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La huella fresca de Vicente Castaño se siente en Urabá, Córdoba y todos los Llanos orientales. Con su dinero y su experiencia puede crear un ejército criminal poderoso en poco tiempo. Y lo está haciendo.

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¿Para dónde va Vicente?

Pasan los días y aún no se produce la captura de Vicente Castaño, a pesar de que su nombre se asocia a las bandas emergentes y al asesinato de Yolanda Izquierdo, una víctima que reclamaba restitución de tierras.

3 de marzo de 2007

En julio del año pasado, cuando el presidente Álvaro Uribe ordenó que los jefes paramilitares fueran recluidos en una cárcel especial en La Ceja, uno de los más temidos hombres de la cúpula de las autodefensas se rebeló: Vicente Castaño. Desde entonces Uribe le ha dado varios ultimátum, ha dicho públicamente que su captura es una prioridad, ha instado a la Policía y a los militares para que lo capturen, se ha ofrecido una millonaria recompensa por él y hasta se reactivó su orden de extradición. Aun así, ocho meses después, nadie da razón de su paradero. ¿Falta de voluntad política? ¿Incapacidad? ¿Estrategia de negociación?

Para empezar, Vicente Castaño es un zorro. Por encima de cualquiera de los otros jefes paramilitares es un hombre de monte, cauteloso y dotado de una malicia que le ha servido siempre para escapar de la ley. Como buen estratega, sabe que la mejor manera de protegerse es crecer. Por eso sus huellas se han visto últimamente en Urabá, Córdoba y en todos los Llanos Orientales. En la primera región, la Policía ha encontrado documentos y propaganda que demuestran que Castaño, junto al otrora jefe del Bloque Bananero, Hernán Hernández, está reclutando a los desmovilizados. La consigna que han lanzado es que vuelvan a las armas, o que en todo caso ellos volverán a copar esos territorios. Este reclutamiento de desmovilizados es fácil debido a los enormes problemas -casi fracaso- de la reinserción. Igual fenómeno está ocurriendo en Casanare, Vichada, Meta y Guaviare. Allí, Hernández y Castaño se han aliado con otros grupos de narcotraficantes en una nueva organización que se llama Todos contra Cuchillo (Tcc). 'Cuchillo' es Pedro Oliverio Guerrero, un ex mando medio del Bloque Centauros que saltó a la fama cuando mató a su propio jefe, Miguel Arroyave, para apropiarse del millonario negocio de la coca en Guaviare y Meta. 'Cuchillo' se convirtió en disidente del proceso de paz cuando el gobierno ordenó su reclusión. Incluso, hace pocos meses, intentó matar a Hernán Hernández, lo que desató la guerra entre ambos bandos de ex paramilitares. Una guerra de paisas contra llaneros. Tan acosado está 'Cuchillo' por Castaño y Hernández, que ha restablecido contactos con el gobierno con miras a una posible entrega, como mecanismo para sobrevivir a la ofensiva de sus enemigos.

Según el general Miguel Gómez Méndez, director de la división de seguridad rural de la Policía, Castaño y Hernández quieren controlar no un pedazo del Llano, sino toda la región.

Por eso lo extraño es que si se le considera el artífice de muchos de los nuevos grupos armados, el que estaría tras los asesinatos de algunas víctimas que reclaman sus derechos, como Yolanda Izquierdo, en Córdoba, y siendo una persona que está expandiendo su red de narcotráfico, no exista un bloque especial para su búsqueda y hasta ahora no se tenga noticia de la persecución en su contra.

"Capturar a Castaño no es nada fácil. El Estado tuvo que luchar mucho para dar con Pablo Escobar, que estaba en la ciudad. Encontrar a Castaño en la selva es casi imposible", dice el analista Gustavo Duncan.

Sin embargo, existen otras opiniones. Algunas personas cercanas al proceso de paz se preguntan si en realidad existe voluntad política para capturarlo. Especialmente porque está claro que de inmediato tendría que ser extraditado. Algo que tendría un impacto muy duro para el proceso, puesto que Vicente Castaño se ha convertido en una especie de héroe para los jefes paramilitares que hoy están en Itagüí y que se sienten traicionados por el gobierno.

La pregunta es qué precio tendrá que pagar el país si no se captura o se entrega pronto Vicente Castaño. No hay que olvidar que este hombre de bajo perfil y poco protagonismo fue el cerebro de la expansión paramilitar en el país y que tiene el dinero y la capacidad de armar en poco tiempo un ejército criminal de grandes proporciones.