Home

Nación

Artículo

El presidente Uribe ha viajado a Washington en múltiples oportunidades para presionar, sin éxito, la ratificación del TLC. Como el 29 de junio pasado (foto), cuando se reunió con el secretario de Comercio Gary Locke

COMERCIO EXTERIOR

Nada todavía

A pesar de los esfuerzos del gobierno, han pasado tres años desde cuando comenzaron las negociaciones del TLC con Estados Unidos y ahora su ratificación parece más lejos que nunca.

21 de noviembre de 2009

En febrero de 2006, durante uno de sus encuentros con George W. Bush en la Casa Blanca, el presidente Álvaro Uribe pidió que el Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos (TLC) se suscribiera pronto y dijo que "el acceso al mercado norteamericano", con carácter permanente, iba a ser "una fortuna". Uribe logró lo primero, pues el TLC fue firmado en Washington el 22 de noviembre siguiente, es decir, este domingo hace tres años. Pero no consiguió lo segundo. El acceso permanente de Colombia al mercado de Estados Unidos está empantanado. El Congreso gringo se niega a aprobar el TLC y no se ve solución a la vista.

El asunto se empantanó porque la política estadounidense dio un giro de 180 grados y porque el gobierno colombiano cometió algunos errores en el camino. Estas equivocaciones empezaron en 2005 y a principios de 2006, cuando el equipo colombiano que negociaba el tratado, dirigido por Hernando José Gómez, intentaba satisfacer a algunos gremios, como los avicultores y los azucareros, y tardó más de la cuenta en cerrar el diálogo con los gringos. Lo cierto es que si Gómez y compañía hubieran pisado el acelerador, Bush habría enviado el TLC al Congreso que todavía dominaban los republicanos, que seguramente le habría dado el visto bueno.

Pero no fue así y en noviembre de 2006 el partido demócrata arrasó en las elecciones legislativas en Estados Unidos. Con Nancy Pelosi a la cabeza, los ganadores se declararon contra el libre comercio y a favor de los sindicatos. En Washington, el foco de la discusión sobre el TLC cambió. Desde entonces la Cámara y el Senado estadounidenses insisten en que Colombia debe proteger más a los sindicalistas, y les prestan más atención a las ONG como Human Rights Watch y a su director para las Américas, el chileno José Miguel Vivanco, a quien Uribe acusó en mayo de 2007 durante una cena en el Capitolio norteamericano de inclinarse a favor de la guerrilla. Echarse encima a Vivanco fue otro error estratégico, según constató el diario conservador The Wall Street Journal.

Fuera de eso, no ha sido poca la plata gastada por Uribe para sacar adelante el TLC. Desde 2002, el Presidente ha ido 11 veces a Washington, varias de ellas en avión presidencial y con comitivas numerosas, casi siempre a abogar por el tratado. Además, a las firmas de lobby y relaciones públicas Johnson, Madigan, Peck, Boland & Stewart Inc., Glover Park Group, Burston Marsteller y The Fratelli Group (la única que sigue actualmente) les han girado más de 2,3 millones de dólares. Y nadie olvida lo que ocurrió con el presidente de Burston, Mark Penn, que renunció a dos puestos en medio de un escándalo: el de asesor de Colombia y el de consejero de la entonces candidata Hillary Clinton, que era enemiga del TLC. Su vinculación por el gobierno colombiano fue otro error. El tratado se volvió tema de la campaña presidencial en Estados Unidos y forzó al candidato ganador en las elecciones de hace un año, Barack Obama, a dejar claras sus reservas sobre el acuerdo.

Lo peor es que "nada indica que se vaya a aprobar el TLC el año entrante, pues no es fácil de apoyar un tratado de libre comercio en medio de una crisis económica, con el desempleo alto y cuando habrá elecciones legislativas en estados Unidos", le dijo a SEMANA Adam Isacson, del Centro de Política Internacional en Washington. Pero Colombia no se ha cruzado de brazos y ha pedido la prórroga hasta por dos años de la ley norteamericana por la cual se permite la entrada a Estados Unidos de 6.000 productos colombianos sin pagar aranceles (Atpdea, por su sigla en inglés). Y lo más probable es que antes del 31 de diciembre, como pasa siempre, lo consiga. Será un paño de agua tibia, pero sirve.