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“Mi noche con Pablo Escobar”: María Isabel Rueda revela una conversación secreta con el capo, que quedó grabada, tras su fuga de la Catedral
El capo había enfurecido por la versión de que “se había volado de la cárcel de la Catedral, vestido de mujer, a través de un alambrado, después de haber distraído a un pobre soldado con un plato de lentejas”. Ella duró ocho horas tratando de convencer a Pablo Escobar de entregarse.

María Isabel Rueda conoce como pocos los vericuetos de la historia reciente del país. Desde su papel como directora de QAP, la periodista cubrió con valentía al temible Pablo Escobar y toda la estela de dolor y terrorismo que causó en los años en que doblegó al Estado.
En los 30 años de su muerte, Rueda contó con detalles un hecho desconocido para el país. La conversación que buscó el mismo capo con ella tras haberse fugado de la Catedral, el 22 de julio de 1992. Escobar estuvo apenas un año, un mes y tres días en ese penal que no solo construyó a su medida, sino desde el cual siguió delinquiendo y manejando su imperio del narcotráfico.
Su fuga, horas después de que la Asamblea Constituyente aprobara la no extradición, y 15 días antes de promulgarse la nueva carta política, el 4 de julio de ese mismo año, dejó al país estupefacto y aterrorizado.
María Isabel cuenta lo que sucedió en 12 horas desconocidas hasta ahora por los colombianos, desde las seis de la tarde del sábado 25 de julio de 1992 y hasta las seis de la mañana del día siguiente.
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Todo comenzó cuando la periodista Gloria Congote llegó a su casa y le contó que Escobar “se había volado de la cárcel de la Catedral vestido de mujer, a través de un alambrado, después de haber distraído a un pobre soldado con un plato de lentejas”.
En ese momento, según Rueda, “todo el mundo buscaba a Escobar en los túneles supuestamente construidos bajo la cárcel” y ella consideró importante contarle al país la noticia; “pero como QAP no emitía los sábados, pedí permiso al presidente Gaviria para interrumpir la programación; me lo negó”.

Con el propósito de no dejar al país sin esa información por tantos días, decidió buscar a otros colegas para contarles lo que sabía. Y buscó así a Juan Gossain y a Enrique Santos. El director de RCN de inmediato lanzó un extra. Y no pasó mucho tiempo en recibir la llamada del hijo del capo, entonces Juan Pablo Escobar.
Al otro lado de la línea estaba realmente el jefe del Cartel de Medellín, absolutamente indignado con el cuento de que había salido vestido de mujer. El capo expresó su molestia, colgó y advirtió que llamaría más tarde. Juan Gossain le pasó el teléfono a Enrique Santos, quien le preguntó a Escobar dónde se habían conocido. De inmediato este contestó con la verdad: “En una tasca madrileña, al calor de unos vinos, en compañía de Alberto Santofimio que llevó a Escobar, con motivo de la posesión de Felipe González. Hasta Antonio Caballero estaba presente”.
Según María Isabel, a Enrique Santos lo incomodó recordar detalles de esa noche y le entregó el teléfono. “De ahí en adelante pasé toda la noche en compañía de mis dos amigos negociando muy interrumpidamente, por motivos de seguridad, una posible entrega de Escobar; pero en tan delicada conversación con el sangriento capo, pues decidimos ponernos en contacto con el presidente Gaviria para repetirle cada una de las condiciones que iba imponiendo Escobar, lo cual, de mi parte, resultó la vuelta del bobo, porque ya Palacio tenía chuzada las llamadas que yo reproducía tontamente con la mayor exactitud”.

La periodista recuerda que le dijo a Escobar que debía entregarse, y le recordó que en ese momento ya había un marco jurídico que prohibía la extradición. “Él me pidió que le transmitiera al presidente la imposibilidad de que lo recluyeran en una cárcel urbana, porque temía por su vida. Si mal no recuerdo, llegó a proponer que fuera en algún lugar cerca de Buenaventura, custodiado por la Armada Nacional. El Gobierno respondía muy duro ante cualquier condición que Escobar pretendiera imponer. A las 5:00 a. m. Escobar dijo que tenía que colgar porque lo estaban rastreando. Se movía en un taxi. Quedamos en continuar la conversación al otro día”, puntualizó.
Tras el paso de las horas, los periodistas que estaban reunidos concluyeron que no les correspondía seguir hablando con el capo y fueron a Palacio a pedirle a César Gaviria que siguiera con esa conversación.
La charla quedó grabada en un casete. Y tiempo después, en la casa de María Isabel, un grupo pequeño, en el que estaba Gossain, se reunió a oír de nuevo la grabación. De manera misteriosa, el periodista tomó el casete y se lo llevó.