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¿Casco obligatorio?:menos bicicletas en la ciudad

En Australia se comprobó que el uso obligatorio del casco disminuye el número de personas que usan la bicicleta como un medio de transporte. En Colombia, con el nuevo Código de Tránsito, implantó la medida como obligatoria. Para Juan Camilo Macias, asesor del actual concejal de Bogotá, Juan Carlos Florez, la norma tiene muy buena intención pero poco sustento.

Semana
23 de febrero de 2003

Si a usted le preguntaran que medida implementaría para proteger la vida de los ciclistas, su sentido común le indicaría muy seguramente, que la solución más eficaz es el uso obligatorio del casco. Sin embargo, una decisión como esta no puede estar sustentada simplemente por el sentido común y la buena intención de quienes redactan las normas. El uso obligatorio del casco tiene más desventajas que ventajas para el ciclista y no es la solución adecuada para disminuir la accidentalidad de quienes transitan en bicicleta.

En países en los que el casco es obligatorio como Australia y Nueva Zelanda, el uso de la bicicleta disminuyó entre un 30 y un 40%, después de haber sido introducida esta norma. La investigadora Dorothy L. Robinson de la Universidad de Nueva Inglaterra, concluyó además que en estos dos países solo se produjo un leve descenso en el número de heridas graves en la cabeza, aunque más gente llevaba casco y había menos ciclistas en las calles. Por esta razón, la Asociación Británica de Médicos se opuso al uso obligatorio del casco manifestando que con esta norma se produciría una importante disminución en el número de ciclistas y que esto sería contrario al objetivo de la Asociación de promover un estilo de vida sano.

El casco, según analistas como Mayer Hillman del Policy Studies Institute de Londres, es efectivo solamente en accidentes a menos de 20 km./h. y en los que no se ve involucrado un vehículo. Tal es el caso en el que por falta de pericia al manejar la bicicleta, un niño cae al piso y se golpea la cabeza en una vía residencial con muy bajo flujo vehicular. Sin embargo, es importante aclarar que este no es el tipo de accidente que sufre normalmente un ciclista, pues el caso más recurrente se da al ser arrollado por un vehículo a alta velocidad, en donde el casco pasa a ser un simple elemento decorativo.

En países como Holanda y Dinamarca, en los que en promedio un ciudadano recorre alrededor de mil kilómetros al año en bicicleta, el uso del casco es opcional. La solución que han implementado se resume en los siguientes tres puntos: disminuir el límite de velocidad en las áreas urbanas, separar el tráfico automotor del trafico en bicicleta por medio de la construcción de ciclorrutas e incentivar el uso masivo de la bicicleta, teniendo en cuenta que a mayor cantidad de ciclistas menos accidentes por kilómetro recorrido. Este último punto puede sonar contradictorio, sin embargo entre más ciclistas haya en las calles, no solamente serán más visibles, sino que dejarán de ser invitados de quinta categoría en las vías de la ciudad para convertirse en los anfitriones más respetados.

Un ejemplo más cercano es el modelo de ciudad implementado en Bogotá, desde la administración del ex alcalde Peñalosa. Con una inversión cercana a los 50 millones de dólares, Bogotá cuenta hoy con la red de ciclorrutas más larga de Latinoamérica: 270 km. En tan solo cuatro años el número de viajes diarios en bicicleta pasó del 0.5% del total de viajes en el 98, al 4% en 2002. Y sin necesidad de casco obligatorio, Bogotá redujo el año pasado las muertes de ciclistas en accidentes de transito en un 25%, al pasar de 104 casos en 2001 a 78 en 2002. Es claro entonces que una red de ciclorrutas como la de Bogotá, le proporciona mucha más seguridad al ciclista que un simple casco.

El nuevo Código de Transito incluyó como obligatorio el uso del casco para ciclistas. Sin embargo esta medida está sujeta a la reglamentación que haga el Ministerio de Transporte. Lo ideal, por las razones expuestas anteriormente, sería que el uso del casco fuera opcional por lo menos en aquellos municipios que, como Bogotá han construido con un enorme esfuerzo y unos importantes recursos, infraestructura de muy buena calidad y de uso exclusivo para los ciclistas. Sería totalmente desafortunado que tal como sucedió en Australia, el uso de la bicicleta en Bogotá disminuyera en un 40%, a raíz de una norma que tiene una muy buena intención, pero muy poco sustento.

*Asesor del actual concejal de Bogotá, Juan Carlos Florez.

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