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SUENA OCUPADO

CON LA NEGATIVA DE PRIVATIZAR LA EMPRESA DE TELECOMUNICACIONES DE BOGOTA EL CONCEJO DISTRITAL DESATENDIO EL ULTIMO LLAMDA PARA SALVARLA.

17 de junio de 1996

El pasado 13 de mayo en las horas de la noche el Concejo Distrital prácticamente firmó el acta de defunción de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá _ETB_. En una votación de 20 contra 9, la mayoría de los concejales prefirió dejar a la empresa en el limbo antes que perder un fortín político. Aunque después los concejales afirmaron que la decisión no obedeció a la defensa de cuotas burocráticas, la determinación dejó el sabor de que el verdadero motivo para votar en contra de la privatización fue el clientelismo. Así lo confirmaron varios concejales que hablaron con SEMANA y que prefirieron guardar su nombre en reserva. "En los pasillos se oía en boca de algunos concejales, como única razón para no votar la propuesta del alcalde Antanas Mockus, la de que el funcionario no les había ofrecido ni puestos ni contratos", dijo uno de ellos.Las cifras parecen confirmar el oportunismo de los concejales, pues si se analizan, incluso sin mucho detenimiento, es fácil darse cuenta de que la empresa está condenada a desaparecer. En los últimos cinco años las ganancias han sido cada vez menores. Mientras que en 1990 las utilidades representaban el 3,4 por ciento de sus ingresos, en 1994 esta proporción disminuyó a tan sólo 1,1 por ciento. Por su parte, quienes defienden la opción de no privatizar hablaron de la gran rentabilidad de la empresa durante el año pasado, pero lo que no dijeron es que esa rentabilidad no es producto de operaciones sino de ingresos no operacionales, fruto de rendimientos financieros y de la participación que tiene en las utilidades del directorio telefónico.Al descalabro financiero, producto entre otras cosas de la excesiva carga laboral, que ascendió a 36.500 millones de pesos en 1994 _el 18 por ciento del total de las ventas_, y de las enormes prebendas de las que gozan los miembros del sindicato, se le suman las fallas de eficiencia y gestión. En la actualidad el servicio de la empresa no puede ser peor. El 90 por ciento de la redes troncales están en mal estado. Durante 1995 en promedio cada línea telefónica se dañó 2,36 veces y la ETB triplica el índice internacional de llamadas perdidas y congestión del tráfico telefónico.Nada de esto parecieron tener en cuenta los concejales la semana pasada y, como dice el propio gerente de la ETB, Sergio Regueros, "la decisión de esa corporación no contribuye a ninguna mejoría de fondo en la empresa y mucho menos le da una posibilidad de supervivencia a mediano plazo". Aun si se logra convertir con mucho esfuerzo a la ETB en una empresa eficiente, según Regueros, nunca podrá ser competitiva en un terreno en el que pronto habrá entidades privadas. Aunque se convierta en una empresa industrial y comercial del Estado no dejará nunca de ser pública, y eso tiene sus desventajas. Por ejemplo, el que cualquiera pueda conocer con anticipación el presupuesto, los proyectos de inversión y los planes de mercadeo. En otras palabras, la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá tendrá que enfrentarse a rivales que sabrán de antemano todas sus estrategias.La suerte parece estar echada. Las proyecciones financieras prevén un descalabro y es claro que aunque la ETB podría llegar a ser eficiente, nunca podrá ser competitiva. Por eso es que muchos piensan que a Regueros no se le puede tildar, como han querido algunos, de gerente irresponsable sino más bien de responsable. El concejal Enrique Vargas Lleras está de acuerdo con esta interpretación y por eso envió, junto con su colega Germán Olano, una carta al alcalde Antanas Mockus en la cual le piden que objete por inconveniente el acuerdo del Concejo del pasado 13 de mayo. "Todavía tenemos la posibilidad de que los ciudadanos recuperen alguna parte del dinero que han invertido en tantos años en la ETB y se utilice en otras necesidades como el metro", dice Vargas Lleras. Ojalá el Alcalde acoja la iniciativa de los dos concejales y le meta de una vez por todas el hombro al proyecto, porque aunque la decisión última de no privatizar estuvo en manos del Concejo, Mockus también tiene parte de la responsabilidad. En primer lugar, porque no supo elegir desde el principio el gerente adecuado para emprender la privatización de la empresa y cuando llegó Regueros ya la administración no contaba con el suficiente apoyo político. Pero además, porque aunque desde la campaña habló de la idea, mantuvo el proyecto como un barco a la deriva y no le dio el empuje necesario ni para convencer a la ciudadanía ni para sacarlo a flote en el Concejo. Falta ver si ahora, cuando el hundimiento de la empresa ya es un hecho, logra utilizar algo de su ingenio y popularidad para rescatarla del naufragio.