Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

El profesor Petro

Asusta su poco conocimiento de la política pública y de cómo funciona el mundo económico. Peor: cree que lo sabe todo.

Alfonso Cuéllar
16 de febrero de 2018

Hace unos meses asistí al Congreso anual de la Asociación Colombiana de Petróleo. Moderé varios paneles y tuve la oportunidad de escuchar en vivo y en directo los planteamientos de varios precandidatos presidenciales, todos de los cuales siguen en campaña. Hablar de petróleo y gas no es fácil por su complejidad y menos ante una audiencia compuesta por técnicos, muchos de ellos con décadas de estudios y años de experiencia. Como es obvio, nadie esperaba que los aspirantes a la Casa de Nariño fueran duchos en la materia. Lo que causó sorpresa -¿estupefacción?- fueron los planteamientos de uno los candidatos, quien habló con el tono y la plena seguridad de ser toda una autoridad en el tema.

Anunció que el petróleo ya había llegado a su fin y que era hora que Ecopetrol lo dejara. Insinuó que debería ser de inmediato. Prometió convertir a la mayor empresa del país en líder en América Latina en la venta de paneles solares en cinco años. No titubeó. Repito: no era cualquier auditorio. Les estaba notificando que la industria en la cual vivían y trabajaban no tenía futuro en Colombia. Y no por razones ideológicas, sino científicas. Gustavo Petro no dejó campo para la argumentación. Me impresionó su certeza. Es tan portentosa su retórica, que parecería capaz de convencer a sus oyentes de que la tierra es plana. Pero los petroleros no comen cuento y menos después de dos días escuchando a verdaderos expertos sobre el futuro de la energía.

Ellos discrepan del profesor Petro. Según los cálculos de IHK Markits, en 2040 el 76 por ciento de la energía vendrá de petróleo, gas y carbón. El centro de estudios energéticos de la universidad de Rice en Estados Unidos, pone la cifra de petróleo en 28 por ciento, el gas en 27 y el carbón en 24. En 2050. ¿Y solar, la idea genial de Petro? Los más optimistas creen que llegará a representar el 6 por ciento de la canasta energética mundial en las próximas dos a tres décadas. Nadie duda de la necesidad de reducir el consumo de combustibles fósiles, la pregunta es cómo hacerlo de la manera más económica y eficiente. Y más importante qué significa este escenario para un país como Colombia, con gran potencial petrolero, gasífero y minero.

En materia fiscal, la propuesta de Petro de abandonar la exploración, producción, refinación y exportación de combustibles fósiles equivale a un suicidio colectivo. Pensar que vendiendo paneles supliremos en el corto plazo los recursos que nos generan las industrias extractivas es iluso. Irresponsable tratándose de alguien que aspira a gobernar a Colombia. ¿Cómo financiaría la salud, la educación y tantos otros programas sociales de la “Colombia Humana”, sin la plata que proviene de una industria viva que el profesor Petro ya da por muerta? Es simple matemática. Cien menos cien es cero. Nunca será cien.

Que Petro desestimara a sus interlocutores técnicos en el Congreso, dice mucho de él. No debe ser fácil saberlo todo. Su seguridad en sí mismo me recuerda al actual presidente de Estados Unidos. Donald Trump tampoco duda de la veracidad de sus palabras. Como Trump, Petro niega hechos irrefutables, irrefutables en tiempo, lugar y ocasión.  

Según Petro, el problema de Venezuela fue el petróleo y no el hecho de que el chavismo dilapidó 800.000 millones de dólares. Ochocientos mil millones de dólares, dos veces el PIB de Colombia. En una reciente entrevista, el economista Jeffrey Sachs señaló: “si me preguntaran “¿Cómo harías para que Venezuela tuviera hambre?”, ni siquiera tendría la creatividad para destruir tanto. Con tanta riqueza… es algo inimaginable”.

No conozco gobierno en el mundo que consideraría recibir esa magnitud de recursos como una maldición sino más bien como un regalo celestial. Que Venezuela hoy tenga una hiperinflación estimada para 2018 en 13.000 por ciento por el FMI, que haya un éxodo sin precedente de millones de personas de un país sin conflicto armado y que la pobreza extrema supere el 50 por ciento, no es culpa del petróleo sino de las políticas chavistas. Asombra que el profesor Petro no sea capaz de entender algo tan elemental: el problema de la ideología bolivariana es que destruye la abundancia. 

Últimamente han pululado comparaciones de Petro con Jorge Eliécer Gaitán. Exageran. Sus propuestas se asemejan más a lo Gabriel Antonio Goyeneche, un excéntrico personajes de los años 60 y 70 quien propuso pavimentar el río Magdalena y cubrir a Bogotá con una marquesina por la lluvia.

En Twitter @Fonzi65

Noticias Destacadas