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Una ‘selfie’ de Santos

Tony Blair es el conferencista o comediante o lo que sea mejor pagado del mundo, muy por delante de Paulo Coelho o de Deepak Chopra, y hasta de los Rolling Stones en concierto. Y no le hace ascos a nada. Así como viene a Cartagena a tomarse fotos con Santos va a Kazajistán a presentarle socios de negocios al dictador Vitalicio Nursultan Nazarbayev.

Antonio Caballero, Antonio Caballero
5 de julio de 2014

Esos cinco políticos jubilados que trajo a Cartagena Juan Manuel Santos para tomarse una selfie (esas fotos que se toma uno a sí mismo con el telefonito celular) ¿cobraron por la fotografía? Lo pregunto porque es gente que suele cobrar. De Bill Clinton informó hace como un año el periódico inglés The Independent que ha cobrado más de cien millones de dólares por pronunciar discursos en medio mundo desde que dejó la Presidencia de los Estados Unidos. El ex primer ministro inglés Tony Blair cobra según se dice (aunque a mí no me consta) más todavía que Clinton. Es el conferencista o comediante o lo que sea mejor pagado del mundo, muy por delante de Paulo Coelho o de Deepak Chopra, y hasta de los Rolling Stones en concierto. Y no le hace ascos a nada. Así como viene a Cartagena a tomarse fotos con Santos va a Astaná, en Kazajistán, a presentarles socios de negocios al dictador vitalicio Nursultan Nazarbayev. Lo mismo dicta cursos de teología católica (es un reciente converso) en la Universidad de Yale que asesora a una empresa coreana de petróleos o se presenta en Acapulco para hacer con su mujer Chérie una demostración de masajes New Age. A veces se le va la mano en sus asesorías de consultor, como cuando le quitó una de sus mujeres (la tercera o la cuarta) al magnate angloaustraliano de la prensa Rupert Murdoch.

El cual magnate, dicho sea de paso, también vino hace tres años a Colombia para entrevistarse en privado con el presidente Santos y varios de sus ministros: el de Defensa, el de Justicia, el de Minas, el de Hacienda… ¿También para hacerse una selfie? No estaban todavía de moda entonces. No la vimos.

Y los otros tres, algo menos glamurosos por cuenta de la modestia relativa de sus países respectivos, y en consecuencia, supongo, también algo más baratos: a lo mejor vinieron solo por el pasaje y el alojamiento, desayuno incluido. Del chileno Ricardo Lagos no recuerdo mucho: digno opositor de la dictadura de Pinochet, gris presidente de Chile. Del brasileño Fernando Henrique Cardoso, respetado expositor de la teoría de la dependencia hace ya muchos años, solo quiero señalar que en cuanto llegó al poder (como ministro primero, y después como presidente del Brasil) se convirtió en un neoliberal militante. Y, claro, que fue él quien inauguró en América Latina la moda de hacerle una reformita a la Constitución del país para permitir la reelección del presidente en ejercicio, que siguieron encantando a Hugo Chávez, Rafael Correa, Álvaro Uribe, Daniel Ortega. Y Juan Manuel Santos.

El invitado restante es Felipe González, presidente del gobierno español durante catorce años, en los cuales fue derivando de su socialismo inicial hacia el neoliberalismo de mercado imperante en el mundo por cuenta de Ronald Reagan y de Margaret Thatcher. Su papel en España fue paralelo al de Tony Blair en el Reino Unido: consistió en derechizar a la izquierda. Hoy es, en su retiro, filigranero de pescaditos de oro y mandadero de Carlos Slim, el hombre más rico del mundo gracias a sus monopolios de telecomunicaciones recibidos de los gobiernos de México. A Slim le debemos, no sé si a través de los buenos oficios de Felipe, que en Colombia se nos caigan todas las llamadas de los teléfonos celulares, y que nos las cobren dos o tres veces, o más.

(Y es por eso que Slim es el hombre más rico del mundo. Tal vez yo lo sería si cobrara cuatro veces por escribir este artículo).

Pero bueno. Además de tomarse la foto con Juan Manuel (en guayabera blanca: no se pusieron las chompas multicolores e iridiscentes de la familia presidencial), ¿a qué vinieron a Cartagena estos expresidentes jubilados que la prensa local insiste en llamar “dirigentes mundiales” como si todavía lo fueran? Nos dicen que a darle a Santos el respaldo de la “tercera vía”. Pero ¿qué es la tercera vía, que suena tan eróticamente prometedora y perversa? Pues es…

Siento decepcionar a mis lectores: la tercera vía no tiene nada de excitante. Es simplemente un concepto aparentemente neutro que se inventó Juan Domingo Perón hace medio siglo para indicar que no hay que hacer ni lo uno ni lo otro, si no todo lo contrario. Tercera posición entre capitalismo y socialismo, entre comunismo y fascismo, justicia social sin lucha de clases (y eso se llama “justicialismo”), “prosperidad para todos”, para decirlo con el eslogan publicitario de los gobiernos santistas. Lo de “tercera vía” es, también, un eslogan publicitario.

Y vendrán más estrategias publicitarias de esa índole. Veremos más invitados a la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena, que para eso está. Veremos al papa Francisco. Veremos al nuevo rey Felipe VI de España. Habrá, no lo dudemos, cuatro años más de selfies. Y ese es uno de los más livianos precios que tendremos que pagar para habernos librado de un tercer gobierno de Godzila.