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LOS ESPANTOS DEL PALACIO

En el Palacio de Justicia desaparecieron once personas. Y en Medicina Legal faltan veintiún cadáveres

20 de enero de 1986

Los quejidos de mujer que se escuchan de noche en el cascarón chamuscado del Palacio de Justicia dieron mucho que hablar en los días subsiguientes a los sucesos del 6 y el 7 de noviembre. Pero no son el único misterio que dejó la tragedia. Hay otro más, y es el de la suerte corrida por once personas que desaparecieron en la toma: ocho empleados de la cafetería del Palacio, una proveedora, una pariente de la magistrada Haydée Anzola, y una joven que había ido ese día al Palacio a buscar empleo. Las autoridades militares han afirmado reiteradamente que no se hicieron prisioneros. Pero los cadáveres de esas once personas no aparecen. Y sí fueron hallados en cambio, en el piso intacto de la cafetería, los enseres personales de los empleados, con el único faltante de los documentos de identificación y del dinero.
Los parientes de esas once personas se han agrupado en una Asociación de Familiares de Desaparecidos del Palacio, y desde el 7 de noviembre iniciaron una peregrinación desesperada que todavía no ha terminado: anfiteatro, Medicina Legal, DAS, F-2, Cantón Norte, hospitales, Casa del Florero. Han recogido rumores, pero no noticias. Hay, sin embargo, al menos dos testimonios sobre la existencia de sobrevivientes.
El de Carlos Martínez Sáenz, director del Socorro Nacional de la Cruz Roja, quien declaró a SEMANA haber visto en la Casa del Florero cómo los militares separaban a tres presuntos guerrilleros de un grupo de evacuados, entre ellos una muchacha de peinado "afro" y falda escocesa. Y el del consejero de Estado, Jaime Betancur Cuartas (con quien SEMANA trató infructuosamente de ponerse en contacto), quien dijo a César Enrique Rodríguez Vera, hermano del administrador desaparecido de la cafetería del Palacio, que había visto a un grupo de detenidos en el Cantón Norte, a donde lo llevaron las autoridades militares en búsqueda de uno de sus auxiliares, también desaparecido.
"A pesar de que las autoridades siempre han dicho que no hubo prisioneros, diferentes informaciones daban cuenta de que sí los hubo: por eso seguimos conservando las esperanzas", dice a SEMANA Enrique Rodríguez, padre del administrador.
"Hemos ido a Medicina Legal con médicos, odontólogos y dactiloscopistas, hemos examinado no sólo los cadáveres, sino las pertenencias de los muertos recolectadas por la Digin, y no hemos encontrado a ninguno. El 13 de noviembre fui al Cantón Norte porque en una llamada telefónica anónima me dijeron que ese día salía de allá mi hijo. Me dejaron entrar, un militar revisó minuciosamente una lista en cuatro hojas de papel oficio y me dijo que ahí no aparecía Carlos Augusto. Sentí confianza y le dije que buscaba a ocho personas más, las de la cafetería. Hizo una mueca y dijo: "De la cafetería no hay nadie aquí".
Todos los parientes de los desaparecidos cuentan historias similares: amigos, vecinos y hasta militares les han asegurado que sí hay detenidos, pero las autoridades lo niegan en redondo. Los padres de Lucy Amparo Bonilla de Arias, por ejemplo, dicen que el mismo miércoles seis llamaron a preguntar por ella a la Casa del Florero, y les dijeron que allá estaba su hija. Pero al día siguiente no apareció. "El día doce, alguien que se identificó como un vecino de mi hija, de nombre Emiliano, y dijo trabajar en el Ministerio de Defensa, habló conmigo por teléfono. Me dijo que Lucy Amparo estaba bien, que estaba en la brigada de Usaquén y que le lleváramos ropa porque estaba muy sucia. Luego, en el Cantón, un teniente de apellido Ruiz le dijo a un conocido nuestro que Lucy Amparo sí estaba allá, y que "se pusiera las pilas para sacarla porque les estaba yendo muy mal". Pero más tarde el coronel Sánchez, comandante del B-2, nos dijo: "No tenemos presos, y para su conocimiento les informo que los nueve empleados de la cafetería son todos del M-19. Se fueron. Cogieron el monte".
No hay presos, pues. Pero sigue habiendo desaparecidos. Y en cambio faltan cadáveres. El doce de diciembre, ante el Congreso, el ministro de Defensa dijo que los muertos habían sido 115. Pero el doctor Egon Lichtenberger, director de Medicina Legal y quien hizo los levantamientos, dijo a SEMANA que ese Instituto sólo encontró 94: de ellos fueron identificados 65, y los otros 29 sin identificar fueron a fosa común. De manera que quedan faltando veintiuno.--