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| Foto: Monkey Business iMages

INFANCIA

Niñez: la inocencia perdida

El país ha visto escandalizado una serie de espeluznantes casos de violencia sexual contra menores de edad. El asunto alertó a las autoridades.

25 de abril de 2015

En Santa Marta, una niña de 10 años les contó a dos policías cómo una amiga de su mamá la obligaba a mantener relaciones con un hombre a cambio de dinero que, además, debía entregar a la mujer. Como si no fuera suficientemente dramático lo que le ocurría, la menor contó también que, para acabar de ajustar, cuando llegaba a casa su propio padre también la violaba.

En Yopal, Casanare, un soldado profesional aprovechaba los permisos para visitar a su familia. Cuando llegaba al lugar pocas veces salía. La razón era tan simple como macabra: usaba el tiempo que pasaba en su vivienda para violar a sus dos hijas de 8 y 12 años de edad. Cuando su esposa, la madre de las menores, lo descubrió un día al llegar más temprano de lo habitual, el uniformado la asesinó para evitar que lo delatara.

En Tunja, dos hombres se ponían de acuerdo para entrar a escondidas a la casa vecina. Allí en un cuarto se encontraba una pequeña de 12 años de edad que sufría de discapacidad cognitiva. Aprovechaban su estado de indefensión y con frecuencia abusaban sexualmente de ella.

En Cali, los primos de una pequeña de 7 años de edad no entendían por qué siempre lloraba cuando le anunciaban que debía ir a la casa de su abuela. El motivo de sus lágrimas y angustia consistía en que siempre que iba de visita su propio padre y un tío la violaban en ese lugar. En Bogotá, otra niña de 13 años relató a las autoridades cómo desde que tenía 8 años su papá la violaba todos los días y la obligaba a tomar pastillas anticonceptivas para evitar el embarazo.

Estos son tan solo algunos de los más recientes y aberrantes casos que tristemente tienen como víctimas a los niños y que se han vuelto cotidianos en prácticamente todas las regiones del país (ver recuadros). A pesar de la gravedad y de que no se trata de un fenómeno nuevo el tema de la violencia contra menores de edad ocasionalmente ocupa la atención de los medios, como ocurrió hace pocos meses cuando alias el Desalmado asesinó a sangre fría a los cuatro hermanitos de la familia Vanegas en Caquetá. Si bien la Policía reaccionó rápidamente ante estos casos, hay un aspecto del tema que tiene seriamente preocupadas a las autoridades y que las ha llevado a emprender una ofensiva sin precedentes. Se trata de los casos de abusos sexuales contra menores.

Entre enero de 2014 y el 28 de febrero de 2015 el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) documentó 17.915 casos de menores de edad abusados sexualmente en el país. De este número, Bogotá tiene la cifra más alta con 22 por ciento de los casos, seguido por el Valle del Cauca y Magdalena.



Este tipo de delitos contra los niños tienen una gran variedad de responsables que van desde familiares cercanos, vecinos, amigos, redes de delincuencia organizada hasta grupos armados y bandas criminales. De hecho el miércoles pasado la Dijin, durante una redada en la cual fueron arrestados 72 integrantes de la bacrim del clan de los Úsuga o los Urabeños, detuvo a Briseida Machado, alias Paola. La mujer se encargaba de conseguir las niñas entre 11 y 16 años que pedían los jefes de ese grupo para satisfacer sus deseos sexuales, tal como reveló SEMANA hace un mes en el artículo ‘Las esclavas sexuales de Otoniel’. La proxeneta llegó incluso a ofrecerle al jefe de esa banda la virginidad de su hermana de 11 años.

“La explotación sexual infantil es uno de los delitos más aberrantes que pueden existir. En el caso puntual del clan Úsuga, he dado instrucciones precisas a la directora regional de Antioquia para que se conforme un grupo especializado que, de forma articulada con las autoridades competentes, desarrollen una estrategia que permita identificar a los menores de edad víctimas de esta proxeneta, para intervenir y restablecer los derechos que como víctimas les fueron vulnerados”, dijo a SEMANA Cristina Plazas, directora general del ICBF.

La ofensiva

A pesar de que el escenario parece desesperanzador, y sin duda es inquietante, el gobierno y las autoridades han emprendido una ofensiva para atacar todas las formas de violencia contra los menores, especialmente las de carácter sexual. La Dirección de Protección y Servicios Especiales de la Policía (Dipro), que tiene bajo su responsabilidad la Policía de Infancia y Adolescencia, lidera esa estrategia. “Atacar y prevenir cualquier tipo de violencia o delito que atenten contra los menores de edad es una prioridad institucional de la Policía Nacional. No se han ahorrado esfuerzos o recursos para aplicar las medidas necesarias para dar con las personas, redes o grupos que atenten contra nuestros niños. En la Dipro se han aplicado todos los recursos de inteligencia, Policía judicial y prevención, entre otros, para tal fin”, explicó a SEMANA el general William Salamanca, director de la Dipro.

En solo los primeros dos meses de este año esa unidad policial ha arrestado a 37 delincuentes vinculados directamente con casos de abusos sexuales en operaciones en todo el país. Algunas de esas acciones, por ejemplo contra quienes promueven y se lucran de la pornografía infantil, han sido posibles gracias a importantes alianzas de la Dipro, que hace parte de un reducido grupo de autoridades de diez países del mundo que cruzan datos y usan tecnología de punta para cazar pedófilos y depredadores sexuales. “Esas herramientas nos han permitido determinar aspectos clave para campañas de prevención como por ejemplo saber que los niños están en mayor riesgo entre las cuatro de la tarde y las ocho de la noche, cuando acaba la jornada escolar y están solos en casa frente a internet. Es una labor que venimos realizando en conjunto con la Fiscalía, el ICBF y organizaciones internacionales”, afirma Salamanca.

Precisamente a esa lucha se unió la Fiscalía General que la semana pasada expidió más de 1.500 órdenes de captura tras encontrar 11.729 denuncias de violencia contra la niñez, donde el 80 por ciento de los casos correspondía a delitos sexuales. Hasta el viernes pasado, según la Fiscalía, cerca de 400 personas en todo el país ya habían sido arrestadas, lo que deja en evidencia la dimensión del problema. “Esto hace parte de un nuevo modelo de investigación basado en el análisis. A los que abusan de nuestros niños no les perdonaremos nada, no solo les imputaremos los delitos de abuso sexual, acceso carnal o explotación sexual, sino los de tortura psicológica y concierto para delinquir cuando dé lugar”, aseguró Luis González, director nacional de Fiscalías. Entre los casos está el de un hombre en Simacota, Santander, que tras la muerte de su esposa abusó durante cinco años de sus 11 hijas, tres de las cuales tuvieron hijos con él.

La persecución contra los abusadores tiene un componente que, según explica el general Salamanca, resulta fundamental al momento de proteger a los menores: la prevención basada, entre otras cosas, en señales de alerta. “Si un niño llega cansado a clases un lunes, o aparece con una prenda de mucho valor que no es usual, tiene algunas de las alarmas que inmediatamente debe llamar la atención de padres y profesores. Pero lo más importante en la prevención es dialogar permanentemente con los niños, algo que tristemente los padres cada vez más van dejando de lado”, afirma el alto oficial.

Sin duda los casos que diariamente se presentan resultan tristes y desesperanzadores. El hecho de que los menores sean objeto de abuso sistemático refleja una sociedad con serios problemas. De allí la importancia para que las autoridades no bajen la guardia en la ofensiva contra aquellos que maquiavélicamente se han empeñado en hacerles daño a lo más valioso que tiene un país: sus niños, es decir, su futuro.

Las niñas de las Bacrim

A sus 13 años fue la esclava sexual de varios líderes del bloque Meta y obligada a abortar cinco veces.


En 2008 Viviana acababa de dar a luz a su primera hija. Desesperada por la precaria situación económica de su familia en Puerto López, Meta, aceptó la oferta laboral que le hizo Yesica Lorena Valencia Gómez, alias Karina. La mujer le ofreció trabajo como empleada doméstica en una finca prometiéndole un pago de 500.000 pesos mensuales. Sin embargo, todo fue un engaño y terminó en las filas del Ejército Revolucionario Popular Antisubversivo de Colombia (Erpac), donde permaneció cuatro años.

Los vejámenes a los que fue sometida aún hoy están tatuados en su memoria. Además de recibir instrucción en el manejo de ametralladoras, lanzagranadas, morteros, fusiles y explosivos, a los 14 años Viviana se convirtió en la pareja de alias la Sombra, líder del bloque Meta que continuamente abusaba de ella sexualmente y le exigía sostener relaciones con otros integrantes del grupo armado.

Según le dijo a investigadores de la Dirección de Protección y Servicios Especiales de la Policía, que capturaron a Karina, cinco veces la hicieron abortar, conoció varias niñas de su edad que también fueron reclutadas con engaños, y cada vez que se negaba a obedecer una orden la golpeaban salvajemente. En 2012, jefes del Erpac asesinaron a una de sus amigas, “le dieron un tiro de gracia delante de su hijo que tenía un añito, luego me obligaron a desmembrarla con un machete y enterrarla, mientras ellos le regalaban el bebé a unos indígenas”, contó. Viviana no soportó, días después se fugó desafiando la muerte y se entregó en un campamento del Ejército.

Los ritos satánicos


A pesar de haber sido secuestrada y explotada sexualmente en Cúcuta, hoy está presa por la denuncia de uno de sus captores.

Laura hoy está en la cárcel El Buen Pastor de Bogotá, condenada por hurto y agresión física contra Fredy Enrique Forero en Cúcuta.

Sin embargo, desde la prisión denunció ante la Policía que Forero, conocido como el Gordo, la explotó sexualmente por 20 días en 2013 y que el delito cometido fue consecuencia de su deseo por escapar. En ese momento Laura tenía 17 años y trabajaba como estilista en Bogotá; allí una clienta que se hacía llamar Katherine le prometió 3 millones de pesos por asesorar en belleza a varias mujeres en la capital de Norte de Santander. Cuando llegó a la ciudad, el Gordo la amenazó con matar a sus familiares, la encerró en el bar Las Coquetas y la obligó a cobrar 30.000 pesos por cada relación sexual.

Durante el tiempo que fue explotada Laura adquirió el virus del papiloma humano y aseguró que fue maltratada por los clientes en varias ocasiones. “Katherine me obligó a robarle dinero al Gordo, dijo que si no lo hacía me iba a echar ácido en la cara. Yo utilicé el dinero para volarme y regresar a Bogotá”, dijo a los investigadores. En febrero pasado la Policía capturó en Bucaramanga a alias el Gordo; a Luis Felipe Sierra, alias Pipe, administrador del bar; y a Patricia Contreras, alias Katherine.

En el allanamiento a un bar los agentes encontraron a dos niñas de 14 años que pasaron a protección en el ICBF, mientras que en la casa del Gordo había un cuarto dedicado a la santería donde realizaba rituales para que la Policía no diera con su paradero, y para que las niñas que secuestraba y explotaba sexualmente no se escaparan ni se enamoraran de los clientes.


Este es uno de los altares que utilizaba la pitonisa que ‘rezaba’ a los proxenetas para que no fueran capturados por la Policía. En varios bares explotaban niñas entre los 14 y 17 años.

Peligro en la red

Con la promesa de enviarles videos sexuales convencen a los niños para que hagan lo mismo. Si se niegan, todo es publicado en las redes sociales.

“Soy actriz porno. Mira estas fotos y videos, luego me envías fotos tuyas desnudo y yo te muestro más”. Con este tipo de mensajes en Facebook, Javier Orlando Palencia, un joven de 23 años de Cúcuta, engañaba y seducía a niños de estrato alto entre los 10 y los 14 años en el oriente colombiano y municipios venezolanos. Palencia tenía 19 cuentas en esta red social para obtener fotografías y videos sexuales de menores de edad, producidos por ellos mismos.

Luego de conseguir las comprometedoras imágenes, el hombre revelaba su identidad y amenazaba con difundir en las redes sociales todo el material que tenía de ellos si no cumplían sus aberrantes órdenes. Los niños asustados accedían a sus pretensiones con tal de que sus familiares y amigos no se enteraran. Palencia les pedía que se vistieran como mujer, se introdujeran objetos en el ano y que incluso tocaran los genitales de sus hermanos menores.

La Embajada de Estados Unidos a través de sus programas para combatir la pornografía infantil alertó a la Policía colombiana acerca del caso, pero lo que finalmente permitió la captura, fue la publicación en Facebook de los videos e imágenes de un niño de 12 años que se negó a realizar más actos sexuales para él, y que actualmente se encuentra bajo tratamiento psicológico. Más de 30 niños fueron extorsionados de esta manera.

Infiltrada en el colegio

Grupos organizados utilizan niñas en las escuelas para convencer a sus compañeras de vender sus cuerpos. Las subastas de virginidades son el negocio preferido.

Cada año Cristal*, una joven de 17 años, se matriculaba en octavo o noveno grado en humildes escuelas de Barranquilla. Su intención no era estudiar sino convencer a sus compañeras de clases -entre 13 y 15 años de tener sexo con turistas que previamente conseguía Marco González, un taxista que trabajaba en la zona rosa de la ciudad y que ofrecía a extranjeros los servicios sexuales de niñas barranquilleras.

Cuando Lina* empezó a comprarles comida y cuadernos a todos sus compañeros, los profesores sospecharon que algo extraño ocurría y alertaron a la Policía. La niña confesó que le pagaron 2 millones de pesos por perder su virginidad con un turista estadounidense. Según contó, un día le dijo a su mamá que iba a hacer tareas donde su amiga (Cristal); una vez llegó a la casa se maquilló, se vistió llamativamente y el taxista las llevó donde se encontraba el cliente. Allí había otras tres niñas de la misma edad, entre las cuales el estadounidense tendría que escoger. “Me escogió a mí, yo me puse muy nerviosa y ya no quería. Cristal subió conmigo a la habitación para que yo no me arrepintiera, además me dijo que si no lo hacía nos podían lastimar y al final dije que sí”, le dijo Lina a los investigadores.

Con el testimonio de Lina y luego de intervenir el número celular del taxista, la Policía comprobó que se trataba de una banda que llevaba varios años en la zona, que además se dedicaba a hacer subastas con las virginidades de las niñas. Finalmente capturó a González; a Cristian Gómez, un escolta particular que conseguía niñas para empresarios; y a Kelly Arce, de 20 años, que inducía a las niñas a la explotación sexual.
* Nombre cambiado

El profesor y el misionero


Un maestro universitario llevaba años descargando pornografía infantil, mientras que un hombre de 48 años se aprovechó de ser un guía espiritual para abusar de un adolescente.

Al intercambiar información con el gobierno de Estados Unidos la Policía detectó que una dirección IP en Bucaramanga constantemente se conectaba a sitios web identificados como generadores de pornografía infantil. Desde la casa de Miguel Ángel Silva Plata, profesor de la Universidad Industrial de Santander, se habían descargado 2.249 archivos de pornografía con adolescentes y niños de cinco años, material que también compartía con otros pedófilos en internet.

Luego de varios meses de seguimiento, el hombre de 61 años fue capturado en su casa mientras descargaba videos sexuales con niños. En el allanamiento se encontraron dos computadores portátiles y un disco duro externo repletos de imágenes y videos sexuales con infantes.

Por su parte en Soacha, luego de que un padre denunciara que su hijo de 15 años había sido abusado sexualmente, la Policía capturó a Edison Giraldo, misionero  de la Comunidad Religiosa Antiguos Católicos en Colombia. Durante cuatro años orientó espiritualmente a la familia del joven y luego de ganarse su confianza empezó a seducirlo en Facebook, pidiéndole imágenes desnudo y de sexo explícito a cambio de dinero y regalos.

Las señales del horror


Los pedófilos tienen establecidas maneras discretas de identificarse y comunicarse. Estos símbolos lejos de expresar ternura deben encender todas las alarmas.



Doble triángulo: un triángulo grande envuelve a uno más pequeño. El de mayor tamaño representa a un hombre adulto y el otro al niño, es decir, se trata de un adulto interesado en niños. Mientras más delgado sea el trazo de los triángulos, se buscan niños de menor edad.

Doble corazón: en este caso se trata de hombres y mujeres adultos interesados en niñas.

Mariposa azul y rosada: se trata de hombres y mujeres interesados tanto en niños como en niñas.

Pedobear: es un oso marrón de amplia sonrisa, conocido como el ícono de los pedófilos por excelencia. Suelen utilizarlo en redes sociales, foros y chats para atraer la atención de los niños y luego seducirlos para realizar actos sexuales.