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Casanare y el bicentenario

Casanare, la provincia precursora, solicitó en 1830 su incorporación a Venezuela para abstraerse de las intrigas bogotanas y del tráfico de influencias generadas por el poder.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
28 de diciembre de 2018

Se iniciaron los actos conmemorativos del bicentenario de la independencia el pasado 18 de diciembre, cuando se cumplieron doscientos años de que en Pore, la capital de la provincia de Casanare, políticos y militares de la Nueva Granada y de Venezuela, teniendo en cuenta que era la única provincia libre realmente del control español, expidieron una declaración en la que sentaron las bases de la que sería la futura república de Colombia.

Un año después, el 17 de diciembre de 1819, se expidió por un congreso reunido en Angostura, Venezuela, hoy Ciudad Bolívar, la Ley Fundamental de la República de Colombia, mediante la cual se estableció que las repúblicas de la Nueva Granada y Venezuela, quedaban desde ese día “unidas en una sola bajo el título glorioso de República de Colombia”. Sus límites se establecerían más adelante.

Años después cuando ya era irreversible la disolución de la Gran Colombia, el 4 de abril de 1830, la municipalidad de Pore, tomó la decisión de separarse de la Nueva Granada y solicitó la incorporación al “Estado libre e independiente de Venezuela”.

La solicitud era, entre otras cosas, una reacción porque el general venezolano Rafael Urdaneta, mandatario y amigo de Bolívar, había recibido en arrendamiento por parte del gobierno, con el apoyo del Libertador, extensas haciendas ganaderas en la provincia de Casanare. Urdaneta designó como administrador, al general Lucas Carvajal, héroe en la batalla del Pantano del Vargas, quien fue luego asesinado por orden de su rival, el general Nepomuceno Moreno.

En la solicitud de incorporación a Venezuela, la municipalidad de Pore, decía entre otras cosas: “La Provincia de Casanare, quiere preservarse desde ahora, para siempre, de ser el patrimonio o propiedad de ninguna persona o familia”.

Sin embargo, la solicitud de anexión fue rechazada después de agitadas deliberaciones en el Congreso de Venezuela, aduciendo entre otras cosas que “Casanare nunca ha pertenecido a Venezuela, si ocupásemos aquella provincia con nuestras fuerzas por vía de protección, haríamos un acto hostil…”

El secretario del congreso venezolano fue Santos Michelena, que luego en 1833, viajaría a Bogotá, donde concertó un tratado de alianza y límites con la Nueva Granada en el que se estableció que la frontera entre los dos países comenzaba en el cabo Chichivacoa, dividiendo la península guajira en partes iguales entre los dos países y se reconocía a Venezuela buena parte de los Llanos Orientales de Colombia, dejando a nuestro país sin acceso al Orinoco. El congreso colombiano aprobó rápidamente el tratado, pero no así el de Venezuela, no obstante las gestiones realizadas por Colombia.

Las condiciones del congreso venezolano para reconsiderar la aprobación del tratado, fueron que la frontera debía empezar al occidente, cerca de Riohacha, o en el Cabo de la Vela y que la línea en los llanos orientales se debía correr también al occidente, de manera que gran parte de la provincia de Casanare sería venezolana.

Aunque Colombia todavía no estaba consagrada al Sagrado Corazón, este nos salvó de semejante dislate, contrario a derecho y a los irrefutables títulos de nuestro país.

Sin embargo, hay que ver si las lecciones de la solicitud de anexión de Casanare a Venezuela en 1830, se aprendieron, o si todavía siguen vigentes. De todas maneras, lo que ahora podría pasar es que algún estado venezolano pidiera la anexión a Colombia. ¿Qué diría el congreso colombiano?

(*) Profesor de la facultad de ciencias políticas, gobierno relaciones internacionales de la Universidad del Rosario

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