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Carlos Vanegas - Mimia Arbeláez - Carlos Felipe León - Daniel Morales

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Genios de la animación

Cinco colombianos están haciendo historia en Hollywood con sus animaciones digitales. Hoy trabajan para Disney-Pixar, Discovery Channel y Nickelodeon, entre otros.

26 de octubre de 2011

En la primera semana de octubre, un grupo bien particular de visitantes llegó al hotel Tequendama. Era una comitiva internacional conformada por 14 de los animadores digitales más reconocidos del mundo. Su misión en Bogotá era una: explicar –en el marco del Festival de Animación Siggraph, celebrado a comienzos de este mes– cuál había sido su papel en la creación de películas como Toy Story 3, UP, La Era del Hielo 2 o El Curioso Caso de Benjamin Button. Y así lo hicieron.

Sin embargo, su fugaz paso por la ciudad hizo que muchos no advirtieran un detalle: cinco de los 14 invitados eran colombianos. Algo que de alguna manera confirma que el talento nacional está empezando a dar pasos de gigante dentro de la industria de la animación mundial. Así lo demuestra el hecho de que en la actualidad más de 20 animadores del país están vinculados a empresas internacionales de la talla de Disney-Pixar o Dreamworks.

Es el caso de Mimia Arbeláez. Una pereirana que desde que tiene memoria ha sentido una atracción inexplicable por la animación. Luego de estudiar en las mejores universidades de Estados Unidos, hoy puede decir sin mayores reparos que es una de las iluminadoras estrella de Pixar Animation Studios. En su oficina, en California, se han incubado algunos de los personajes más recordados de películas como Cars 2 y Toy Story 3, dos producciones que a estas alturas han recaudado cerca de US$2.000 millones en taquilla.

Pero llegar allá no es tarea fácil. Para lograrlo hace falta más que talento y ganas: es necesario tener una formación académica de primer nivel. Y es precisamente este requisito el que podría explicar la proliferación de animadores colombianos en el exterior. “El tema es sencillo: como en Colombia hay muy pocas facultades de animación y su calidad no es la mejor, los jóvenes que se sienten atraídos por este oficio tienen que irse a estudiar a Estados Unidos o a Canadá. Obviamente, los que se van, allá se quedan”, asegura Hernando Bahamón, director de la organización de Animación Digital Siggraph en Colombia.

Y no solo se quedan por las oportunidades académicas. También lo hacen por las opciones laborales. Quienes logran llegar a los estudios más apetecidos del mercado pueden alcanzar salarios de hasta US$300.000 anuales. Por poner solo un ejemplo, un coordinador de Pixar –el cargo más bajo en esa compañía– gana unos US$60.000 en un año y un iluminador cerca de US$180.000.

En Colombia, por su parte, el panorama es desolador. En contraste con las nutridas cifras que se mueven en empresas como Pixar, en un estudio nacional un coordinador no recibe más de $2 millones mensuales, en el mejor de los escenarios. Así que, mientras los talentos colombianos siguen abriéndose paso en las firmas más cotizadas del mundo, por estas latitudes otros le están apostando a elevar la industria de la animación digital a los estándares internacionales.

Una ‘criatura’ incipiente
Aunque tímida, la animación digital en Colombia ya está empezando a dar sus primeros pasos. Según un reciente estudio de la Cámara de Comercio de Bogotá, hoy en la ciudad hay 13 empresas de animación que exportan sus producciones y 36 dedicadas a crear material para el mercado interno.

Dentro de las exportadoras hay una que llama la atención y curiosamente no está en Bogotá. Se trata de Pipeline Studios Internacional (PSI), una compañía canadiense que se radicó en Medellín hace tres años y que hoy les presta sus servicios a Walt Disney, Discovery Channel y Nickelodeon. “Lo que hacemos es producir series animada para esas firmas a muy buenos precios –le dijo a Dinero Javier López, vicepresidente de PSI–. Una producción para televisión de 26 capítulos puede costar entre US$6 millones y US$8 millones. Entonces lo que proponemos es convertir a Colombia en un centro reconocido de prestación de servicios para el exterior”.

Lo que plantea López ha funcionado en otras partes del mundo. Una muestra fue lo ocurrido en Filipinas, Singapur e India, tres países que por cuenta del esquema de prestación de servicios hoy producen más de US$2.000 millones anuales. La clave de su éxito tuvo que ver con los bajos costos que desde el principio ofrecieron. Mientras una hora de trabajo en la India vale cerca de US$60.000, en Corea o Taiwán puede ser del orden de los US$200.000.

Pero no todos ven con los mismos ojos la prestación de estos servicios. Hay miradas críticas como la de Alejandro González, gerente de ZIO Studios, quien cree que la curva de crecimiento de ese modelo es muy moderada. Por eso su apuesta es crear contenidos propios. Tanto así que actualmente su empresa trabaja de sol a sol en la producción de Los Atrapasueños, una película animada 100% colombiana y cuyo costo fue de US$4 millones. Pero hay algo más. También está desarrollando videojuegos para redes sociales y dispositivos móviles, dos proyectos que podrían costar cerca de US$200.000.

Independientemente de cuál sea el modelo más exitoso, lo cierto de todo esto es que el negocio de la animación digital es de enormes proporciones. Según la firma de consultoría internacional Digital Vector, el próximo año la producción total de esa industria en el mundo va a ser de US$249.000 millones.

En ese orden de ideas, las oportunidades para que Colombia se inserte dentro de ese mercado están servidas. Y lo más importante es que los empresarios ya lo están percibiendo. Ahora solo resta esperar a que el Estado mejore sus políticas de apoyo a este sector para que el país pueda ponerse a tono con Brasil, México y Argentina, las tres potencias que mandan la parada en animación digital en la región.