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JOSÉ MANUEL ACEVEDO M.

Delfines y dinosaurios

Nuestros dirigentes están preparados para perpetuarse, no para pasar la antorcha cuando corresponde.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
16 de junio de 2013

Dos viejos dirigentes modelo 37 que creíamos ya jubilados conducen ahora los destinos del partido de La U y del conservatismo colombiano. La imagen parece de los tiempos del frente nacional y no de la unidad nacional, pero lo cierto es que en esas andamos.

Aurelio Iragorri Hormaza es el líder del partido de gobierno. Dirige una auténtica colcha de retazos y es el encargado de que las relaciones burocráticas con el Ejecutivo funcionen como un relojito. No en vano es el padre de quien maneja el ‘computador de Palacio’ desde la Secretaría general de la Presidencia de la República.

El otro veterano, de 76 años, es Omar Yepes Alzate. Barón electoral de Caldas, experto en administración político-feudal, es la carta con la que el partido conservador quiere apostarle a la renovación en sus cargos.

Si Víctor Renán Barco viviera, seguramente estaría dirigiendo el Partido Liberal, para completar el cuadro.

Sus canas no representan sabiduría sino clientelismo acumulado, y su presencia en las primeras planas de la política actual no es más que la confirmación de que esta democracia se hizo para dinosaurios. Para ellos y para sus hijos, claro está.

La renovación en política es el término empleado en Colombia para definir, si acaso, la presencia de ‘viejos nuevos delfines’ que en la mayoría de los casos heredan una posición, no la ganan.

De los 12 jóvenes que según la última revista Jet Set darán que hablar en política en los próximos años, ocho vienen de castas que ya conocemos. Son ‘hijos de, sobrinos de o nietos de…’

Nuestros dirigentes están preparados para perpetuarse, no para pasar la antorcha cuando corresponde. La supervivencia de un apellido es más importante que la longevidad de los partidos y es el fin último del ejercicio electoral para muchos.

Los demás nacieron para repartir volantes, para integrar el capítulo de juventudes de las colectividades y, si bien les va, para ser los terceros o cuartos en los organigramas de unas rígidas estructuras en las que sólo los viejos mañosos –o sus delfines– pueden llegar a la cima.

¿Mejorarán las cosas en las próximas elecciones? Poco a poco pierdo la esperanza. Si a la presencia de viejos políticos como Horacio Serpa y Jorge Enrique Robledo se sumara la vitalidad de un puñado de jóvenes con opciones de llegar al parlamento, estaríamos tranquilos. Pero la verdad es que los nombres parecen repetidos y ninguna lista ofrece un relevo generacional justo y necesario.

Si en realidad el expresidente Álvaro Uribe es capaz de sacar 15 o 20 senadores sólo con ponerse a la cabeza del centro democrático, sería la oportunidad para que quienes vayan detrás de él fueran hombres y mujeres descontaminados, jóvenes con ganas de imprimirle entusiasmo y transparencia a la política colombiana. ¿Será Uribe capaz de semejante hazaña?

El parque jurásico en que se ha convertido nuestra democracia sólo admite, por ahora, delfines y dinosaurios.

Twitter: @JoseMAcevedo

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