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¿NI UN PASO ATRAS?

Entre duros y blandos dentro de su movimiento, Galán tiene que decidir la candidatura.

29 de julio de 1985

¿Qué será lo que quiere Galán? La pregunta se ha puesto de moda últimamente en los cocteles y actos políticos, donde los distintos observadores y prestidigitadores de los procesos electorales colombianos aventuran las más variadas teorías que van desde la simple afirmación de que el dirigente del Nuevo Liberalismo sólo "está cañando", para poder pactar en mejor posición después de las parlamentarias, hasta la de quienes piensan que va a ir hasta el final sin tener en cuenta los resultados de marzo, porque está convencido de que ese es el único modo de sobrevivir y, eventualmente, de ganar.
Pero lo cierto es que la pregunta sólo se puede contestar variando su formulación y planteándola en términos de ¿qué será lo que quiere el Nuevo Liberalismo? El matiz es importante, ya que el error que parecen estar cometiendo todos los analistas de la cuestión Galán es el de creer que el senador santandereano domina con el dedo meñique su movimiento y puede conducirlo hacia donde a él se le dé la gana. "Galán no le está imponiendo su candidatura al Nuevo Liberalismo, pero es posible que dentro del movimiento haya una tendencia mayoritaria que le esté imponiendo a él la candidatura", asegura un representante de la llamada "línea dura" del galanismo antioqueño.
Esta interpretación, considerada como muy cercana a la realidad por otros sectores del Nuevo Liberalismo no quiere en modo alguno decir que Galán no desee ser candidato. Debe entenderse más bien en el sentido de que el senador no está en capacidad de tomar él sólo la decisión de pactar o seguir adelante hasta el final. Y no lo está porque si bien en un principio el movimiento fue una confluencia de personas de distintas tendencias a quienes Galán "les caía bien", hoy en día el Nuevo Liberalismo parece haber evolucionado hasta crear una serie de estructuras e instancias a través de las cuales deben tomarse todas las decisiones, incluída la de la candidatura, con lo cual el movimiento puede estar dejando atrás sus orígenes puramente caudillistas.
A nivel programático, estas instancias ya se vieron en acción durante un foro realizado en Paipa el 21 y 22 de junio. Allí, las tendencias más radicales derrotaron a los moderados, acordando entre otras cosas un programa de apertura democrática que parte de la base de que en Colombia se vive en una "democracia restringida", afirmación ésta que puede significar una ruptura definitiva con el ex presidente Carlos Lleras, quien ha rechazado abiertamente esas ideas. A nivel de estrategia política, las instancias entrarán en juego durante el Congreso Nacional que se celebrará en Bogotá los días 12, 13 y 14 de julio y allí también se prevé una derrota de los sectores moderados.

LAS TENDENCIAS
En cuanto a todas estas tendencias, su aparición dentro del movimiento es también una indicación de que Galán no es jefe supremo, aunque absolutamente todos lo respalden como dirigente del movimiento y como candidato. Hay en realidad tres tendencias que apenas en los últimos meses han comenzado a definirse. La línea moderada, a la que pertenecen principalmente el dirigente vallecaucano Maríno Rengifo Salcedo y el tolimense Rafael Caicedo, es una tendencia liberal más bien tradicional que se distingue de las demás porque entiende como episódicas las diferencias entre el galanismo y el oficialismo y porque frente a programas como el de la apertura democrátia se muestra menos ferviente que los otros sectores del movimiento. Una segunda tendencia se muestra más radical e intransigente con el oficialismo, pero esa intransigencia se debe más a que sus integrantes creen que la división les garantiza su supervivencia política, que a la convicción de que poco o nada puede unir a los dos sectores liberales. En esta tendencia se sitúan Emilio Aljure, del Valle, Alberto Villamizar y César Pardo de Bogotá, Arturo Sarabia del Atlántico y Silvio Mejía de Antioquia. La tercera tendencia, definida como "democráticaradical", es la más intransigente de todas y ha llegado incluso a promover un debate interno sobre la necesidad de convertir al Nuevo Liberalismo en un tercer partido político de centroizquierda y totalmente independiente del liberalismo. En este último grupo se identifica la cabeza de Emilio Urrea y de jóvenes dirigentes de base del Valle y Antioquia, entre otros, que han adquirido gran fuerza.
Se da por descontado que estas dos últimas tendencias, ampliamente mayoritarias, determinen que Galán tenga que ir hasta el final, salvo en el caso de una catástrofe demasiado grande en las elecciones parlamentarias, que lo obligue a pactar. Y, como es evidente desde hace varios meses, el problema más grande del movimiento en la actualidad es cómo evitar un desastre en las parlamentarias.

CAUTIVOS Y SIMPATIZANTES
Los galanistas saben que no pueden ganar las parlamentarias, pero aspiran a obtener más de un millón de votos (contra dos del oficialismo) para poder seguir hasta las presidenciales. Por ahora, Galán va adelante en las encuestas, pero es claro que esos sondeos no han logrado nunca predecir los resultados de las parlamentarias, donde los famosos votos cautivos tienen gran importancia. Para el dirigente Alberto Villamizar "la cuestión es que Galán tiene más imagen que votos, más simpatizantes que electores, y por eso nuestra estrategia central en estos momentos es movilizar miles y miles de activistas para que, el día de las parlamentarias, conviertan esa simpatía en votos".
En esto de los activistas parece estar centrándose buena parte del proceso preelectoral, al menos en lo que a Bogotá se refiere. Barco considera que si derrota a Galán en la capital, podria acabar con su mito y obligarlo a pactar. De ahí que está concentrando una gran labor de activismo de barrios en el Distrito Especial. A los galanistas, por su parte, no les ha pasado por la mente que puedan perder en Bogotá. Pero creen que ganar no es suficiente y que en cambio deben barrer a los oficialistas capitalinos, que para marzo contarán con la creciente fuerza del grupo de Ernesto Samper, que puede robarle votos al Nuevo Liberalismo. El galanismo confía además en que la maquinaria que ha logrado montar tras cuatro años de presencia en el Parlamento y en la burocracia, se vea reflejada en los resultados de Bogotá y otras capitales.
Pero en todo caso, lo que a muchos galanistas les preocupa son los efectos psicológicos que pueda tener en el electorado una derrota dos a uno frente al oficialismo en las elecciones parlamentarias. Después de un resultado tal, ¿será posible para el galanismo sostener la candidatura presidencial? Quien sabe, sobre todo si se tiene en cuenta que para entonces Galán habrá dejado de ser esa especie de "niño bueno" que hasta ahora ha sido para medios como El Tiempo y tendrá que enfrentarse con el hecho de que el ex presidente Carlos Lleras apoye a Barco definitivamente.
Sin embargo, no faltan los galanistas que consideran que todo esto en nada debe cambiar las decisiones y que, desde ya, hay que estar convencidos de que Galán debe ser candidato presidencial. "Es la única manera de conquistar esa franja de centroizquierda donde hay un universo gigantesco de votos, que tradicionalmente ha estado apartado del proceso político", asegura Emilio Urrea. Y no es el único que habla de esa franja:
el propio Galán lo ha hecho y para sostener esta tesis, se apoya en los resultados de las presidenciales del 82, cuando Belisario Betancur se robo esa franja y derrotó a Alfonso López, pese a haber perdido en las parlamentarias. Pero ésta apenas es una tesis y, para poder confrontarla con la realidad, hacen falta aún muchos meses.