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Ya es hora de irse señor Prada

Aquí la pregunta verdaderamente importante y que poco se ha hecho es: ¿qué hace el señor Alfonso Prada esperando a que lo llame Santos a echarlo? ¿Acaso ya se perdió por completo en los funcionarios públicos la capacidad de sentir vergüenza?

Federico Gómez Lara, Federico Gómez Lara
14 de noviembre de 2017

Mucho se ha especulado en las últimas semanas sobre el futuro del secretario general de la Presidencia, Alfonso Prada. He leído ya varios artículos y columnas de opinión que hacen distintos análisis sobre el tema, y buscan predecir si el presidente va a dejarlo en su cargo por haberse convertido en una ficha clave en la turbulenta aprobación de la JEP, o si va a salir de él para no afectar más, por cuenta de este nuevo escándalo, la ya resquebrajada imagen del Gobierno.

Para no hacer la cosa muy larga, lo que sabemos hasta ahora es que el doctor Prada, director del Sena entre los años 2014 y 2017, usó el poder derivado de su cargo para repartir puestos entre sus allegados y familiares, y dejar atornillados en su silla a funcionarios que le cuidaran la espalda y le siguieran reportando a él los movimientos de la entidad, luego de su salida de la dirección. No contento con eso, este señor contrató 35 obras de infraestructura, cuyo valor asciende a los 287.671 millones de pesos, que se encuentran hoy cuestionadas por fallas en la interventoría, sobrecostos, presupuestos mal hechos y, por supuesto, retrasos. Para ponerle la cereza al pastel, Prada celebró un contrato directo por 18.000 millones de pesos suscrito entre el Sena y la empresa 4/72 envíos de Colombia, que entonces era gerenciada nada más y nada menos que por su compañera sentimental Adriana Barragán, con quien comparte lecho y techo.

Días después, la empresa 4/72 contrató, por su parte, a la firma ADA, para que se encargara de cumplir la obligación con el Sena, le pagó 2.700 millones por eso, y se embolsilló olímpicamente los 15.300 millones restantes. Todo esto, con platica de nuestros bolsillos, queridos lectores.

Como dije al principio, buena parte del análisis alrededor de este tema se ha limitado a la discusión de las implicaciones meramente políticas de este desastre. Sin embargo, creo que ese enfoque es total y absolutamente equivocado. Aquí no tenemos por qué estar preguntándonos qué va a pasar con la JEP si Prada sale del Gobierno, o si se van a desestabilizar los vínculos del Ejecutivo con los senadores que ven en el secretario a un eficiente interlocutor. Ahora es también irrelevante hacer especulaciones sobre si el presidente lo va a mantener o no en su cargo. Ese no debe ser el debate. Aquí la pregunta verdaderamente importante y que poco se ha hecho es: ¿qué hace el señor Alfonso Prada esperando a que lo llame Santos a echarlo?

¿Acaso ya se perdió por completo en los funcionarios públicos la capacidad de sentir vergüenza? Para nadie es un secreto que en Colombia la responsabilidad política es una cualidad de la que gozan muy pocos dirigentes. Hemos visto en cientos de casos que personas que parecen estar ya contra las cuerdas, se hacen los pendejos y se atornillan en sus cargos, sabiendo que en cuestión de unas semanas a todos se nos olvida el escándalo, y ellos siguen como si nada. Pero es justamente por eso, porque se nos olvida protestar y reclamar nuestros derechos como ciudadanos, que los pícaros se salen con la suya y los vemos al poco tiempo ocupando dignidades cada vez más importantes.

En ese orden de ideas, doctor Prada yo, como un colombiano cualquiera, me siento en el absoluto derecho de pedirle que no sea descarado. A usted lo pescaron, mi hermano. Lo cogieron con las manos en la masa, en actividades evidentemente reprochables desde una mirada ética, y cuyas implicaciones legales quedarán en manos de los organismos de control y están aún por definirse.

De manera que usted lo que tiene que hacer no es tratar de taparnos los ojos y pretender que no pasó nada, ni vendernos la idea de que se trata de malos entendidos. A usted, señor secretario, no le queda otra que levantar el teléfono, y pedirle a su asistente que le suba a su despacho una cajita. Una vez la tenga en sus manos, meta ahí su matera, las fotos de su familia, y el estuche de las gafas. Acto seguido, levántese con cuidado, salga de su oficina y cierre bien la puerta con seguro. Espere a salir del ascensor, para que no se le corte la comunicación, y llame usted mismo al presidente para anunciarle su renuncia. No sea fresco al esperar a que sea él quien lo llame a despedirlo. Ya es hora de que se vaya, y de que lo haga solito…

@federicomezla

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