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Los Úsuga: así ha sido el declive de la familia más peligrosa del país

Hace tres décadas comenzó el recorrido criminal de los hermanos Úsuga David, capos del Clan del Golfo. Su condena la empezaron a pagar en los últimos 6 años: 15 miembros de la familia han sido capturados por la Policía.

27 de julio de 2018

Han pasado 30 años desde que el destino de la familia Úsuga David se torció. Entonces se convirtieron en uno de los clanes más peligrosos de los que se ha tenido noticia. Y en los últimos 6 años, como si el karma se les hubiera acumulado con el paso de las décadas dedicadas al crimen, han pagado las consecuencias. En ese tiempo, 15 personas del círculo familiar de Otoniel, el delincuente más buscado de Colombia, han sido capturadas, una más murió en medio del fuego del Estado. Las dos últimas, dos primas dedicadas a ocultar la fortuna de la estirpe, fueron detenidas la semana pasada por la Dijín.

Hoy, todo el mundo en el Urabá sabe quiénes son, aunque muchos prefieren no mencionarlos, pero hace 30 años, los apellidos Úsuga David significaban poco en la región. Apenas designaban al hogar conformado por don Juan de Dios y doña Ana Celsa, un matrimonio de campesinos humildes como la mayoría en el corregimiento de Nueva Antioquia, en Turbo, al lado del Caribe.

La geografía hizo de esa zona un lugar apetecido por los más grandes criminales. El brazo del cartel de Medellín los había alcanzado, y el contrabando era tradición para muchos en el Golfo de Urabá. En 1987, Juan de Dios, el mayor de los hermanos, decidió juntarse a los guerrilleros del Epl que merodeaban el territorio, y Dairo Antonio, el menor, apenas un adolescente, cogió camino a su lado.

En contexto: La guerra que llevó al Clan del Golfo a pensar en su rendición

El 1 de enero de 2012, 25 años después, los hermanos seguían juntos. La familia Úsuga David estaba reunida en una finca en Acandí, Chocó. Ya había corrido mucha agua por ese río. Después de pasar por el Epl y de burlar su desmovilización, se unieron a las autodefensas, y volvieron a burlar el desarme de esas estructuras. De guerrilleros a paramilitares, lo de los Úsuga David no eran los discursos ideológicos, sino la plata, la guerra y el narcotráfico.

Ese día habían organizado una fiesta para celebrar el año nuevo junto a 100 personas más. Dairo Antonio, que entonces ya era conocido como Otoniel, abandonó la juerga a la madrugada. Juan de Dios, Giovanny, el mayor, el heredero de Don Mario y el capo detrás del grupo postparamilitar más peligroso del país, pasó de largo. Al amanecer se activó el operativo de la Policía, que entró a la finca. Fueron 30 minutos de enfrentamientos en los que murieron un uniformado y el capo. Desde entonces, la familia empezó a pagar la condena.

Con la muerte del Negro Sarley, otro aliado de los hermanos Úsuga, Otoniel, el menor, quedó a cargo de una organización que él se encargó de alimentar, captando estructuras menores en la región. Entre sus reclutas, atrajo a Roberto Vargas, alias Gavilán, y juntos le dieron forma al Clan del Golfo. Crearon una estructura alrededor de sus propias familias, y así llegaron a tener cerca de 4.000 hombres en armas. Todo un desafío para el Estado.

Un año después, en operaciones conjuntas entre Sucre y Antioquia, la Policía capturó a Nini Jhoana, la hermana de Otoniel, y a Arley, el sobrino. Ella se había convertido en una de las principales testaferras de la organización, le encontraron una caleta con 6.000 millones de pesos. Él era el enlace con las Farc para la compra de cocaína, y un despojador de tierras consumado en Urabá y Córdoba que terminó extraditado a Estados Unidos. Meses después fue la captura de Víctor Hugo, el hijo de Giovanny.

Clan del Golfo: la hora final

Otoniel (izquierda), el jefe del Clan del Golfo - El general Jorge Vargas (derecha), comandante de la Operación Agamenón contra el Clan. 

En 2015, con el comienzo de la Operación Agamenón de la Dijín, una campaña dirigida por el general Jorge Vargas, sostenida en el corazón del Urabá con el objetivo de desmantelar al Clan de Otoniel, empezó una racha de capturas contra la familia: Harlison, el primo, quien coordinaba redes con narcos centroamericanos; Blanca Madrid, la pareja de Otoniel, y su hermana Martha Madrid, fichas claves en la red de testaferros y de lavado de la fortuna de los Úsuga.

Luego cayeron cinco primos y un sobrino, hombres y mujeres, dedicados al testaferrato y jefes de las subestructuras del Clan. Dos de ellas, Lody y Gloria Elena, capturadas el pasado 18 de agosto. Pero uno de los impactos más duros a la moral de Otoniel sucedió en abril de este año. Fue la captura de Ángel Eusebio, alias Chengo, otro de los hermanos, criado al lado de Otoniel, que hizo carrera a su lado durante 20 años de carrera y controlaba el narcotráfico en la zona natal de la familia, entre Turbo y San Pedro de Urabá, donde hace tres décadas empezaron a construir el imperio delincuencial.

En total, en los últimos 6 años, 15 miembros del clan Úsuga David han caído en acciones militares y policiales. Otoniel, un criminal de familia, se está quedando solo. El capo que se ha salvado dos veces de ser atrapado, además de aquella fiesta de año nuevo en la que cayó su hermano y mentor, está aislado, escondido junto a tres escoltas y varios anillos de seguridad de unos 150 hombres que lo protegen.

En ese aislamiento decidió intentar una negociación con el Gobierno, para ponerle fin a una vieja historia criminal. Lo hizo tal vez escuchando el consejo de Ana Celsa, su madre, quien hace tres años, en una entrevista radial desde su humilde casa en Nueva Antioquia, dijo que le gustaría verlo en la cárcel, donde "estaría más seguro y podría arrepentirse".