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Donald Trump en campaña en Florida
Donald Trump en campaña en Florida | Foto: AFP

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Trump: ¿puede perdonarse a sí mismo los posibles delitos en los que incurrió?

Con un puñado de procesos judiciales encima, en Estados Unidos empiezan a preguntarse si el saliente presidente va a usar la figura del perdón presidencial para blindarse de la acción de la justicia. Si el presidente fuera cualquier otro, eso sería impensable. Pero con Trump todo es posible.

9 de noviembre de 2020

Si hay algo que ha quedado claro en el paso de Donald Trump por la Casa Blanca es que las tradiciones, las reglas y las costumbres de la oficina presidencial no aplican para él. Basta con ver que, luego de días de haber perdido las elecciones, el saliente jefe de Estado sigue diciendo que ganó la contienda y que Biden no es el presidente. Se trata de un hecho sin precedentes en la historia norteamericana.

A pesar de su derrota, cabe aclarar que Trump sigue siendo al presidente hasta el 20 de enero del próximo año y que, de aquí a allá, son muchas las sorpresas que el magnate le puede dar a la opinión pública. Uno de los grandes debates que existen hoy, con el puñado de procesos judiciales que pueden enredar al presidente, es si este se atrevería a perdonarse a sí mismo sus propios delitos.

Para un colombiano esa figura puede sonar extraña. Pero lo cierto es que la Constitución de los Estados Unidos le otorga a quien habite en la Casa Blanca una facultad que conoce pocos límites: el perdón presidencial. Se trata, en el fondo, de un mecanismo que le permite al primer mandatario perdonarle los delitos a cualquier ciudadano si así lo considera necesario. Todos los presidentes americanos han usado esa gabela en distintas ocasiones. Sin embargo, jamás se había llegado a la posibilidad de que un mandatario contemplara la opción de autoperdonarse.


El episodio que más puede acercarse a lo que hoy está sucediendo fue el de Richard Nixon. Entonces, por cuenta del cada vez más grande escándalo de Watergate, Nixon entendió que estaba contra las cuerdas y que el impeachment en su contra era más que inminente. Así las cosas, al líder del mundo libre no le quedó otro camino que el de renunciar a su cargo para evitar ser enviado a la cárcel. Pero la sola renuncia de Nixon no iba a ser suficiente para que el antes presidente no terminara tras las rejas. La fórmula que acordaron con el entonces vicepresidente Gerald Ford, era que Nixon renunciara, que su segundo abordo asumiera la jefatura del Estado y usara sus facultades extraordinarias para perdonarle a Nixon todos los delitos que pudiera haber cometido. En efecto, eso fue lo que ocurrió.

Sin embargo, el escándalo de Nixon, que es recordado por los americanos como uno de los episodios más oscuros de su democracia, parece un juego de niños al lado de lo que puede esperarle a Trump. Mientras su antecesor de los años 70 estaba enredado por haber “chuzado” a sus contradictores políticos, el hoy presidente tiene una lista interminable de posibles ilícitos.

Los delitos por los que se investiga a Donald Trump incluyen el pago irregular de un soborno a una actriz porno para comprar su silencio, evasión de impuestos, fraude bancario y falsificación de sus estados financieros. Como si eso fuera poco, el presidente tiene además varios procesos que podrían venírsele encima por los hechos que pudo haber cometido estando en la Casa Blanca. Por ejemplo, haber usado el poder de la Presidencia para llenar las arcas de sus distintos negocios familiares. Se abre entonces el interrogante de si Trump, que ha demostrado ser capaz de todo, va a ser capaz de perdonarse a sí mismo.

El tema no surgió porque sí. De hecho, en 2018 el presidente afirmó que, en caso de necesitarlo, tendría el “absoluto derecho” de perdonarse. Cuando Trump hizo esa afirmación, varios constitucionalistas salieron a refutarla. Pero, en realidad, existe en la ley americana un vacío jurídico que hace que ese asunto no sea blanco y negro y que esté abierto al debate entre los abogados.

Aunque por lo general el perdón presidencial es una figura que se utiliza para personas que ya han sido acusadas, también está la opción de que sea utilizado en la fase anterior, de investigación, para exculpar a alguien de “todos los delitos que se le puedan endilgar”. Además de eso, la figura no está sometida a la revisión o aprobación de los otras ramas del poder público y el presidente no está obligado a dar explicaciones o a justificar los perdones que conceda.

Así las cosas, en lo que queda de su mandato el magnate norteamericano podría perdonar a varios de sus colaboradores cercanos que están enredados con la ley. Entre estos estarían su abogado Rudy Giuliani y su exasesor de seguridad nacional, Michael Flynn.

Volviendo a Trump, aunque ninguno de sus antecesores ha intentado perdonarse a sí mismo, no solo porque no lo han necesitado, sino por miedo a la tormenta política que desataría, el hoy presidente ha dejado claro que las tormentas políticas poco o nada le importan. El escenario en el que Trump decida otorgarse a sí mismo el perdón de la ley no es lejano ni es imposible. Si lo hace, bien podría armar un tsunami en la opinión pública, pero jurídicamente nada pasaría. Para que la Corte entrara a analizar si el eventual perdón de Trump es o no constitucional, este tendría que ser condenado por algún delito.

Varios analistas políticos de los Estados Unidos han afirmado que Trump podría estar pensando en otorgarse el autoperdón como una especie de blindaje jurídico en caso de que sea acusado formalmente de algún ilícito. Si se llega a ese escenario, quedaría en manos de una corte federal la decisión de si el expresidente debe o no purgar sus culpas en una cárcel.

El otro rumor que circula en Washington por estos días es que Donald Trump estaría pensando en renunciar, al mejor estilo de Nixon, para dejar encargado a Mike Pence y que sea él quien se eche encima la carga de perdonar a su antiguo jefe. Sin embargo, con Trump cada día más aferrado al poder y pregonando a los 4 vientos que ganó las elecciones y que le quedan 4 años de gobierno, esa opción se ve poco probable.