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Un ejemplo para Colombia

Indudablemente, Guadalajara es hoy día la ciudad con mayor esplendor cultural de América Latina. Basta ver dos aspectos de la ciudad -incluida su área metropolitana- para comprender la dimensión de lo que allí está sucediendo.

Semana.Com
10 de diciembre de 2016

De una parte, el desarrollo urbanístico, sin par en América Latina, que es liderado por la Universidad -pública- de Guadalajara, del llamado “Distrito cultural”, donde en un espacio de 173 hectáreas ya están construidos o en proceso la biblioteca pública del Estado, el auditorio Telmex, el Conjunto de Artes Escénicas, el Museo de Ciencias Ambientales, la Sala de Arte contemporáneo y el Parque Fílmico, más áreas públicas y recreativas, áreas comerciales y un desarrollo de 45.000 viviendas.

De otra parte, es también Guadalajara donde precisamente concluyó este domingo la Feria Internacional del libro, una de las más importantes del mundo. El balance es más que positivo: 813.000 visitantes, 751 autores, 2.042 casas editoriales de 47 países, 3.420 periodistas y más de 20.000 profesionales del libro.

Este año, la feria conmemora 30 años de existencia y fue América Latina el invitado de honor. La cantidad de conferencias, presentaciones de libros y debates fue tanto prolífica en sus temáticas como rica en profundidad. Allí los asistentes pudieron escuchar a grandes de la literatura como Fernando del Paso, Mario Vargas Llosa, Enrique Krauze, Gioconda Belli, Sergio Ramirez. También Colombia tuvo una honrosa delegación, entre quienes estuvieron Héctor Abad Faciolince, Laura Restrepo, Santiago Gamboa y Piedad Bonett. Obviamente, por el momento que vive nuestro país, la participación de la mayoría de los colombianos tuvo como hilo conductor temático la paz, los derechos humanos y temas conexos. Además de literatos, fueron invitados académicos como Catalina Botero, quien hizo una muy interesante participación con la pregunta ¿Son los derechos humanos una nueva ideología progresista?". Otro invitado fue el senador Iván Cepeda, quien presentó su “Historia íntima del proceso de paz”, en el marco del “Coloquio Gobernanza y Democracia en América Latina”.

Es un hecho de enorme importancia que la feria es organizada por una institución pública, la Universidad de Guadalajara, lo cual da a todo el concepto del encuentro más importante de la literatura en español un contexto de pluralidad y libertad a la discusión de ideas y que no obedece a la orientación del comercio, cuyas necesidades económicas conducen a otros caminos, como es el caso de ferias del libro organizadas por el mercado editorial.

Es relevante que en México instituciones como la Universidad de Guadalajara (y la UNAM) demuestran la capacidad de las instituciones públicas de educación superior de generar políticas académicas y culturales que trascienden el puro ámbito académico y conectan con la sociedad mexicana y con América Latina en sus diferentes problemáticas; si comparamos con Colombia, nuestras universidades públicas aún no tienen ni de lejos un presupuesto decente que les permita investigar y funcionar -recordemos que la Universidad Nacional se cae a pedazos-, mucho menos pueden organizar eventos culturales de semejante magnitud internacional, aunque es menester decirlo, tampoco las universidades privadas, que bastante se lucran con las matriculas de los estudiantes, generan procesos de similar trascendencia; el caso de Bogotá es sui géneris, porque en la administración anterior hubo una clara visión de priorizar lo cultural y que eso se reflejara en el desarrollo urbano. La alcaldía actual, en lugar de avanzar con lo construido en un sano espíritu de ciudad, optó por desechar sin fórmula de juicio y, más grave aún, sin un sólo estudio técnico, los diseños arquitectónicos y estudios realizados para la construcción de lo que sería la Casa de la música Filarmónica, un complejo cultural integral, lo cual es un retroceso y denota que la alcaldía no comprende la importancia de los equipamientos culturales para el desarrollo de una ciudad y su posicionamiento internacional. De ahí, y tras la experiencia vivida en Guadalajara y otros lugares del mundo, estamos planteando la necesidad de desvincular las políticas culturales y el desarrollo urbanístico de la voluntad o incapacidad de visión de los gobernantes de turno.

En suma, todo este apogeo urbanístico y cultural integral que está generando Guadalajara está creando y atrayendo nuevos públicos, no sólo de América Latina, sino también de los Estados Unidos y garantizando la evolución cultural de las próximas generaciones de mexicanos y mexicanas, algo de lo cual deberíamos aprender y aprehender, en un período de construcción de paz que requiere de enormes esfuerzos para producir espacios de inclusión, transformando culturalmente nuestra sociedad.

*Phd y Magíster en Filosofía e historia por la Universidad de Viena y Gestor Cultural

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