Home

Nación

Artículo

Con el referendo en entredicho, la candidatura conservadora tiene hoy un peso que no tenía en el pasado

POLÍTICA

Operación Noemí

Los senadores conservadores quieren dar un golpecito de Estado para abrirle espacio político a la embajadora en Londres. Arias no se va a dejar.

21 de junio de 2009

Los siete años de la era de Álvaro Uribe han sido una mina de oro para la bancada parlamentaria del Partido Conservador. Su participación burocrática es inmensa, y su cercanía al centro de poder, inmejorable. Su postulado de ley y orden es aplicado a la letra por el gobierno actual y de gran aceptación en la opinión pública. En el escalafón de lealtades hacia el Presidente, son más uribistas que el Papa. Sin sus votos, el referendo reeleccionista estaría muerto hace rato. Crecientemente, ante el desorden de La U y la crisis de identidad de varios miembros de Cambio Radical, los congresistas conservadores se han convertido en el bastión del gobierno. Con el referendo en entredicho, la candidatura de ese partido tiene hoy un peso que no tenía en el pasado.

El limbo en que se encuentra el referendo esta generando una nueva realidad política. Doce de los 18 senadores conservadores le acaban de enviar una carta al presidente del Directorio de ese partido donde recomendaron aplazar la consulta interna hasta nueva orden. Dicen que es incoherente apoyar la reelección de Uribe y al mismo tiempo elegir un candidato conservador. Creen que el partido puede salir sacrificado por esa ambigüedad en su posición. Curiosamente, no es un tema nuevo; la embajadora Noemí Sanín, precandidata en ciernes, señaló la misma incongruencia durante una reunión con la bancada parlamentaria en abril. Allí no tuvo acogida; el camino de la reelección parecía despejado y el futuro halagador de los congresistas garantizado por Uribe III. Pero esa unanimidad se está resquebrajando con el trámite incierto del referendo.

Aunque la fecha de la consulta conservadora fue decidida hace tiempo, muchos de los senadores más curtidos no le dieron mayor importancia al asunto, ya que parecía un hecho insignificante frente a la segura reelección del Presidente. Veían la candidatura de Andrés Felipe Arias más como una entretención o una precandidatura vicepresidencial, que una opción real. Varios senadores no congracian con el ex ministro, lo consideran demasiado joven y, paradójicamente, demasiado uribista. Algunos temen perder influencia en un eventual gobierno de Uribito, otros son más pesimistas; no creen que Arias sea capaz de derrotar a Juan Manuel Santos en una consulta interna del uribismo.

Por esta razón, ven a Noemí Sanín como la mejor opción conservadora, ya que ella ha demostrado tener respaldo multipartidista. Saben, sin embargo, que Arias le lleva varios meses de trabajo proselitista y que le sería muy difícil para Sanín ganarle la consulta el 27 de septiembre. En últimas, la carta de los llamados 12 apóstoles buscaría darle tiempo a la embajadora para aterrizar y montar una campaña competitiva. De llegar esta a coger vuelo, podría darse un consenso de obviar la consulta para que Arias renuncie a su aspiración y Noemí sea proclamada por el partido.

La cosa no va ser fácil. En primer lugar, la bancada de la Cámara está con Arias, gracias a su hábil reparto burocrático y su identificación plena y sin tapujos con Uribe, el verdadero jefe político de los representantes. Segundo, Arias se ha posicionado muy bien en las encuestas; no hay ningún indicio de que él estaría dispuesto a cederle la candidatura a Noemí sin una pelea. Tercero, no hay ninguna garantía de que Sanín esté dispuesta a medirse a un mano a mano con Arias. Entre otras, porque la embajadora se ha mostrado reticente a lanzarse hasta cuando se aclare el futuro de Uribe.

Y cuarto, las declaraciones y actuaciones del Presidente indican que su preferido en la actualidad se llama Andrés Felipe Arias. No sólo le dejó escoger a dedo su sucesor como ministro de Agricultura sino que, aparentemente, se mantuvo al margen de las feroces críticas que Uribito le hizo a Noemí recientemente. Muchos creen que no se hubiera atrevido si esto le incomodara a su jefe.

Noemí sin duda alguna tiene más experiencia y más aceptación por fuera del Partido Conservador que Arias. También cuenta con la sorprendente bendición del ex presidente Andrés Pastrana, su archienemigo hasta hace poco. Pero para armar su rompecabezas requiere la maquinaria conservadora que lleva años siendo aceitada por Arias.