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ANA NOS DIO UNA LECCION

Semana
10 de septiembre de 1984

Cuando lo ví por primera vez sentí la sensación de estar asistiendo a una exposición de hermosas acuarelas, aunque era evidente la diferencia porque aquí las pinturas cobraban movilidad y poco a poco, como en un rompecabezas,.iban armando la historia de amor e imposibles que vivió Ana Lenoit. Hablo del cortometraje dirigido por Ma. Emma Mejía, un experimento cinematocráfico que marca en su realización interesantes pautas aplicables a la TV.
Ana Lenoit fue esa Joven francesita que se enamoró de Bolívar cuando lo vio desfilar glorioso encaramado en sus botas de General. Tan grande fue la pasion que no dudó en seguirlo para ofrecerle un amor que, según la historia, llegó demasiado tarde. Los autores del corto, exhuman el episodio y lo trasladan a la pantalla logrando hacer un paralelo de generaciones con marcadas referencias a los medios de comunicación:
Primero esta la exaltación del teatro manifiesta en el grupo que analiza los personajes y discute situaciones. Luego la mención (despectiva y esquemática) a las telenovelas y a la TV. Finalmente la recreación consciente de alqunas escenas a lo "Adela H" y el remate del corto desmitificando el cine, al mostrar el equipo de producción, con la horandez del mago que descubre el truco oculto en su manga.
El guión así concebido sería perfecto si no estuviera salpicado de textos explicativos que evidencian una terrible desconfianza por la capacidad de comprensión que puedan tener los espectadores.
Lo demás es mérito de la puesta en escena y puede aprovecharse como una buena lección para todos los que trabajamos en televisión. Efectivamente, quizá por la forma como el medio funciona, nos hemos familiarizado con disculpas disfrazadas de presupuesto, y los directores, salvo honrosas excepciones, manejan con languidez elementos que podrían ser artísticos. Lo digo porque Ma. Emma Mejía que se descubre en este corto como una directora con gran futuro, está demostrando que el asunto también es de gusto, de composición de imágenes y planificación. Al decirlo, no estoy justificando presupuestos miserables en TV., lo que quiero expresar es que un millón de pesos no reemplaza una idea. Quiza algunos ejemplos den paso a la presición.
La historia nos cuenta que Ana y Bolívar se encontraron en una comida la noche anterior del viaje del Libertador. Al revivir el episodio, el corto hace abstracción de los invitados. Ubica a los protagonistas en primer plano disfrutando de una mesa bellamente decorada, capaz de sugerir la dimensión de la fiesta. Para lograr la atmósfera no se necesitó un gran salón, ni espejos dorados, ni orquesta, ni mil extras. La escena se hizo en exteriores teniendo como fondo el mar y un velero que se aleja. Pero los recursos utilizados se aprovecharon al máximo. Y hablo de detalles: una fila de candelabros y veladoras, el cristal, la delicadeza del mantel, el vestuario de los enamorados (Ana como una muñeca de azúcar, Bolívar libre de condecoraciones y charreteras), las frutas tropicales, el efecto complementario de la música. Una escena que está en el justo límite. Nada le sobra, nada le falta, pero podría pasar completamente desapercibida con los mismos elementos mal utilizados.
Otro ejemplo: Ana entra a su cuarto. Acaba de enterarse por el murmullo de las ancianas que Bolívar pregunto por ella. Está feliz. Se dirige al espejo y le habla. Entonces uno descubre que no es un espejo cualquiera, es el espejo de Ana. En su óvalo circundada de encajes está reflejado todo el romanticismo del personaje. Así, pues, de manera casi mágica el objeto se eleva a la categoría de interlocutor. ¿Cómo pudo lograrse este efecto con un recurso tan utilizado y tan difícil de manejar? Basta mirar alrededor para descubrir que el espejo no está solo. Emerge de un clímax sentimental e íntimo (el de la recámara) por algo ella se despoja del vestido antes de hablarle, por algo el cirio derretido testigo de noches de insomnio. Otra vez el ambiente y la composición de imagen logran el milagro.
Todo esto para decir que son los detalles de puesta en escena los que visten la imagen dándole la dimensión que las figuras literarias dan a una buena novela. Pero también para reconocer que Ma. Emma Mejía, Lucas Caballero, Liliana Villegas y todo su grupo de colaboradores nos han dado con "Ana Lenoit" una provechosa lección.