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Los Andreses

El nombramiento de dos tecnócratas como viceministros de Defensa es una movida clave en la difícil guerra que está librando el país.

1 de diciembre de 2002

Ambos son uniandinos e hicieron maestrías en el exterior; los dos vienen de multinacionales petroleras; los dos pertenecen a la naciente tecnocracia de seguridad; ambos están en sus 30; se llaman Andrés. Y ambos llegan esta semana a puestos mellizos y estratégicos para este momento del país: los recién creados viceministerios de Defensa.

Se trata de Andrés Peñate, economista, 37 años, especializado en la Universidad de Oxford, Gran Bretaña, en estudios latinoamericanos, con una tesis sobre cómo la violencia se enlaza con la política local en Arauca. Pupilo de Rafael Pardo en la Consejería de Seguridad y Defensa bajo el gobierno Gaviria y, desde ahí, fue funcionario en Colombia y en el exterior de la British Petroleum, experto en riesgo político y en el manejo social de la seguridad.

Y Andrés Soto, politólogo, 34 años, especializado en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos, en seguridad nacional, pupilo también del hoy senador Pardo en la unidad de justicia y seguridad de Planeación Nacional, en la cual empezó como jefe de la división de Fuerzas Armadas y terminó como director, y de ahí fue funcionario de la Occidental de Colombia, experto en relaciones con el gobierno y en diseño de estrategias integrales de seguridad.

¿Por qué dos viceministros? Su creación hace parte de la reestructuración que ha liderado la ministra Marta Lucía Ramírez. Busca mejorar la eficacia del Ministerio en su conducción y apoyo estratégico de la guerra contra la guerrilla y la puesta en marcha de la política de defensa y seguridad del presidente Uribe. Para eso dividió en dos las labores del viceministerio. Peñate hará una gestión más de puertas hacia afuera. Tratará los temas políticos, como los derechos humanos, las relaciones con otros estamentos del Estado y de la sociedad y las comunicaciones. Soto, en cambio, se concentrará en la planeación, las finanzas y el manejo de las 18 entidades descentralizadas del Ministerio. La idea es que esta cartera ponga los medios y los recursos que las Fuerzas Armadas necesiten para el cumplimiento de sus estrategias.

El otro gran cambio es la centralización del manejo administrativo y de la contratación bajo la secretaría general, hoy ocupada por otra mujer, Ketty Valbuena, con una larga trayectoria en Hacienda.

Al centralizar la adquisición de equipos y compras, que antes hacía cada arma, o cada dependencia, el gobierno espera ganar en eficiencia y en control. "Es garantizar unas economías de escala que no se estaban aprovechando al máximo", explica Bernardo Ruiz, el viceministro de Defensa saliente, que luego de más de tres años de labores será segundo de Luis Alberto Moreno en la embajada en Washington.

Ninguno de los dos nuevos viceministros es novato en el tema. Peñate es un analista y observador sistemático del conflicto en diferentes regiones. Soto ha tenido una interlocución de varios años con las Fuerzas Armadas en planeación y estrategia. Y esto es precisamente lo que hace que sean tan interesantes estos nombramientos de la ministra Ramírez.

Es que ahora -como es ya una larga y benéfica tradición en el manejo de la economía colombiana- los tecnócratas en seguridad, que se han formado en Planeación, en las consejerías y en la academia, están llegando a cargos importantes. Por fin resulta claro que el problema de la seguridad de los ciudadanos, de su protección frente a la criminalidad de diversas calañas, es un asunto en el cual es responsable sobre todo la conducción política del país, y no los militares solos. De ahí que para que sea eficaz requiere tanto de capacidad militar como de políticas y estrategias claras.