectivo de jóvenes liderados por el defensor de Derechos Humanos y artista Leonard Rentería. La jornada inició en en la avenida Simón Bolívar y finalizo en el corregimiento de Córdoba.

“Esta lucha vale tanto la pena. Entre 2003 y 2015 asesinaron en Buenaventura a 2.120 jóvenes, según Medicina Legal. Tocaría averiguar pasados estos últimos 5 años cuántos jóvenes más hemos perdido. Al final ninguna muerte a bala puede catalogarse como una muerte positiva en este contexto”, indicó Rentería.

La cadena humana fue acompañada por monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de Buenaventura, quien en días pasados advirtió que en Buenaventura continúan desapareciendo las personas y que no ha parado la práctica escabrosa de picar los cuerpos para no dejar rastro, en sectores de bajamar.

¿Qué sucede en Buenaventura?

El puerto lleva 34 combates urbanos en los primeros 34 días del año. Todas las noches hay enfrentamientos entre dos reductos de la banda La Local, que no es otra cosa que un gran cartel de droga heredero de Los Urabeños. Los que hoy siembran el terror en Buenaventura son la nueva ola del paramilitarismo.

La violencia se reactivó con fuerza el 30 de diciembre de 2020 muy temprano. La Empresa, una de las filiales de La Local, atentó contra Fidel, el jefe máximo de esa estructura. Sobrevivió y lo que pasó después parecía la secuencia de una serie de televisión mexicana. Esa noche hubo una caravana de muerte en la ciudad: hombres en moto y con fusil asaltaron varios barrios, asesinaron a siete personas y dejaron heridas a tres más. Todo eso en menos de 60 minutos. Querían venganza y coordinaron ataques certeros contra supuestos integrantes de La Empresa.

Los casquillos de bala en el piso son la síntesis de las angustias que viven los habitantes de algunos de los barrios de Buenaventura.

Desde ese día se rompió el pacto de control y fronteras invisibles en Buenaventura, en el cual extorsiones, asesinatos y desapariciones suman números preocupantes. El personero Edwin Patiño habla de por lo menos 30 homicidios en 2021 y más de 40 reportes de desaparecidos.

El alcalde, Víctor Vidal, explica que esta disputa es por el control estratégico que Buenaventura representa para las actividades del narcotráfico. “Hoy tenemos un nuevo pico de violencia, porque la banda que tenía el mayor control ilegal ha tenido una ruptura interna”, dice.

A él no le gusta llamar banda delincuencial a La Local, “porque no estamos hablando de una pandilla de muchachos, sino de una estructura armada de carácter nacional”. Mal contados, los hombres armados que hoy siembran el terror son alrededor de 400. Tienen en su poder fusiles AK-47, armas largas, cortas y hasta lanzagranadas, como los tres que han incautado las autoridades en los últimos días.

Con ese armamento bélico se enfrentan todas las noches en pleno casco urbano sin que la fuerza pública pueda hacer mayor cosa.