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No solo le pusieron Bebé, también le enseñaron a comportarse, a imitar algunas de las acciones más típicas de los seres humanos. | Foto: Archivo particular

FALLO

La conmovedora historia del mono que se robó el corazón de una familia de La Mesa

La Corte Constitucional avaló la actuación de la CAR que separó al animal de un hogar que lo adoptó. Ellos denuncian "cambiazo".

22 de julio de 2016

Con una decisión que dejó un sabor agridulce, la Corte Constitucional puso fin a la historia de un mono aullador que durante seis años se convirtió en un integrante más del hogar que lo acogió en una casa de familia en La Mesa (Cundinamarca).

Con ponencia del magistrado Luis Guillermo Guerrero, el alto tribunal le dio el visto bueno a la decisión que tomaron las autoridades ambientales, que separaron este animal silvestre del entorno de estas personas para devolverlo a su hábitat natural. El caso es tan conmovedor, que los magistrados dicen compadecerse del dolor que sienten estas personas por separarse del mono.

Ahogada en lágrimas, Disney Alfonso Cepeda todavía recuerda a ‘Bebé’, que era como ella y su familia llamaban al animal que durante seis años estuvo integrando su hogar más que como una mascota, como un verdadero hijo de la casa Ríos Alfonso.

El animal, a quien también solían llamar ‘King Kong’, se había salvado de convertirse en el almuerzo de algunos indígenas luego de un viaje que Lugo Ríos Rivera, el esposo de Disney, realizó a La Guajira en el 2008.

Según ellos, Lugo prefirió pagar 50.000 pesos para quedarse con el mono y así evitar que se convirtiera en el alimento de un grupo de personas que, por sus costumbres y tradiciones, no podrían perdonarle la vida al simpático animal.

Al retorno a su vivienda de La Mesa (Cundinamarca), luego de su travesía por el Caribe, el hombre trajo consigo a quien en poco tiempo se convertiría en el miembro más querido por la familia: un pequeño mono aullador que, con el correr de los años, llegaría a ser uno integrantes más del grupo familiar.

No sólo lo bautizaron Bebé, también le enseñaron a comportarse, a imitar algunas de las acciones típicas de los seres humanos, como sentarse a la mesa a compartir una comida en familia, usar los cubiertos e ir al baño, como lo haría cualquier persona.

Este mono aullador no era ni siquiera una mascota, pues parecía haberse convertido, como la familia lo llamaba, en un bebé en pleno proceso de aprendizaje que avanzaba a pasos agigantados. Al menos así lo creían los Ríos Alfonso.

El pequeño mono se levantaba todos los días a disfrutar del jugo de naranja, el café y las frutas que le daba la señora Alfonso, pero además se comportaba como si fuese un miembro más de la familia, que se preocupaba por los demás y respondía con afecto al cariño que le ofrecían.

Para ellos, la presencia de Bebé en la casa era fundamental para que el señor Ríos pudiera hacer más llevadero el cáncer que lo venía aquejando. El cariño del animal, su inteligencia y su gratitud eran para ellos un verdadero aliciente en un momento de penuria como este.

Pero ese idilio que venía viviendo este grupo familiar se terminó en el 2014, cuando la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) se quedó con el animal, para tratar de rehabilitarlo y readaptarlo a sus costumbres como especimen salvaje y enviarlo de vuelta a su hábitat natural.

Frustración

En contra de los anhelos de la familia, Bebé fue a parar a la Fundación Bioandina, que lo prepararía para llevarlo inicialmente al zoológico Santa Fe, en Medellín (Antioquia), donde se esperaba que recuperara sus capacidades para vivir con los de su especie, como cualquier otro mono.

Dicen que el mono no comía y se veía frustrado por estar lejos de los Ríos Alfonso, mientras en la casa de La Mesa el señor de la casa se sentía cada vez con menos fuerzas para tratar de afrontar su enfermedad.

Unos y otros padecían a más no poder la ausencia del otro y por eso los Ríos Alfonso decidieron acudir a la justicia e iniciar una larga batalla jurídica con la que, por desgracia para ellos, no lograron recuperar a su mascota.

Primero el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y luego el Consejo de Estado frustraron las intenciones de este grupo de personas, pues consideraron que pese al sufrimiento de la familia, lo que estaba en juego era la protección del propio animal.

Por orden de esas corporaciones, el mono aullador terminó siendo liberado en un sector rural de Antioquia, mientras la familia esperaba que la Corte Constitucional se apiadara de su situación. Esa entidad escogió el caso para revisión, pero el resultado fue el mismo.

Y a pesar de que los magistrados, en su sentencia, dejan ver su conmoción y solidaridad con el dolor que sienten los Ríos Alfonso, concluyeron que quien realmente estaba en peligro era el animal, pues por mucho amor que le hayan ofrecido a lo largo de estos seis años, terminaron afectándolo notablemente al modificar sus costumbres salvajes.

Cambiazo

La Corte concluyó que en este caso su deber era proteger la fauna silvestre y por eso ratificó las decisiones del Tribunal y el Consejo de Estado. Sin embargo, consultada por Semana.com, Disney Alfonso Cepeda asegura que el mono que llevaron al zoológico y que terminó en las selvas antioqueñas no era su Bebé.

Esta mujer aportó soporte documental en el que consta que el trámite que adelantaron las autoridades ambientales está relacionado con una hembra y no con un macho como, según dice, era el pequeño mono que les dio tanta vitalidad a sus corazones.

Absorbida por el llanto, esta mujer pide que le aclaren realmente lo que sucedió con “su pequeño”, pues ese que aparece registrado en todos los trámites de rehabilitación y traslado a su hábitat natural del espécimen, insiste ella, no es el mismo que les robó su amor.