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Duque y la historia

La democracia colombiana sin legitimidad pierde gobernabilidad. Y allí hay pesca en río revuelto de oportunistas como Gustavo Petro.

Alfonso Cuéllar, Alfonso Cuéllar
18 de julio de 2020

Este lunes 20 de julio se romperán las tradiciones en el Congreso, debido a la pandemia se inaugura sin la presencia de congresistas. Será extraño para los defensores de antaño y también para el jefe de Estado, ya que es de las pocas ocasiones en que asiste a las sesiones. Este lunes se marcan dos años de Duque en el poder y señala las prioridades que le quedan. El 20 de julio de 2021 será más de paso, no habrá mucho por hacer para ese entonces.

A Iván Duque se le atravesó la pandemia. Toda política quedó dependiente de cómo Colombia sale del coronavirus. Es la realidad que le toca al presidente. Lleva más de cuatro meses por TV diariamente a las seis de la tarde hablando de la covid-19. Que un mandatario se comunique por televisión como único vehículo es un hecho sin precedentes en el país. Su imagen se ha visto afectada negativamente con el paso de los días, el crecimiento de la aburrición de la gente, la crisis económica y el temor al virus. En otras palabras, es hora de cambiar el formato. 

Este lunes es un escenario ideal para hacerlo y además aprovechar para dar línea para el segundo tiempo. ¿Cuál debe ser el enfoque del Gobierno? No es posible hacer de todo; hay que priorizar y abandonar lo menos urgente. 

La Jurisdicción Especial para la Paz es una de ellas; no vale la pena seguir intentando reformarla. Es un cambio sin futuro en el Congreso y mucho más en la Corte Constitucional. No es momento de terquedad; toca aceptar a la JEP y trabajar con ella. La JEP necesita producir resultados, pero ya sin el peligro de desaparecer. Un golpe para el Centro Democrático, que lleva dos años en campaña para eliminarla. Tendrá que aceptar su derrota o enfrentar una política polarizada. Para Paloma Valencia, en particular, es un reto: seguir con su discurso perdedor o cambiarlo de enfoque. 

Igual ocurre con las reformas laborales y pensionales. No unen a los colombianos y no es el momento adecuado para discutirlo. No hay ambiente para debatirlo. Es una tarea del presidente de 2022. Tal vez valdría la pena hacer el anuncio en el discurso y quitarlo del ambiente. Dejarlo por ahí rondando no facilita el esfuerzo de otros temas más urgentes.

Sin duda, el asunto dominante es la legislación para la pandemia. Todos los esfuerzos deben dirigirse al manejo de la crisis actual y la futura. Se trata de anticipar lo que viene, como dijo el exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry en su columna de El Tiempo. Hay mucho por hacer ahora para evitar las situaciones difíciles hacia adelante. Es importante fijar una línea de tiempo y con cronograma. Y así presentarla al Congreso. Es hora de liderar y el único que puede hacerlo es el presidente. Pero solo es posible si abandona los proyectos polarizados y busca otros que generen consensos. 

La renta básica es uno de ellos. La propuesta, apoyada por 150 congresistas, les daría más de 800.000 pesos mensuales a nueve millones de colombianos. El ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, dijo que parecía interesante, pero para después cuando pase la pandemia. Un error de apreciación del ministro: el momento es ahora. Las calificadoras internacionales son abiertas a iniciativas extraordinarias dado lo inesperada que ha sido la pandemia. No es momento de timidez; es el del gasto. Con la economía reactiva, podemos pensar en cómo vamos a pagar. Es una práctica de otros países que les ha funcionado. Duque ha obrado prudentemente, sin embargo para algunos ha sido tímido. Difícil estar en los zapatos del presidente en estos tiempos. Lo cierto es que es hora de arriesgarse más. 

Fuera de la pandemia, hoy urge una profunda reforma del Código Electoral. Nuestras tradiciones son añejas y es necesario adaptarlo a la Colombia de 2020. Es un tema candente porque define quién elige. Es por ello que nunca avanza y queda en veremos. 

La democracia colombiana requiere ese cambio o si no, pierde legitimidad. Y sin legitimidad pierde gobernabilidad. Y allí hay pesca en río revuelto de oportunistas como Gustavo Petro. 

Por eso, la tarea fundamental es adaptar cómo será el manejo de las elecciones de 2022. El Congreso, obviamente, es el escenario y el momento es ya. Con un ingrediente adicional: la pandemia está en medio. Esta enfermedad estará con nosotros en 2022. Tenemos que preparamos porque hoy no estamos listos para el distanciamiento social el día de las elecciones. Ocho horas son insuficientes para la jornada electoral. Habrá que incrementarla a 10 o 12 horas y modificar la norma para que la persona que está en el puesto de votación, al cierre de la urna, pueda votar. Así mismo, las elecciones tendrán que considerar la opción de votar por correo certificado.

Todas las reformas son revolucionarias y por eso la aprobación por el Congreso será muy difícil. Será un esfuerzo gigantesco para la ministra del Interior, Alicia Arango, y su equipo político. Pero sería histórico, marcaría un antes y un después de la democracia. Para Iván Duque sería un acto revolucionario que nadie le podrá quitar. De lograrse, su legado seguro serían esta reforma al Código Electoral y la implementación de la renta básica. 

Franklin Delano Roosevelt asumió el poder en medio de la Gran Depresión. Sus ambiciosos cambios marcaron un hito. La vida le dio una segunda oportunidad a Iván Duque para dejarnos un legado histórico.

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