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ADIESTRAMIENTO EN HISTORIA

Antonio Caballero
24 de enero de 2000

Desde la semana pasada, un nuevo batallón de 950 hombres entrenado y financiado por
Estados Unidos "combate al narcotráfico en las selvas de Colombia", informa la prensa entusiasta. Es el
primero de tres, que pueden llegar a ser ocho: toda una brigada antinarcóticos. Pues según afirma el general
Keith Huber, jefe de operaciones del Comando Sur de Estados Unidos y promotor del proyecto, "esto no es
contrainsurgencia", sino "una guerra, un conflicto que debemos ganar colectivamente. Las drogas son un
arma química de destrucción masiva que mata uno a uno a nuestros niños". No hay que creerle: sí es
contrainsurgencia. Así lo revelan las contradicciones del propio general Huber: la tal guerra contra el
narcotráfico es una ficción; no se está ganando sino perdiendo; a Estados Unidos no le interesa ganarla sino
mantenerla; las drogas no son un arma química, sino diplomática, y de Estados Unidos; un arma de
destrucción masiva no mata uno a uno; y además la droga no mata niños. Pero fuera de ser evidentemente
falso lo que dice el general Huber, a continuación lo contradice su colega el general Fernando Tapias,
comandante de las Fuerzas Armadas, explicando que "como están las cosas, con los grupos armados
protegiendo al narcotráfico, las zonas de narcocultivo se han convertido en un terreno vedado". Se trata, pues,
de combatir a esos grupos armados. Y eso se llama contrainsurgencia. Así empezó la escalada
norteamericana en la guerra de Vietnam. Cuenta Tapias que el nuevo batallón recibió, además de rifles M-16,
ametralladoras M-60, morteros de 81 mm, lanzagranadas M-203 y helicópteros UH-1H, "una intensa
instrucción en derechos humanos, inteligencia, reconocimiento, fuego indirecto, tácticas de infantería liviana y
conocimientos médicos". Más de 30 horas, insiste el general, en lo tocante a derechos humanos y
Derecho Internacional Humanitario, "tanto teórica como práctica en pistas de entrenamiento". Muy
bien. Pero ¿no habrá manera de que les den también por lo menos un par de horas de adiestramiento, teórico
o práctico, ante un tablero o en una pista de entrenamiento, en historia? Porque así se enterarían de cómo fue
lo de Vietnam; y tal vez entonces lo pensarían dos veces antes de acoger con tanto alborozo la 'ayuda'
norteamericana.La escalada militar de Estados Unidos en Vietnam empezó tal como aquí, con el envío de
unas cuantas docenas de asesores y con el adiestramiento de un par de batallones vietnamitas. Y fue
aumentando, tal como aquí, al amparo de las mentiras de los gobiernos. De los gobiernos vietnamitas:
también allá se vivieron episodios grotescos como los que hemos conocido en Colombia: aquella escuelita
construida en Juanchaco por los marines en tiempos del presidente Gaviria; aquel 'fumigador civil' accidentado
cuyo féretro fue llevado en hombros por los generales en tiempos del presidente Samper; aquel avión
fantasma tripulado por 'asesores' norteamericanos que se estrelló en la selva, ya en tiempos del
presidente Pastrana. Y, sobre todo, de las mentiras de los gobiernos norteamericanos, tanto
demócratas como republicanos. El de Kennedy, que multiplicó la 'ayuda' en armas y llevó a varios miles
el número de consejeros militares; el de Jonhson, que falsificó el llamado 'incidente del golfo de Tonkín'
para justificar la intervención de tropas; el de Nixon, que amplió secretamente la guerra a Camboya.
Robert McNamara, que fue secretario de Defensa durante esos años, publicó hace dos o tres unas Memorias
en las que reconoce, con cierto tímido arrepentimiento, esa cadena de falsedades y engaños que desembocó
en el incendio de todo el sureste asiático. Ya para entonces el general Ky _el Tapias vietnamita_ estaba de
camarero en Los Angeles, habiendo escapado en uno de los últimos helicópteros norteamericanos. Y el
presidente Diem _el Pastrana de allá_ había sido asesinado por orden del gobierno norteamericano: su viuda
se desgañitaba denunciando el crimen sin que nadie le hiciera el menor caso, como si estuviera loca. Y
Vietnam _la Colombia de allá_ estaba reducido a cenizas. Y gobernado por los antiguos guerrilleros
comunistas contra quienes se había hecho la escalada. Lo sigue estando hoy.Porque vale la pena señalar una
paradoja. El comunismo ha desaparecido en todos los países que fueron comunistas, de Rusia para abajo,
incluidos los que estuvieron ocupados por las tropas soviéticas. Y sólo subsiste en aquellos en los cuales
Estados Unidos intervino militarmente para erradicarlo: en China, en Corea, en Cuba, en Vietnam. La razón
es muy sencilla: es que en esos países el comunismo recibió el impulso del antiamericanismo.Pero a
nuestros generales no les enseñan historia. Les enseñan mentiras.