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Volvieron los narcobananos recargados

Las organizaciones mafiosas retomaron con fuerza la vieja estrategia de camuflar cocaína en bananos que se exportan al mercado europeo. En las últimas semanas fueron incautadas más de nueve toneladas.

16 de marzo de 2018

La información era precisa. Los hombres de la Operación Agamenón sabían que un gran cargamento estaba listo para salir con destino a Europa, con información de la Armada, un puñado de uniformados llegaron hasta una de las bodegas en donde estaban apiladas decenas de cajas con banano de exportación las cuales iban a subir a un barco. Al inspeccionarlas encontraron cinco toneladas de cocaína camuflada estratégicamente entre los plátanos. Se trató de uno de los mayores decomisos de los últimos años. La droga iba con destino a Bélgica y en el mercado del Viejo Continente alcanzaría los 314 millones de dólares.

Tan solo tres días más tarde, el pasado 9 de marzo, la Policía Antinarcóticos en el puerto de Santa Marta descubrió otros 1.626 kilos de clorhidrato de cocaína también escondida en otro cargamento de banano con destino Amberes, Bélgica, valorados en 89 millones de dólares

Unas semanas atrás, el día 19 de febrero, la Policía Nacional durante un operativo en zona rural del departamento del Magdalena, logró la incautación de 2,1 toneladas de cocaína, la droga fue hallada oculta en canecas que estaban enterradas entre los cultivos de plátanos de la zona Bananera.

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El 5 de diciembre de 2017 otro cargamento alcanzó a llegar a su destino, esta vez Algeciras, España. Pero  fue descubierto por las autoridades de ese país quienes encontraron 5,8 toneladas en otro cargamento de bananos.

Estos son tan solo algunos de los más recientes casos en donde los narcos, principalmente el Clan del Golfo, han acudido la táctica de camuflar la droga en cargas de bananos de exportación. No es algo excepcional. De hecho esta modalidad es una muestra de que los narcos han vuelto a usar estrategias que utilizaron hace más de 20 años para tratar de sacar la droga del país.

Regreso al pasado

Carlos Vélez, conocido con el alias de Mister, se convirtió en uno de los hombres más importantes para la banda criminal del Clan del Golfo y su jefe, Dairo Úsuga, alias Otoniel. La razón es muy simple. Este hombre tenía una especial habilidad para enviar pequeñas cantidades de droga oculta en veleros y embarcaciones turísticas de Urabá hacia Centroamérica. Mensualmente lograba sacar hasta 2 toneladas de cocaína. Hace un mes cayó en una operación de un grupo especial de la Dijín y será extraditado. Sin embargo, más allá de la importancia de su arresto, este personaje comprueba esa tendencia reciente de los narcos, que han vuelto a usar viejos métodos para exportar la droga.

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En los años ochenta el cartel de Medellín utilizó veleros cargados con unas decenas de kilos como una de sus muchas estrategias. Hoy han reencauchado ese procedimiento y otros más. Desde noviembre del año pasado las autoridades y la prensa británicas revelaron que lujosos aviones privados partieron desde hangares en Colombia cargados con media tonelada de droga. Carlos Lehder comenzó a hacerlo a mediados de los años setenta y Pablo Escobar masificó ese procedimiento en la década siguiente.

Algo similar ocurre con los pasantes de droga, comúnmente llamados mulas. Esos viajeros con cargamentos ocultos en maletas de doble fondo o ingeridos proliferaron en los años noventa, y han regresado con inusual fuerza. El miércoles de la semana pasada la Policía Antinarcóticos descubrió a dos venezolanas con casi 3 kilos de cocaína oculta en sus partes íntimas, cuando intentaban abordar un crucero que salía de Cartagena con destino final a Panamá. Con ellas se llegó a la impactante cifra de 58 extranjeros y más de 170 mulas detenidas que intentaban sacar droga entre el año pasado y lo que va de 2018. En ese periodo otras 150 mulas fueron capturadas en el exterior al llegar a sus destinos.

Algo similar está ocurriendo con el ingreso de las divisas producto de la venta de drogas. En los primeros 15 días de febrero la Policía Fiscal y Aduanera detuvo a 8 personas en El Dorado cuando pretendían ingresar dólares, que, literalmente, se habían comido. En pequeños rollos envueltos en látex cada uno transportaba en el estómago alrededor de 20 de estas cápsulas; cada una contenía 5 billetes de 100 dólares. En total, los agentes incautaron con esa modalidad 223.000 dólares, un poco más de 600 millones de pesos.

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Si bien es claro que los narcos siempre han usado estas estrategias, entre muchas otras, las autoridades consideran que hay un inusual regreso a esos métodos, por varias razones. En los últimos dos años las organizaciones de traficantes han sufrido decomisos de gigantescos cargamentos a manos de la Dijín. Tan solo el año pasado les incautaron más de 450 toneladas de drogas; en un solo operativo cayeron 13 y varios cargamentos de 4 a 6 toneladas. “Ese trabajo entre la Policía, Fuerzas Militares, Fiscalía y las agencias antidrogas ha permitido esos grandes golpes, lo que ha obligado a los narcotraficantes a tratar de sacar menos cantidades de droga usando métodos más complejos de detectar”, afirmó el general Jorge Vargas, director de la Dijín.

Ese ‘pitufeo’, como algunos llaman en el mundo del narcotráfico a la modalidad de sacar mucha droga en pequeñas cantidades, también tiene que ver con la gran producción de cocaína de Colombia. Además, con el hecho de que ya no hay carteles dominantes, estilo Medellín y Cali, y desde hace años ese negocio ilegal se ha atomizado en una amplia variedad de organizaciones y pequeños capos.

Las autoridades también analizan si esta especie de auge en volver a los viejos métodos coincide con la llegada masiva de antiguos y poderosos capos del narcotráfico. Y es que en los últimos años narcos de los grandes carteles han regresado al país después de haber sido extraditados y purgar sus condenas en Estados Unidos. Muchos de ellos fueron los pioneros y mayores promotores de esas modalidades de exportación de droga que ahora se ven con frecuencia.

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Por ejemplo, Héctor Restrepo, alias Perra Loca, es el último de cerca de una veintena de los llamados narcos duros que hicieron historia en la mafia hace varios lustros, y tras pagar condenas de entre cinco y diez años de prisión han quedado libres. El regreso al país de otros importantes capos que ya habían salido de la cárcel como Víctor Patiño, alias el Químico; Eliécer Asprilla, alias Negro; Tornillo, Cejas, el Mocho, Camisa Roja, el Socio o Pipe Montoya son tan solo algunos de los nombres y apodos de los hombres que integran esa lista.

La preocupación radica en que la mayoría al regresar volvió a delinquir. De ellos, varios hicieron parte de la cúpula del cartel del Norte del Valle. Así sucedió con Carlos José Robayo, alias Guacamayo, que luego de pagar seis años en Estados Unidos retornó a Colombia y dos años después la Policía lo capturó, acusado de seis asesinatos, concierto para delinquir, tortura y porte ilegal de armas. En los próximos meses también estarán de regreso otros dos pesos pesados de la vieja guardia de la mafia: Carlos Rentería, alias Beto; y Francisco Zuluaga, alias Gordo Lindo.

Durante los años recientes la Policía y las demás autoridades han centrado sus esfuerzos en combatir al Clan del Golfo, la banda mafiosa y sicarial más grande del país. La Operación Agamenón, liderada por el general Vargas, les ha quitado en dos años más de 200 toneladas de droga, arrestado a más de 1.500 integrantes y decomisado más de 600.000 millones de pesos en efectivo y bienes. Si bien se trata de un esfuerzo importante y exitoso, es claro que las autoridades deben adoptar las medidas necesarias frente a lo que parece un fenómeno en el que confluyen el regreso de antiguos narcos y las viejas tácticas del pasado de la mafia.